Dieci

208 25 6
                                    

Todo pasó tan rápido. Entré corriendo a la habitación y le chillé a Niall, el compañero de Harry, que llamara al 999; pero, por suerte, ya lo había hecho. Me abalancé encima el chico y, con todas mis fuerzas, intenté separarlo de Harry. Pero era demasiado débil para es fuerte cuerpo. Con un simple movimiento me dejó fuera de combate; me tiró al suelo dejándome en un rincón de la habitación con la nariz sangrando. Dos enfermeras se acercaron a mí para atenderme y, unos médicos intentaron desprender al chico de Harry. Dada la situación y, supongo, sintiéndose acorralado, logró escabullirse de entre la multitud sin un solo rasguño. Se escapó. Lo habíamos tenido tan cerca... pero se escapó. Se escapó delante nuestras propias narices.

Logré deshacerme del agarre de las enfermeras y, aun con la cara sucia de sangre, me acerqué en un arrebato de desesperación. Me abrí un poco de paso entre la doctora y la enfermera que lo estaban examinando. Di un suspiro de alivio al ver que había salido sin un rasguño. Quería llorar por el miedo que seguía en mi cuerpo, para desprenderme del nudo que se había creado en mi garganta. Quería abrazar a Harry y decirle que todo estaría bien y que me dijese a mi que todo estaría bien. Pero debía limitarme a mantener mi compostura e ir al baño y lavarme la cara. Me miré en el espejo una vez limpia y repasé mi vida el último mes y medio. Me abrumó repasar los acontecimientos y los cambios de mi, ya no tan, monótona y perfecta vida. Me rasqué los ojos con mis puños; estaba cansada. Me recogí el cabello en una coleta floja y salí del baño. Harry seguía con la examinación así que me acerqué a Niall y le di las gracias por llamar al 999. Me sonrió y contestó con un "no es nada". Nadie iba a verlo. Con la interacción con otras personas, durante el último año y medio que llevaba en Londres, me di cuenta que la gente aquí es solitaria. Nadie tiene a nadie. Toda la gente en Londres, o casi toda, viene como si fuera un niño pequeño que tiene que aprender a vivir de nuevo, conocer a gente y sobrevivir en una selva como es la gran ciudad de Londres.

Una vez dejaron a Harry tranquilo fui hacía él y, de alguna manera, lo abracé. Se veía tan débil.

-Te ves cansada. Deberías dormir en tu cama... -me dijo Harry.

-Dormiré en mi cama cuando estés al cien por cien. -le dije a Harry. Intentó sonreír pero el cansancio que sentía no dejaba ni que se dibujara una sonrisa en su cara. -Duerme Harry. Necesitas descansar, te ves tan débil...

-Y tú te ves hermosa y no te digo que te pongas una máscara para ocultarlo. -sonreí por lo bajini y le di un suave golpe en su brazo. -¡Es verdad! -dijo Harry indignandose en broma. Lo ignoré y me senté en el sofá para leer unas partituras que llevaba en mi bolso.

-Duerme. -le dije con mi mirada centrada en el pentagrama lleno de notas.

-Un día quiero que toques el piano para mí. -levanté un poco la mirada y me reí.

-Yo también quiero. -dijo Niall saliendo por detrás la cortina. Harry y yo lo miramos sonrientes, pero se volvió a esconder detrás la cortina con una sonrisa. Volví a mi tarea de leer la partitura, aunque parecía que Harry no quería dormir ni que yo siguiera con mis tareas.

-Cuentame algo Jamie, me estoy aburriendo. -cerré mi libro con partituras de un golpe in me puse cómoda en el sofá. Apoyé mi espalda en el respaldo y crucé mis piernas, igual que mis brazos.

-¿Qué quieres que te cuente, Harry? -le pregunté ladeando la cabeza. Él miró hacia arriba haciendo ver que pensaba alguna pregunta.

-Quiero que me expliques por qué viniste a Londres. -levanté una ceja.

-Porque me aceptaron en el conservatorio.

-¿No hay conservatorios en York?

-Sí, pero... -me callé.

-¿Pero, qué? -me preguntó curioso, con ganas de saber más sobre mí. Estaba en todo su derecho, de conocerme y saber un poo más de mi pues yo me había metido en su pasado. Me rasqué un poco la frente para intentar ganar tiempo. pero no servía de nada, Harry esperaba expectante. Me levanté y me senté cerca suyo para así, levantar el mínimo mi voz y evitar que Niall nos oyera.

-Necesitaba una vía de escape. -dije un poco nerviosa. -No puedo creer que te esté contando esto a ti, Harry. No lo saben ni mis mejores amigas. -hice una pausa. Bien, el hecho es que, siempre he sido un tanto inocente y tímida... Siempre he sido introvertida y me he abierto a la primera persona que ha mostrado interés en mí desde el momento cero. Al menos esto hacía antes. -suspiré frustrada. Miles de recuerdos pasaron por mi cabeza y, por un momento, me aterroricé. -Pero me rompieron Harry. Destrozaron cada parte de mi en pedazos tan pequeños que fui imposible de reconstruir. Sigo siendo imposible de reconstruir; ahora mismo soy sólo un intento de la antigua Jamie Amelia Niv. De la feliz Jamie, pero no tan feliz como esa antigua. -Harry me miró concentrado y con los ojos abiertos. -Prácticamente escapé de York, sólo mis padres sabían donde iba. Ni mis amigos más cercanos saben donde estoy; ni siquiera saben si sigo viviendo en el país.

-Jamie, yo no quería... -empezó Harry.

-Ya lo sé Harry, da igual. -dije cansada. Me agotaba recordar esos exhaurantes momentos en York e intentar no caer con el recuerdo. Harry y yo nos quedamos mirándonos; sabía que Harry quería saber qué me habían hecho. Lo veía en sus ojos. -Me violaron. Me violaron en mi fiesta de cumpleaños. En mi propia fiesta. Un chico me conquistó un mes antes y el día de mi fiesta me violó. Era una apuesta; un juego. -los ojos de Harry se inundaron en ira. -Y me dejaron embarazada. Vine a Londres a abortar a la criatura y envié una solicitud en el conservatorio y me cogieron. No he vuelto a York desde ese momento; no soy capaz. Me hundo con el recuerdo de York. -los ojos se me llenaron de lágrimas. Harry se inclinó hacía mi, como pudo, y apoyé mi cabeza en su pecho, llenando la bata de hospital de agua salada. Me abrazó con fuerza y acarició mi cabeza. El abrazo fue cálido, con la compañía de un par de cables que conectaban a Harry a los calmantes. Me separé un poco de él para mirarlo a los ojos. Me dio un beso en la frente y volvió a abrazarme a la vez que le susurraba un pequeño "gracias".

-Bueno Harry, no te olvides de tomarte los calmantes, aunque no te duela para evitar que haya mucha hinchazón. Tomate también el antibiótico para evitar cualquier infección. Hasta el lunes que viene incluido. Nada de esfuerzos hasta año nuevo, ¿entendido? -le dijo la doctora que lo había tratado durante casi la semana entera que se hospedó en el hospital. Harry asentía con monótonos "sí" y con la cabeza. De vez en cuando rodaba los ojos ante las repetitivas explicaciones de la doctora. Yo estaba guardando las cosas de Harry y las mías en una bolsa de deporte. Habíamos decidido que Harry se hospedaría en mi casa hasta el treinta y uno de diciembre; aunque me costó convencerlo. Yo me había cogido "vacaciones" del conservatorio pues había estado todo el verano yendo y, por mi suerte, la señora Stephens cogió el mes de diciembre de vacaciones ahora que ya no teníamos que preparar la actuación. La doctora firmó los papeles para darle el alta a Harry y nos dirigimos hacia la salida dónde Louis nos estaba esperando con su coche para llevarnos hasta mi apartamento.

Me senté detrás con Harry. Nadie habló. Louis estaba concentrado en las transitadas calles del Londres central y Harry y yo contemplábamos Londres desde un punto de vista poco común: un coche. En la radio sonaba una bonita canción cuyo nombre no sabía porque mis conocimientos se limitaban a música clásica y ópera; pero me gustaba escuchar la radio de vez en cuando. Le pregunté a Harry el nombre de la canción y me contestó diciendome que se llamaba "Let It Go" de un tal James Bay. La canción era curiosa, o más bien la situación, pues la letra de esa canción me recordaba a Harry; me recordaba a Harry y a mí: a nuestra relación. Llegamos al apartamento y Louis se marchó pues encontrar sitio para aparcar en esa zona de Londres era un tanto complicado a no ser que pagaras una plaza de parking. Indiqué a Harry dónde encontrar su habitación provisional; no era muy grande, pero hacía la función. Le había traido parte de su ropa y cosas para que se sintiera en casa. Harry me lo agradeció y se fue a tomar una ducha "en condiciones" según me dijo. Aprobeché para empezar a hacer la cena: un poco de verdura y pescado. Sabía que Harry me odiaría por ello pero no me importaba. Y, como suponía, se quejó ante el plato que le esperaba en la mesa cuando salió de su revitalizante ducha, pero se lo comió. Después decidimos ver alguna película que dieran en la televisión; terminamos viendo Notting Hill con Julia Roberts y Hugh Grant. Según Harry era un pastelón, pero a mi me gustaba mucho; aunque ambos estuvimos de acuerdo en que era curioso ver mi apartamento en una película. Terminé dormida en los brazos de Harry antes de que terminara la película. Su agarre era cálido.

Le Quattro Stagioni #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora