Sedici

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Niall me llevó con su coche hasta mi apartamento. Me acompañó hasta la puerta para asegurarse que llegaba bien a casa. Me ayudó a meter la llave en el pestillo; mi pulso era tembloroso.

-Gracias Niall. -le dije tímidamente.

-No vuelvas por allí Jamie. -me dijo él serio. No, no lo haría.

-No le digas nada a Harry. -negó con la cabeza. Me acarició el brazo y se marchó. Yo me quedé en el marco de la puerta, dejando que el frío me invadiera y se mezclara con mi alma, en ese momento, helada. Eran las ocho menos diez minutos de la tarde; debería empezar a hacerme la cena, pero mi estómago estaba cerrado. Llamé a Harry para decirle que estaba bien.

[...]

Ignoré el simple hecho de que ese sábado treinta de enero era mi veintitresavo cumpleaños. Es más, no me hubiera acordado de que era mi cumpleaños si no hubiera sido por el gran paquete que un repartidor me entregó a primera hora de la mañana y me despertó de mi dulce sueño. El paquete no era del todo un paquete; tampoco era un misterio saber lo que llevaba dentro. Mis padres me habían enviado el gato que dejé en York junto a toda mi vida; mis padres me habían enviado a Sherlock. Levanté un poco la jaula en la que venía el pequeño felino hasta dejarlo a la altura de mis ojos; lo miré con emoción. Su pelaje anaranjado estaba brillante y sus ojos color miel me miraban con admiración. Cerré la puerta a mis espaldas y liberé el animal de esa diminuta jaula. Subió silenciosamente las escaleras. Yo subí detrás suyo, dirigiéndome a la cocina, para llenarle de agua un bol. Llamé a Harry para que me trajera algunas cosas para el gato en su camino hacía mi apartamento.

Antes de que llegara Harry, mi familia me llamó para felicitarme.

Harry llegó, cargado con todo de accesorios para mi nuevo inquilino. Rechazó el dinero que le dí por todo lo que me había traído, pero le puse un par de billetes de cincuenta libras en su cartera cuando estaba en el baño. Nos pasamos la mañana jugando con Sherlock. Después de comer algo Harry se marchó y yo salí a dar una vuelta con Gemma, la hermana de Harry, y a comprar algunas cosas para el vigesimocuarto cumpleaños de Harry, que era en dos días. Compramos algunas guirnaldas para decorar mi apartamento y algo de comida. Yo le compré un ticket para hacerse un tatuaje y Gemma le compró un nuevo anillo para su colección. Comimos un snack de media tarde en una gofrería en Oxford St. llamada Wafflemeister. Sobre las siete y media de la tarde decidimos finalizar nuestra "tarde de cuñadas" si es que nos podíamos llamar así e ir hasta nuestras respectivas casas o, en el caso de Gemma, hostal. Se quedaría en el hostal hasta pasado el cumpleaños de Harry. Invité a Gemma a cenar unas pizzas en mi apartamento; ella aceptó. De camino al apartamento nos paramos en una rústica pastelería para encargar un pastel para Harry.

Abrí la puerta de mi apartamento y, a tientas, subí las escaleras. Una vez llegué al salón-comedor me tropecé con algo antes de llegar al interruptor de la luz.

-¡Sherlock! -me quejé. Pero unos pocos segundos después de haberme tropezado, Sherlock se acercó a mi haciendo que me diera cuenta de que no me había tropezado con él. Fruncí mi ceño, aún en la oscuridad. Abrí la luz lentamente, haciendo rodar el interruptor y dejando ver mi ligeramente cambiado apartamento. Había unos banderines colgados del techo, lo que me puso muy nerviosa ante la idea de tener que tapar agujeros de chinchetas o marcas de celo. Mi mesa estaba movida un poco hacia el centro del salón, llena de comida y con una bonita tarta enmedio de ésta. Harry, Ele, Louis, Niall e incluso Isabelle, Zayn y Ashton estaban rodeando la mesa. Una sonrisa, sincera, se dibujó en mi rostro.

-¡Sorpresa! -me dijeron todos a unísono. La sonrisa se me amplió. Gemma se unió al grupo que estaba alrededor de la mesa. Me acerqué a ellos para abrazarlos y darles las gracias. Primero abracé a Harry, le di un pequeño beso a lo que él me susurró "Ha sido mi idea". Ele le dio un pequeño golpe en el brazo en respuesta a su no tan susurro. Abracé y di las gracias a cada uno de los participantes para hacer de esa noche una maravillosa noche. Todo marchó sobre ruedas; nos creamos nuestra pequeña fiesta, con nuestras risas como banda sonora.

Le Quattro Stagioni #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora