Trentasei

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Con la punta del tenedor volví a tocar, con bastante desgana, el trozo de ternera que había en mi plato. El trozo de carne rodó sobre si mismo y descendió rodando por la montaña de arroz en la que había estado colocado.

-¿No te gusta el curry? -me preguntó Louis.

-No me desagrada. -dije con la mirada fija en el plato que poco a poco iba quedándose frío. Miré el plato de Louis: ya se había terminado el postre.

-Pues come. -me dijo autoritario mientras se llevaba el vaso de agua y seguidamente se lo llevaba a sus labios para absorber el líquido.

-Pero es que no tengo hambre. -me excusé, apartando el plato de mi vista, dejándolo en el centro de la mesa. Louis me miró con sus ojos azules color agua de caribe.

-Harry está bien, Mie. -me afirmó Louis.

-¿Cómo lo sabes? -dije un poco desesperada. -¡¿Por qué no me ha dicho nada?! -alcé un poco mi voz y tiré mi teléfono móvil encima la mesa.

-Te ha dicho que ha llegado bien a casa de Zayn y Rose hace una hora. En estos momentos debe estar cenando, y tu deberías. -me dijo Louis, manteniendo su tranquila y pasiva voz de siempre. -Dile algo tú. -me recomendó. Me lo miré con los ojos un poco más húmedos de lo habitual y empecé a teclear en mi teléfono para preguntarle a Harry qué tal iba todo.

Pasados un par de minutos me contestó que todo iba bien y que me quería.

Le contesté con un corazón de color rosa con un par o tres de destellos en él.

-¿Qué dice? -me preguntó Louis, quien se acercaba desde la cocina con un par de tazas de té.

-Que todo está bien. -le informé mientras cogía con cuidado para no quemarme una de las tazas de té que había llevado.

-Te lo he dicho... ¿Leche? -me dijo y preguntó mientras se echaba un poco de leche en su té.

-Y dos cucharaditas de azúcar también. -dije acomodándome en la silla, esperando que Louis lo hiciera todo por mi.

De golpe sonó el timbre.

-Será Eleanor, que me ha dicho que quería verte. -me dijo Louis mientras me ponía un poco de leche. Me emocioné.

Salté de la silla y corrí hasta la puerta de entrada para abrir y recibir a mi mejor amiga Londinense.

Chillé su nombre con emoción tan solo al ver un pequeño trozo de mechón de su pelo y un trozo de manga de su blusa de flores verdes que tanto aprecio le teníamos ambas debido a la tierna historia que se escondía detrás de la pieza de ropa.

La emoción se convirtió en desespero en milésimas de segundo cuando la puerta se abrió un poco más y vi que Ele no estaba sola. Ella venía con compañía; pero Ele no quería esa clase de compañía. Ni yo, ni nadie.

Pude sentir el frío del metal de la boca de fuego de esa pequeña pistola de color plata que reposaba en la sien de Ele como si estuviese en mi sien. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, desde los dedos de mis pies hasta el nacimiento de mi cabello. Sentía ganas de chillar pero mi voz no me lo permitía.

La cara de Ele estaba cubierta de suciedad. Había llorado, se le notaban dos caminos: uno en cada mejilla. El lado derecho de su labio superior estaba un poco abierto y se asomaba un poco de sangre. Tenía el pómulo izquierdo bastante rojo. Sus piernas temblaban y estaba sollozando lo más silenciosamente que podía.

-¿Quién es? -preguntó Louis desde el salón. Miré al hombre que sujetaba la pistola con una mano y el cabello de Ele con la otra. Negó con la cabeza levemente.

Le Quattro Stagioni #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora