Harry comía con desesperación la hamburguesa que se había pedido en Nando's. Yo comía la ratatouille que le había obligado a cogerse de acompañamiento. El restaurante estaba lleno de gente; lleno de ambiente. Era casi imposible hablar: había muchísimo ruido.
-¿Puedes ir a pedirme leche? -me preguntó Harry.
-¿Leche? -lo miré extrañada. Harry sacó la lengua y la señaló con su dedo.
-Picah. -dijo con la lengua fuera. Sonreí y fui a llenar la tarrina de helado que habíamos pedido para después.
-Te saldrá una úlcera en el estómago. -le dije mientras le daba el helado -Tanto picante no es bueno. -Harry puso los ojos en blanco. -¿Sabes cuánto tiempo debemos quedarnos aquí?
-Un par de días, puede. Yo me quedaría una noche más. -escondí mi cabeza entre mis manos.
-Quiero ir a buscar ropa al apartamento mañana, y a ponerle comida a Sherlock. -le dije alzando un poco la vista.
-No sé si será lo más sensato. -me advirtió. Me mordí el labio inferior y levanté la cabeza, quedando perfectamente sentada.
-Voy a ir igualmente. -le dije mirándolo un poco desafiante.
-No, no vas a ir. -me dijo comiendo un poco de su hamburguesa sin siquiera mirarme. Seguí mirándolo, frunciendo el ceño, levantando una ceja y más molesta que nunca.
-¿Perdona? -le dije inclinándome un poco hacia él.
-Que no vas a ir. -dijo, esta vez recogiéndose el pelo en un moño.
-¿Quién te crees que eres? Vienes a mi apartamento, de gratis; te estoy pagando un hotel caro de Londres; estoy poniéndome en peligro por ti y ahora vienes y me dices que no puedo tomar una decisión por mí misma. Muy bien Harry, esta vez sí que te has lucido. -me levanté de la mesa dando un golpe seco con las manos -Esta vez te has lucido la mar de bien. -le dije poniéndome el abrigo.
-Jamie... yo no quería. -dijo él levantándose.
-Guárdate las disculpas para otro momento. Nos vemos mañana. -me abrí paso entre las personas que hacían cola para pedir su cena y salí decidida del lugar. En ese momento tenía cuatro opciones:
La primera era comerme mis palabras y volver a Harry, con las manos en mis bolsillos y la cabeza gacha, para pedirle perdón por mi comportamiento.
La segunda opción era volver a mi habitación del hotel y ponerme a dormir, mirar la televisión o reflexionar sobre mi vida mientras me tomaba una copa de un vino carísimo en la terraza de mi habitación mientras escuchaba a nuevos compositores alternativos.
La tercera opción era coger el primer metro que pasara e ir a mi apartamento dejando a Harry por su cuenta y a mí por la mía.
La última, y puede que la más descabellada e impropia de mí, era buscar un club cualquiera y pasar el rato allí intentando desconectar de mi vida real, aunque fuera por unas horas.
De hecho, no sé qué motivos me llevaron a tomar una decisión, pero decidí dar una vuelta por el Soho, cercano a la zona que me encontraba, y entrar en el local que más buena vibraciones me diese. Era bastante temprano pero no le di demasiada importancia. Prescindí del metro, también me apetecía andar y airearme un poco.
Mi mente era una lluvia de emociones, recuerdos y estaba manteniendo una gran pelea en mi consciencia. No pude evitar hacer una rápida repasada mental a el radical giro que había dado mi vida en el último medio año. Mi vida era monótona y estaba perfectamente organizada antes de que la señora Stephens me diera la oportunidad de tocar la noche de nochebuena, lo cual acepte sin pensarlo dos veces: error. Aceptar esa atractiva oferta hizo que me enamorara de un chico rebelde, atractivo e, incluso me pareció en su momento, inalcanzable para una chica como yo. Aceptar esa maldita oferta hizo que perdiera mi trabajo en la Royal Academy of Dance tres días después de ser contratada; hizo que me enamorara del rulos, hizo que me preocupara y le cuidase; hizo que conociera a un chico de ojos azules y que, más adelante, tuviéramos una fugaz historia terminando en la peor de las tragedias, hizo que tuviera que escapar de la complicada mafia del mundo de las drogas; hizo que me reencontrara por el chico que me destrozó la vida que tenía en York. Aceptar esa oferta, hizo que la perfecta y ordenada vida de Jamie Amelia Niv pasase a ser la desordenada y caótica vida de Jamie Amelia Niv, donde el piano había pasado a un segundo plano. Se me llenó el cuerpo de una amarga angustia con ese resumen que había acabado de hacer. Cerré los ojos con fuerza para evitar pensar en ello y resetear mi mente.
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Le Quattro Stagioni #Wattys2019
FanficCuando la danza y la música se mezclan, crean maravillas. En el caso de Jamie y Harry, se crea un desastre; un desastre maravilloso. NOTA: A pesar de que algunos de los personajes estén inspirados en celebridades, no tienen nada que ver con la re...