Tredici - Inverno

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Diez de enero: el día se levantó con una casi invisible capa de nieve cubriendo todo el exterior de Londres. Yo me levanté con una visible capa de cansancio y maquillaje estropeado por la delicada textura de las sábanas. Me estropee un poco más mi maquillaje con la ayuda de mis puños al rascarme los ojos. Andé por el nuevo apartamento de Harry semidesnuda, sin pudor, hasta llegar a la tan deseada ducha, para hundirme en los relajantes chorros de agua cayendo sobre mi despeinado cabello. Me lavé el cabello con un champú masculino anticaspa de una marca cualquiera y luego hidraté mi cabello con lo que parecía una mascarilla. No encontré ningun jabón para el cuerpo así que ante tal situación no tuve más alternativa que lavarme el cuerpo con el champú anticaspa para hombre de una marca cualquiera.

Una tetera chilló.

Me envolví en un albornoz de color negro y me sacudí el cabello con una toalla de color blanco hasta ver que los mechones se empezaban a separar y las puntas ya estaban un poco más secas. Me peiné con los dedos y caminé hasta la cocina. El olor a tostadas se aposentó en mi nariz; sonreí al ver a Harry de espaldas preparando té. Me senté sigilosamente en una silla y apoyé mi cabeza en mis manos mientras miraba con ternura a Harry hacer el desayuno. Molly, la nueva gata de Harry, pasó su suave pelaje por mi pierna y luego se marchó.

-¿Puedes pasarme la leche? -me preguntó Harry. Yo asentí con la cabeza para después darme cuenta de que no podía verme pues estaba de espaldas. Me levanté y saqué una botella de leche de la nevera. Se la dejé encima el mármol y yo me senté en él, un poco más hacia la derecha. Balancee un poco mis piernas mientras miraba a Harry calentar la leche y mezclar el té negro con esta. Cuando lo terminó lo dejó en la mesa y, con un rápido movimiento, se acercó a mí para darme un cálido beso de buenos días.

-Buenos dias, Jam. -dijo casi en mi boca. Yo bufé; no me gustaba que usase ese apodo, no me gustaba que me llamase mermelada[1].

-Buenos días, Potter. -me separé de él y de un golpe salté de la encimera y me senté en la silla, lista para untarme la tostada con margarina y un poco de mermelada de naranja. Harry me siguió para hacer lo mismo. Le di un sorbo al té negro con leche y toqué el paraíso. La leche era espumosa y estaba deliciosamente bien combinada con el té.

Nos pasamos la mañana mirando la primera y la segunda películas de Harry Potter.

Después de comer, allí sobre las dos y media, me acompañó hasta la estación de metro de West Croydon, la más cercana a su nuevo apartamento en Croydon, y nos despedimos.

Bajé apresuradamente las escaleras pues el metro estaba a punto de salir y no quería perderlo; entré dentro el vagón por los pelos; las puertas casi me rozaron al cerrarse. Examiné la zona con la mirada y localicé un sitio en el cual, por supuesto, me senté. Saqué mi teléfono para enviarle un mensaje a Ele diciéndole que ya había cogido el metro y que, en media hora más o menos, estaría por allí. En Canada Water hice transbordo para coger un metro de la linia Jubilee. El vagón en el que me subí estaba lleno, el oxígeno brillaba por su ausencia y el olor era tan fuerte que, por un momento, sentí que desconectaba de este mundo. Intenté abrirme paso hasta algún agarre dónde apoyar mi peso y mantener mi equilibrio. Me llevé dos codazos y yo pisé a más de una persona, pero esos accidentes eran tan cotidianos que ya ni me immutaba. Llegué hasta una barra donde pude agarrarme, sintiéndome más segura. En Bond Street bajé para encontrarme con Ele, pero, cuando quise pasar a través de las puertas de la estación, la tarjeta decidió jugar conmigo y no funcionar. Intenté colocar la tarjeta de mil y una maneras distintas pero la máquina se limitaba a escupir mi tarjeta y escribir "ERROR" en su pequeña pantalla. Me pasé la mano por mi cabello, desesperadamente, y dejé una enorme bocanada de aire. Busqué con mi mirada por toda esa zona para ver si podía encontrar a algún revisor que me ayudara con eso. Había un chico ayudando a una anciana en una máquina que proporciona tarjetas. Me acerqué lo máximo que pude y esperé que el chico finalizara con la frustrada anciana debido a las "tan nuevas" tecnologías. Una vez finalizó con esa mujer, lo llamé, pero no me escuchó -o hizo caso omiso a mis palabras- así que lo llamé más fuerte repetidas veces hasta que se percató de mis gritos de "ayuda" y se acercó a la balla que nos separaba. Mis ojos se abrieron y di pequeños pasos hacía atrás, a pesar de que el chico no podía acercarse más a mi debido a la balla que nos separaba.

-Cuanto tiempo, Jamie. -dijo Liam.

-Yo...yo... -las palabras estaban atascadas en mi garganta. No sabía decir nada; no sabía chillar.

-¿Qué te ocurre, pequeña? ¿Necesitas ayuda? -dijo en tono burlón; un tono tan burlón que me asustó más de lo que estaba. Puse mi mano en mi bolso en busca de mi teléfono móvil. -No hay cobertura aquí abajo... Pareces una novata, después de estar casi dos años aquí en Londres. -sabía que había estado en Londres... Se me puso la piel de gallina y quise correr, pero mis piernas no quisieron moverse.

-Déjame Liam. -dije con una voz muy débil. Me giré para coger la Central line hasta la parada más cercana al restaurante de Ele: Holland Park. Pero, justamente cuando me giré, me choqué con alguien, tirándole todas sus cosas al suelo. Escuché como Liam soltaba una risa desde el fondo y lo maldije en mi cabeza.

Toda la tensión en mi cuerpo se desvaneció cuando la sonrisa de Niall apareció delante mi cara. Me disculpé mil veces mientras le ayudaba a recoger las cosas del suelo.

-No pasa nada. Por cierto, ¿qué haces por aquí?

-Oh nada, he quedado con una amiga a la salida de la estación...

-Hmm... -no parecía muy convencido, y tenía todos los motivos para no estarlo, mi comportamiento era un tanto curioso. Sonrió y pasó su tarjeta por la máquina. Yo lo volví a intentar, usando otra máquina, que decidió perdonarme todos los pecados que había cometido al largo de mi vida y dejarme pasar, con la mirada de Liam clavada en mí. Subí hasta la calle con Niall, preguntándonos las típicas preguntas de "¿Qué tal todo?" y felicitándonos el no tan año nuevo; por cortesía. Al llegar a la calle, Ele me estaba esperando con su smartphone en sus manos. Antes de que mi amiga me viera me despedí de Niall y nos prometimos que nos llamariamos pronto para vernos; le debía un té, cómo mínimo, por salvarme de la situación en la que me encontraba debajo tierra, sin que él lo supiese. Le di dos besos lo que le sorprendió[2] y como respuesta me abrazó.

Me encontré con Ella recibiendome con una sonrisa y haciendo que olvidara el desagradable encuentro que había tenido con Liam en el metro gracias a su agradable carácter y risas. Fuimos a tomar un té en una pequeña cafetería cuyo nombre no me fijé y nos pusimos un poco al día con nuestras cosas.

-El otro día vino un chico en el restaurante preguntando por ti. -casi escupo el té.

-¡¿Qué?! -dejé la taza en la mesa antes de que la tirara al suelo sin querer.

-Sí; la verdad es que me extrañó porque ahora estás con Harry... pero no sé. -dijo un poco confundida.

-No estoy con Harry...

-Lo que digas. -rodó sus ojos. -Pero acostarse con él y enviaros mensajes cursis y esas cosas que hacéis significa que estáis juntos; aunque no quieras asumirlo. -moví mis hombros en gesto de duda y volví al tema principal.

-¿Cómo era el chico?

-No sé, hace unos días ya, moreno, alto y ancho; pero ancho de fuerte no de gordo; cro que sus ojos eran marrones... La verdad es que era bastante guapo.

-¿Te dijo un nombre? -el pánico empezó a recorrer mis venas.

-No, sólo preguntó por tí y por tu dirección; obviamente no se la dí. -suspiré de alivio. -Creo que pagó con tarjeta, mañana te diré los nombres de los chicos que pagaron con tarjeta la noche de ese día.

-Gracias Ella.

-De nada, Jamie. Y dime, ¿qué tal con Harry? -suspiré y le conté mi vida.


Jam en inglés es mermelada.

En el Reino Unido es poco común darse dos besos/abrazarse cuando se da la bienvenida o se despide a una persona, se hace con personas cercanas; normalmente se da un apretón de manos.



1. Jam eninglés es mermelada.

2. En el Reino Unido es pococomún darse dos besos/abrazarse cuando se da la bienvenida o se despide a unapersona, se hace con personas cercanas; normalmente se da un apretón de manos.

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