Ventisei

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Inundé una bolsita de té verde con limón en cada taza llena de agua caliente.

-¿Quieres azúcar? -medio chillé desde la cocina para que Harry, que se encontraba sentado en el sofá, me escuchara.

-No. -me contestó. Suspiré, cogí ambas tazas y me dirigí hasta el salón. Harry estaba jugando con Sherlock. Dejé las tazas en la mesita de café y me senté al lado de Harry, pero con una cierta distancia entre nosotros; por prudencia. Harry dejó ir a mi gato, que se dejó perder en la oscuridad del pasillo. Crucé una pierna y me coloqué mirando hacia Harry con una taza de té en mis manos.

-Has hecho que pierda el vuelo que tenía, espero que tu motivo sea lo suficientemente bueno. -me quejé.

-Me están persiguiendo.

-Esto ya me lo has dicho. -dije seca -Además, a mí me está acosando Liam por teléfono y no vengo a picar a tu puerta. -seguí firme con mi tono de voz.

-¡¿Que Liam te está qué?! -me preguntó Harry alarmado.

-No me cambies de tema, estamos hablando de ti y de la supuesta persona que te está persiguiendo. -Harry suspiró.

-¿Te acuerdas del accidente del pasado diciembre?

-Como no voy a acordarme...

-Bueno, el hecho es que el mundo de las drogas es una red compleja e inexplicable; hay personas de muchísimo dinero metidas en ese lugar.

-Y te han encontrado. -concluí, obvia.

-Sí...

-¿Sabes que te han encontrado? ¿O lo intuyes?

-Me he encontrado a un chaval en mi cocina cuando he vuelto de hacer algunas compras.

-¿Sabes que la policía puede hacer más que yo?

-¿Pretendes que vaya a comisaría y denuncie que me están persiguiendo para que pague unas deudas que tengo por consumo de drogas? Te recuerdo que, según mis conocimientos, el caso del accidente sigue abierto. -me dijo claramente. Me removí incómoda en mi asiento.

-¿Y qué quieres que haga? No puedo ofrecerte nada más que una cama y comida. No puedo protegerte de nada. -dije insegura.

-Esto me vale; gracias. -me dijo. Le dio un sorbo al té.

-De nada. -le respondí, imitándole con el té. Un pensamiento atravesó mi mente cuando mis labios tocaron el tibio líquido. Supongo que empalidecí.

-¿Ocurre algo? -preguntó Harry, arqueando una ceja.

-Es que... -vacilé un poco mientras me mordía el labio- ¿qué pasa si te encuentran aquí? No es que no quiera ayudarte pero, tampoco quiero ponerme en peligro. -me sentí increíblemente egoísta justamente al acabar de decir la frase.

-No van a encontrarme aquí.

-¿Y cómo lo sabes? -Harry bufó cansado.

-Jamie, deja de preocuparte. Intentaré salir lo menos posible de casa y, en el caso de que me encuentren aquí, ya buscaremos una solución.

-Me estás pidiendo que no me preocupe ante la posibilidad de que se presenten a mi casa unos asesinos, claro, voy a tomarme un baño relajante y a hornear unas galletas.

-¡Deja de mirar solo por ti! -chilló Harry, tirando la taza al suelo. Sherlock se asomó asustado y yo di un pequeño salto, tirando un poco de té encima el sofá.

-¡Siento querer seguir con vida! -le devolví el chillido.

-¿Quieres parar de hacer eso? Para de querer ser siempre la buena y echarle la culpa a los demás; deja de ser doña perfecta. -me sentí increíblemente ofendida con las palabras de Harry. ¿Realmente me veía así?

-Ogh, Harry. Ni que tu fueras perfecto. -contraataqué.

-Tampoco he insinuado en ningún momento ser perfecto. Cometo mis errores, sí. Son errores gordos, lo sé, pero almenos lo admito.

-¿Qué insinúas? También reconozco mis errores. -le informé, cada vez más ofendida.

-¿A si? -me contestó él, burlón, y encendiendo mi ira cada vez más.

-Sí. -dije orgullosa y segura.

-Pues dime, me dirás que no fue un error quedar un día con Liam.

-¿Como sabes que quedé un día con Liam?

-Él mismo me lo contó.

-Tenía mis motivos.

-Ya, claro. -rodó sus ojos -¿Y qué me dices de tu queridísimo Niall? ¿Fue lo correcto crearle ilusiones, decirle que le querías, decirle que lo amabas, segundos antes de su muerte? -sus palabras se clavaron, una a una, en mi corazón. Un cúmulo de lágrimas subió hasta mis ojos y sentí como un nudo se creó dentro de mí. Respiré hondo y me levanté.

-Puedes irte. -le dije señalando las escaleras que llevaban hasta la puerta e intentando que mi voz no demostrara lo rota que me sentía por dentro. Harry se levantó bien orgulloso y se puso su chaqueta.

-Tenía razón. -dijo a mis espaldas. Apreté los puños para contener mis ganas de chillar, pero, lo que no pude contener, fue girarme con las lágrimas dibujando caminos en mi cara y contestarle.

-¿Que tenías qué? -le dije casi chillando. -¿Te hubiera gustado a ti que, la persona a la que amas y de la que estás enamorado, te rompiera por dentro mientras sientes que todo se desvanece? ¿Te gustaría que te rompieran el corazón segundos antes que dejara de latir? -paré un momento para respirar -¡Oh, no! ¡Espera! Que no tienes sentimientos. Eres la persona más fría que existe. Además, no tienes ni puta idea de lo que sentía yo por Niall.

-Prefiero ser una persona fría a ser una persona cursi y sentimental como tú. Niall merecía morir sabiendo la verdad. -me dijo sin mover ni un músculo de su rostro.

-¡Para ya Harry! DEJA A NIALL. -me abalancé sobre Harry, llorando como una desesperada, y dándole golpes con mis puños en su fuerte torso. No eran golpes fuertes, eran más bien débiles, pero mostraban mi tristeza, mi rabia y todo el odio que sentía hacia él en ese instante. Mis sollozos, junto a los gritos de Harry repitiendo "Jamie, para", resonaban por mi apartamento. Harry intentaba cogerme, pero yo era lo suficientemente ágil como para escabullirme de su agarre. Aun así, mis golpes eran cada vez más perezosos y mis piernas empezaban a avisarme que me vendría abajo de un momento a otro. Dejé que Harry me agarrara fuerte y dejé caerme entre sus brazos, haciendo que se viera obligado a dejarme en el suelo. Me senté como pude y Harry dejó que me apoyara en él. Me abrazó todo el cuerpo con sus grandes y fuertes brazos.

-Te odio Harry, te odio. Quiero que Niall vuelva. -decía sollozando entre palabra y palabra.

-Ya está Jamie, tranquila. -me dijo Harry tres o cuatro veces mientras me acariciaba la espalda con una mano.

Mi pecho se movía arriba y abajo aceleradamente.

Cuando mis lágrimas empezaron a agotarse y mi pecho comenzó a adoptar su ritmo normal, Harry se deshizo de mi agarre suavemente y se levantó.

-Debería irme. -dijo ya con un tono de voz más pausado y típico de él -Me buscaré un albergue o algo.

-No. -le dije levantando mi vista -No te vayas, una cosa no quita la otra. Quédate aquí hasta que encontremos una solución. -le informé, no muy segura de estar haciendo lo correcto para mantenerme fuera de la zona de peligro.

-Da igual, Jamie, no quiero causarte ningún problema. -dijo con una sonrisa rota. Estaba intentando mostrarse lo más sereno posible, pero notaba en su voz lo roto, angustiado y un poco rencoroso que estaba por dentro. Se puso bien la chaqueta y se enrolló la bufanda en su cuello para protegerse de un frío ya no tan intenso de finales de marzo. Se marchó silenciosamente, siempre con mi mirada encima suyo, dejándome descansando en el suelo de mi apartamento.

Cuando escuché la puerta cerrarse, me levanté de un arrebato. Bajé las escaleras corriendo con el temor de caer rodando. Abrí la puerta para encontrarme que ya se había hecho de noche y corría un aire feroz por las calles de Londres. Visualicé a Harry a, al menos, unos cien metros.

-¡Harry, espera! -le chillé desde la puerta de color blanco de mi apartamento.

Le Quattro Stagioni #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora