Lena caminó con pasos rápidos al cuarto de su padre y él despertó alarmado. La puerta se abrió y las lágrimas que bañaban el rostro de la pequeña morena, no pasaron desapercibidas para su padre. La chica se apuró a sus brazos y él comprendió que había tenido un terrible sueño con el campo, otra vez.
Hacía una semana que habían vuelto y ella seguía asustandose por las noches. Su padre la acunó hasta que volvió a dormirse y se quedó observándola hasta que llegó la hora de ir a la escuela.
-Bonjour.-murmuró ella.
-Bonjour, fille.
-Ća va?
-Bien. Estoy bien.-dijo él, levemente molestos.
-Pardon.
-Estas pesadillas están consumiéndote. No te disculpes. No es tu culpa.-besó su frente.-Solo odio no lograr ser el padre que soy en mi mente.
Se puso de pie, bruscamente, y entró a bañarse. Lena se quedó en la cama, abrazando sus piernas, aguardando por él.
-Lena, vas a llegar tarde.-suspiró, al salir, mientras se ponía torpemente los pantalones.
-Sos el mejor papá del mundo.-dijo ella y luego salió disparada a bañarse y cambiarse para ir a la escuela.
Shawn sonrió con suavidad. Lo había esperado para decirle esas seis simples palabras que le habían hecho tan bien.
Subió al auto con su café y el de su padre y este le sonrió. Le acarició la mejilla, orgulloso, y se puso en marcha.
-Dimitri va a pasar por mi hoy.-dijo nerviosa.- Vas a venir, ¿Cierto? Vamos a conocer a su abuela. Es una condesa. Estoy nerviosa. Voy a meter la pata.
Shawn rió y tomó su mano, besándola.
-Fille, te va a adorar. Voy a acompañarlos. No entiendo por qué no vas solo con él. Es a vos a quien quieren conocer.-acarició el anillo y se esforzó por mantener la sonrisa.
-Estar en la escuela sin vos ya constituye un tormento.-dijo ella.-Solo quiero que estés ahí, papá.
-Entonces voy a estar.-dijo él.-Siempre.
Lena bajó en la escuela y comenzó con sus clases. Sus nervios quedaron más que expuestos en su clase de ballet. Las manos le temblaban. Un rostro entró al salón y ella dio un pequeño salto.
-¿Necesita algo, señorita? -preguntó la profesora.
-Necesito tener una breve conversación con Lena Green, si me lo permite.
Jamás la había oído hablar tan correctamente, por lo que tuvo que tragarse la risita que asomaba entre sus dientes. La profesora le dio el permiso y ella la siguió hasta el pasillo.
-Magda.-dijo, feliz.-¿Qué modales fueron esos?
-Los que vengo entrenando para hoy.-rió.-Necesito tu ayuda, urgente. Digamos que hay que usar determinada clase de ropa hoy y no la tengo.
-Yo tampoco.-admitió.-Hoy voy con la estilista de mi familia de compras. ¿Queres venir con nosotras? Es muy agradable.
-Acabas de salvarme la vida.-dijo, abrazándola.- Veo que los nervios te ganan. Van a adorarte, Lena. Y, mas allá de lo que su familia piense, Dimitri no va a renunciar a vos.
-¿Tu papá va a ir?-preguntó.
-Por supuesto. Ya arregló con tu papá. Creo que están más nerviosos que nosotros.
-Salgo en media hora.-dijo Lena.-Esperame y vamos a casa. Lu nos va a arreglar.
-Tranquila. -rió Magda.- Todo va a estar bien.
-Ça va.-murmuró la morena y Magda abrió sus ojos como platos.
-Hablas francés. -exclamó.
-Oui. Soy francesa.
-¿Desde cuándo? -preguntó sorprendida.
-Desde que nací.
-¿Dimitri lo sabe?-preguntó.
-Cuando duermo hablo en francés, también al despertar. Supongo que lo habrá notado.-dijo, encogiéndose de hombros.
-Lena, el abuelo de Dimitri es francés. Adoran a los franceses. ¿Vos estás nerviosa? Nervioso debería estar él de llevar una joya así a casa del conde y la condesa.
-Joven Green.-dijo la profesora, asomándose.
-Te espero afuera.-dijo Magda.- Francesa. Cada día me sorprendes más, Lena.
La morena volvió a su clase pero ya no estaba nerviosa, sino feliz. Bailó como si nada hubiera ocurrido, hasta que el suelo se convirtió de tierra y volvió a ver a los militares. Bailó, viendo como uno a uno sus amigos eran llevados a la enfermería. Bailó viendo a aquellos a quienes no había podido sacar. Su corazón se encogió. Pudo ver, a través de la ventana, a su padre aguardando por ella. La miraba con el ceño fruncido. Lena cayó, sosteniéndose el pecho y todos a su alrededor se detuvieron. La chica volvió a mirar por la ventana pero su padre ya no estaba ahí.
Los pasos pesados tardaron apenas unos minutos en llegar. El hombre cayó junto a su hija y sacó un inhalador de su bolsillo.
Lena lo miró y le rodeó el cuello con los brazos.
-Papi.-susurró con tal dolor que Shawn casi se larga a llorar.
Lena no estaba bien, lo necesitaba, necesitaba a su padre en aquel campo en el que los mantenían presos.
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Je t'aime.
Teen FictionMe acuerdo de Francia. Me acuerdo de las luces. Me acuerdo de ella.