Primer Amor

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–Lo suyo es amor.– dijo la pelirroja con voz cantarina.

–¿Qué dices? No, como crees.– respondió la rubia sonriendo, un tanto sonrojada.

–¡Es obvio! Estabas horrorizada, parecía que, ay no sé, pero no te podías calmar y de repente llega él, y tu sin dudas lo abrazas. Y luego, te veías tan bien, fue como si todo el horror que sentías hubiera desaparecido. Y él, te abrazo con una fuerza, con un cariño, parecía realmente preocupado por ti. Mira, si no es amor no sé qué será– explico la pelirroja con los ojos miel brillando, pero la rubia de ojos cafés seguía escéptica.

–Amor de hermanos, él me ve como la hermana que nunca tuvo y yo a él como el hermano que nunca tuve.– se justificó. La de ojos miel la miro enojada, porque siempre tenía que negar lo obvio.

–Puedes mentirle a quien sea, pero a mí no, sé que te gusta.– la de ojos café se mordió el labio, tal vez era hora de aceptarlo.

–Aunque así fuera, él jamás se fijaría en mí.– se giró hacia la ventana, mirando el cielo nocturno, sin saber que veía o esperaba ver. La estridente risa de su pelirroja amiga la descolo.

–Ay, ¿Realmente piensas que él te ve como una hermana? No te engañes a ti misma– dijo la oji-miel, la rubia se giró para mirarla, volviendo a morder su labio.

–Sabes, sé que nunca me gustaron, pero los clichés son los más verdaderos, el primer amor siempre es el más imposible– dijo con pesar la rubia, volviendo a mirar el cielo, pero esta vez un aire melancólico.





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