¿Qué pasa con Mary?

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- ¡UNO!

Siempre que me quedaba una carta en ese juego Max se empeñaba tanto en intentar que ganara más cartas que no sé cómo pero muchas veces lograba hacerlo. Es por eso que la mitad de las veces él ganaba pero por lo general era un 50-50. Tendré nueve años, pero sé jugar a las cartas.

Recibí un "+4" de Max, por lo cual tuve que agarrar esa cantidad de cartas. Le eché una mirada fulminante. - De verdad? -

- sonrió satisfecho -

En ese momento María entró a la habitación, esta vez la notaba muy contenta. 

- ¡Alma, te andan buscando! - me hizo señas para que la acompañara.

- Que bueno, no hubieras soportado la derrota.

Le lancé una mirada en plan "Mejor. No. Te. Contesto".

La seguí a Mary por el largo pasillo, que esta vez parecía eterno: María no quería decirme qué sucedía y yo QUERÍA SABERLO. 

 Cuando llegamos a la sala de estar vi a una niña rubia, con una gorra colocada hacia atrás, sentada en el sillón.

- ¡SAAAM!

Me abrazó fuertemente

- Te extrañé - dije, con los ojos llenos de lágrimas.

- Y yo a vos - me abrazó aún más fuerte

Luego del reencuentro la llevé a mi habitación para así, hablar más tranquilas.

- ¿Y, cómo va todo allá afuera?

- ¡Bien! mi papá consiguió trabajo y me anotó en una escuela. Además visité a otros familiares, ¡Tengo primos muy pequeños que ni siquiera conocía! dijo Sam muy alegre. Bueno, por supuesto que a veces se ponen un poco pesados y hay que ponerle los límites...

- Saaam - lancé una mirada un tanto regañadora pero luego me reí, esta chica no tenía remedio

- ¿ Y cómo va todo acá? - 

- Todos bien, Mateo, Max... - pausa - bueno, en realidad el otro día Mary no estaba bien, pero no me quiso decir por qué.

Sam hizo una mueca - ¿Mary? que raro. Nunca la vi triste

- No, yo tampoco. Ésta fue la primera vez pero es por eso que creo que no debe ser una tontería lo que le pasó. No me la imagino a Mary llorando por una pavada ¿cierto?

- Entonces con más razón deberíamos averiguar por qué. Yo no tengo mucho tiempo acá. Mi papá me va a buscar a las 6 de la tarde pero, podemos intentar juntas y si no lo logramos vas a tener que seguir vos con la investigación.

- Como usted diga, detective Sam - sonreí -

Nos pusimos en marcha y nos encontramos con María en el comedor, estaba colocando los platos sobre la mesa. 

- María ¿Cómo estás tanto tiempo? ya empiezo a extrañarte - comenzó Sam

- se dio vuelta - y yo a vos chiquita 

- Em nosotras te ayudamos Mary, los otros platos... ¿En la cocina? dije

Mary me sonrió y su cara lo decía todo, ambas sabíamos que no se me permitía entrar a la cocina pero María era muy buena conmigo y con todos los niños del arcoíris, así que nos permitió entrar y nos susurró "pero no tarden mucho".

- Que malas que somos, estamos en la cocina. No vamos a ir presas por esto ¿no? Sam alzó sus manos, bromeando.

- No si nos apuramos - ambas reímos

Sam cargaba una pila de platos :

¿No era que debíamos apurarnos? - al no recibir respuesta - ¿Alma?

- ¡Mira lo que encontré Sam!

Le mostré a Sam una foto que había encontrado en el suelo. En ella se podía observar a Mary cargando a una niña muy pequeña.

- ¿Será su hija? - pregunté en voz alta

- Mm no creo, nunca nos dijo nada.

- Bueno vamos, no vaya a ser que Roz le diga algo porque estamos acá

Sam acomodó los platos sobre la mesa y aproveché la ocasión para hablar con Mary a solas. 

- Mary encontré esta foto en la cocina - le extendí la foto. Cuando Mary la miró noté una enorme tristeza en su mirada. - ¿Qué sucede Mary?¿Ella es tu hija?

- colocando los platos, sin mirarme. Queriendo ocultar  su tristeza - era mi hija

- ¿Era? ¿Le pasó algo? - tan solo al segundo de pronunciar aquellas palabras me sentí mal

- Sí mi cielo, pero son asuntos de personas adultas

- Pero ¿ella está bien? - sabía que esa pregunta era retórica, conocía muy bien la respuesta, pero no me conformaba con lo poco que conocía acerca del tema. Quería que Mary sacara ese dolor que tanto guardaba adentro.

- Ella ya no está - sus ojos contenían lágrimas reprimidas - no importa el por qué. Ya no hay nada más que hacer.

- lo siento mucho Mary, estoy segura que fuiste una muy buena mamá

Mary rompió en llanto, la abracé. - Lo siento mucho - esta vez yo también me encontraba llorando, me sentía culpable y odiaba ver a Mary así.

- Está bien Alma - secó mis lágrimas cuando yo era quién debía secar las suyas - ya está ¿si? no pasa nada.

Me sorprendía demasiado la fortaleza de Mary, ella tenía algo que la impulsaba siempre a seguir adelante sin importar qué, no dejaba que la tristeza la hundiera. Eso que sentía hacia ella, más que sorpresa, era admiración.

Al llegar al comedor Sam me hizo un gesto preguntándome qué sucedió. le susurré:"no hablemos del tema ahora". Ella me llevó a la habitación a la vez que todos los niños se sentaban a comer.

- ¿Y? ¿Qué ocurrió?

- Resulta que - miré el suelo por un instante, triste - La niña era la hija de Mary, no sé por qué pero falleció, por eso Mary estaba mal el otro día

- Ay no ¿Cómo es que nunca la vimos triste? Quizás estábamos muy ocupadas buscando diversión y por eso nunca nos dimos cuenta - mirando el suelo, con sentimiento de culpa -

- coloqué mi mano sobre su hombro - No Sam, María es muy fuerte, tanto que no permite que el pasado arruine su felicidad en el presente. A veces lo recuerda y ahí es cuando siente dolor pero no tarda mucho en mirar nuevamente hacia adelante.

Lo cierto es que lo que sucedió con Mary nos sirvió a ambas como aprendizaje, y como un ejemplo que aplicaríamos siempre mi amiga y yo en nuestras vidas.

Nefelibata (Ganador Letters Awards 2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora