PRÓLOGO

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El olor a chocolate inunda mis fosas nasales, es Luna, mi mate, con su vestido blanco rozando el piso y las flores que decoran su dorado cabello entra al gran jardín, decorado con pequeños faroles de papel y flores de distinto color, como le gusta a ella, su abultada barriga hace de ella la persona más adorable del mundo mundial, su sonrisa no deja su rostro en ningún momento, sus ojos esmeralda no dejan los míos mientras camina lentamente hacia mí, la gente a nuestro alrededor la mira con un sonrisa y lágrimas en los ojos, se ha ganado el cariño de todos en la manada, para ellos es la luna perfecta, colaboradora, caritativa, cariñosa, amable, amorosa, simplemente perfecta.

Al estar frente a mí, toma mi mano y le da un apretón, mientras que con la otra me limpia las lágrimas que no sabía que habían escapado de mis ojos, ¡malditas, les dije que todavía no tenían autorización para salir!

-Ay, mi amor, no llores, todo está bien, somos felices y lo seremos siempre- dice con una sonrisa amorosa. Me encanta, la perfección hecha persona.

-Nunca- una voz desconocida nos sobresalta a todos, giramos la cabeza hacia la entrada, ahí se encontraba una figura oculta entre la tela negra de su vestimenta, su cara cubierta con un pasamontañas, igualmente negro y por lo que pude ver tenía una daga de plata en la mano. Antes de alertarnos la daga cumplió su objetivo, Luna cayó en mis manos.

Un grito desgarra mi garganta, mi vista se nubla y mis manos tiemblan al agarrar la cara de mi amada entre ellas.

- ¿Luna?

Un gruñido hace que toda la habitación retumbe, mi cuerpo no para de temblar. Su cara empieza a perder color. Escucho gruñidos, gritos, alboroto a mi alrededor, pero no soy capaz de prestar atención. Muerdo mis labios con fuerza y poso la palma de mi mano en la barriga de Luna.

-Y-yo- la miro a los ojos y veo todo el esfuerzo que hace para hablar. Mi pecho no soporta el dolor, el vacío que empieza a inundar mi ser- te a-amo- unas silenciosas lágrimas ruedan por sus mejillas y con firmeza la atraigo hacia mí.

-No, no, no, no, no puedes dejarme- empiezo a decir desesperadamente- No pueden dejarme. Te amo, te amo, mi Luna.

Alzo mi mirada al cielo y con todos mis sentimientos juntos, aúllo de dolor, le aúllo a la luna, reclamándole por el dolor que siento.

Ahí, sentado en el piso, abrazando a mi amada, me siento el ser humano más vacío del mundo.


...

Luna fue la única persona que me amó de verdad, sin importar mi apariencia, ni mi constante mal humor, era perfecta, pero ahora no está, no habrá una persona que me ame de verdad, no habrá persona que me acepte por mi apariencia sin importar lo que piensen los demás, no habrá persona que soporte mi mal humor.

No estará ahí para darme esa hermosa sonrisa en los malos momentos, simplemente no está.

MI SALVACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora