Harry estaba sentado en su cama de hospital; la habitación ya era normal, compartida con un joven chico de más o menos su edad que se llamaba Niall: le habían operado de la rodilla. Yo estaba sentada en los pies de su cama, con las piernas cruzadas y mirándolo. Harry estaba desayunando por primera vez, tres días después del disparo. Yo me estaba comiendo una barrita de avena acompañada de un té negro con leche. El día se había levantado frío y con un cielo extremadamente blanco, con la nieve amenazandonos con aparecer en cualquier momento.
Harry se había visto obligado a renunciar a su puesto como bailarín en la actuación que hacíamos conjunta. Harry había renunciado a la posición que era nuestro punto de unión. Ya nada nos unía. Un chico llamado Liam lo sustituía pero aún no sabía qué aspecto tenía. Desde el accidente de Harry no había pisado el conservatorio y apenas había entrado en mi apartamento, sólo iba para ducharme y lavar mi ropa mientras Harry dormía la siesta. Ahora era yo la que debía tomar una decisión, tenía dos opciones: o renunciaba a mi puesto en la actuación para así hacerle compañía a Harry durante toda su recuperación y autoconsolarnos por el hecho de no hacer ninguno de los dos la actuación, ó, aceptar el puesto y dejar a Harry por su cuenta y sentir que lo traicionaba ante el hecho de sustituirlo por otro bailarín. Tenía presión por parte de la señora Stephens pues rechazara o no al puesto se tenía que organizar y Liam debía empezar los ensayos lo antes posible. Harry insistía en que no debía renunciar a la actuación por el hecho de que él no pudiera actuar ya que él podía cuidarse solo y que no debía preocuparme tanto por él ni por su felicidad; decía que no lo estaba decepcionando. Pero yo, en el fondo no me creía sus palabras. O no quería creermelas. Tampoco me veía capaz de bailar con otra persona que no fuera Harry; ya me había acostumbrado a su forma de trabajar y sabía que no podría adaptarme a un nuevo bailarín ni él a mí.
La tarde de ese mismo día, cuatro de diciembre, fui en taxi al conservatorio pues una línea de metro que necesitaba se había cortado debido al mal temporal: había estado nevando desde las once de la mañana hasta las dos de la tarde. Al llegar al conservatorio pagué con tarjeta al taxista ya que todo el efectivo me lo había gastado en máquinas expendedoras en el hospital. Me dejó justamente en la puerta así que solo subí unos escalones hasta la gran puerta principal. Una vez dentro, me sentí pequeña e insignificante dentro ese lugar. Estaba oscuro, más de lo habitual, y cada paso que daba resonaba por las paredes de ese antiguo lugar. Anduve hasta el final del pasillo, dónde se encontraba el despacho de la señora Stephens. Me paré delante su puerta y me armé de valor para picar dicha puerta con los nudillos. Esperé ansiosa una respuesta. Pero nadie me contestó. Miré el reloj; eran las tres y media, habíamos quedado a esa hora. Suspiré y esperé delante la puerta hasta que la señora Stephens apareció por uno de los múltiples pasillos del edificio. Nos saludamos y me invitó a entrar a su despacho. Nos sentamos y me ofreció una taza de te que yo, amablemente, rechacé.
-Siento lo de Harry. -dijo apenada.
-Yo también. -dije un tanto neutra.
-¿Qué tanto lo sientes? -puse mis ojos en blanco y ella se dio cuenta pero no dijo nada al respecto. Tenía una cierta rabia acumulada, sabía que no era la culpa de la señora Stephens pero el hecho de estar en una situación tan complicada para mí me hacía estar de mal humor y pagarlo con alguien y, ese alguien, era la señora Stephens. Pero ya tenía una respuesta para su tan complicada propuesta.
-Lo suficiente como para rechazar al puesto. -la señora Stephens se sorprendió más de lo que nunca habría pensado. Durante los siguientes treinta minutos insistió y trató de convencerme que no debía abandonar esa oportunidad tan significativa para mi por un chico; que mis padres no estarían contentos con mi decisión. También me dio una charla sobre el amor, que es pasajero. Pero yo no estaba haciendo eso por amor; lo estaba haciendo, principalmente, por principios y por respeto hacia Harry. El que me sintiera atraída hacia él o no, ese era otro asunto el cual también debería ser tratado más adelante pero no con la señora Stephens delante, como era obvio.
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Le Quattro Stagioni #Wattys2019
Fiksi PenggemarCuando la danza y la música se mezclan, crean maravillas. En el caso de Jamie y Harry, se crea un desastre; un desastre maravilloso. NOTA: A pesar de que algunos de los personajes estén inspirados en celebridades, no tienen nada que ver con la re...