Venticinque - Primavera

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-¿Cómo estás? -me preguntó Ele mientras me subía la cremallera del vestido negro. Me miré en el espejo y me pasé las manos por el ajustado vestido de color negro de manga corta que me llegaba hasta las rodillas.

-Es triste que tenga que llevar un vestido tan bonito en un lugar tan triste. -dije mientras me sentaba en los pies de mi cama y cogía los zapatos de tacón, también negros. -Me costó tres mil libras; es de Chanel. Y estos -dije levantando los zapatos negros, - me costaron otros dos mil; son unos Louis Vuitton. -me puse los zapatos y me até la fina tira que llevaban alrededor de mi tobillo.

-Jamie, hazme caso. -me exigió Ele, severa.

-No sé qué quieres que te conteste. ¿Qué estoy bien? Es obvio que no lo estoy, sólo han pasado cuatro días. En tres cuartos de hora empieza la ceremonia de despedida de Niall en el cementerio de Gunnersbury en la que también van a estar Harry y Liam. Echo de menos a Niall; lo quería de verdad, puede que no de la misma forma que él a mí, pero siento como que una parte de mí ha muerto con él. Pásame un pañuelo, por favor Ele, estoy a punto de llorar y me he pasado bastante tiempo intentando disimular mi mala cara con el maquillaje como para que se me arruine ahora. -ella me pasó un kleenex de mi tocador. Me di pequeños golpes con el pañuelo de papel en el lagrimal para que absorbiera las lágrimas y no cayeran.

-¿Quieres ir andando o llamamos a un taxi? -me preguntó Ele.

-Mejor taxi, gracias. -contesté con la mirada perdida en la réplica mía que formaba el espejo.

-Se lo diré a Louis.

-Ya lo pagaré yo. -Ele salió de la habitación para ir a decírselo a Louis, que estaba en el salón. Suspiré y me levanté de la cama para coger el teléfono móvil que tenía encima el tocador. Tenía tres mensajes de dos conversaciones.

Mi madre me mandaba dos:

"Hola princesita"

"¿Te parece bien que vengamos el jueves que viene a verte? ¿O prefieres venir tú? Ya hablamos"

No tenía ganas de ir a York, pero tampoco tenía ganas de tener a mis padres y mis hermanos en Londres. Tenía ganas de desaparecer y tenía el plan de pasar un par o tres de días fuera de Londres: en París, Barcelona o Roma.

El mensaje restante me lo enviaba Harry:

"Hola Jamie, ¿cómo estás? ¿Quieres que te pase a buscar? Ánimos, seguro que tocarás muy bien el piano."

Agradecí internamente el apoyo que me mandaba Harry a pesar de que nuestra relación siguiera igual de fría. Incluso se había enfriado más después de la muerte de Niall. Le contesté que no hacía falta que me viniera a buscar.

-Ya estamos listos, el taxi está esperando abajo. -me dijo Ele asomándose por el marco de la puerta. Me puse el abrigo de pelo negro y guardé el teléfono y la partitura en mi bolso negro de Michael Kors. Me di una última ojeada en el espejo antes de salir y cogí la rosa que había comprado para Niall: era del mismo azul que sus ojos, que me habían hipnotizado más de una vez. Cerré la puerta de mi apartamento con llave y me las guardé en el bolso; los tres entramos en el taxi.

Parecía que el día también había decidido vestirse de negro y llorar por Niall. Las ventanas del taxi estaban salpicadas de diminutas gotas de agua. El viaje no era largo ni mucho menos, en metro tardaba poco más de diez minutos, en taxi tardamos un poco más porque debíamos dar más vueltas y el tráfico era horrible pero no sobrepasamos los veinte minutos.

El cementerio de Gunnersbury estaba en el barrio Kensington y Chelsea; era un cementerio bonito y clásico y muy bien conservado; daba sensación de amplitud y era un bonito y reconfortante lugar en el centro del bullicio de Londres para llorar la muerte de un ser querido.

Le Quattro Stagioni #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora