El primero en verlas llegar fue Dimitri. Se acercó a la limusina y abrió la puerta. Los primeros en bajar fueron los padres, sonrientes, nerviosos. Bruce se aproximó a tomar la mano de Magda para ayudarla a bajar y dejó escapar un silbido al verla.
-Magda, me cautivaste.-dijo y ella rió.
Noah tomó la mano de Beth y la ayudó, dejando que Dimitri espere por Lena. Al verla salir, se quedó plasmado, embobado, enamorado. Ella bajó la mirada, avergonzada, y el joven de los cabellos dorados la rodeó con sus brazos. Besó sus labios con una delicadeza exquisita y le sonrió.
-Estás preciosa.-dijo.-Estás muy hermosa.
Todos juntos, entraron a la enorme estancia y, en la puerta, los esperaban el conde y la condesa.
-Abuela.-sonrió Dimitri.-Quiero presentarte a mis amigos y a sus familias. Y a Lena y su padre.
-Pasen.-dijo el conde, brusco.
Lena vio como Dimitri se esforzaba por mantener la sonrisa y acarició su mano con suavidad. Ese gesto no pasó desapercibido para la condesa, quien besó ambas mejillas de cada uno, deteniéndose en Lena.
-Una joven muy hermosa.-dijo a Dimitri.-Y muy especial al parecer.
-Lo es.-concordó el joven.
La condesa llevaba su cabello canoso y recogido en un moño perfectamente armado. Tenía los ojos oscuros pero más cálidos que cualquier otra persona.
Por su parte, el conde, lucía traje y el cabello se veía teñido de negro. Sus ojos eran verdes, intensos.
Al entrar, Dimitri se dirigió a él.
-Elle est petite.-dijo con rapidez y él miró a Lena de reojo, apenado.
-Oui.-susurró ella.- Je suis petite.-era consciente de que el conde esperaba que su nieto apareciera con una mujer y no con una niña.-Pardon.
El conde se vio sorprendido y luego volvió a su expresión anterior, pero lucía más tranquilo.
-Francesa.-susurró Magda, fascinada.
-¿Tu mange a pomme, petite fille?-preguntó el conde y el corazón de Lena se aceleró. Miró a su padre fugazmente y este vio un pequeño brillo en sus ojos.
La pregunta era simple. " ¿Quieres comer una manzana, niña? " No comprendía del todo la fascinación pero le gustaba.
-Je suis una pomme, grand pére.-dijo ella y presionó la mano de Dimitri con suavidad.
Shawn Green frunció el ceño, la condesa y Dimitri también. ¿Por qué Lena acababa de decir que ella era una manzana?¿Por qué había llamado al conde abuelo?
La realidad es que el conde tardó unos segundos en asomarse.
-Lena.-dijo, sorprendido, con lágrimas en los ojos.
Ella tomó la falda de su vestido y se inclinó con suavidad. Él hombre se acercó y la abrazó.
-Es imposible. Mery, es Lena. La pequeña Lena.-dijo mirando a su mujer. Nadie entendía nada.-¿Te acordas el hospital de Francia cuando perdimos a nuestro amado hijo? Es Lena.
-¿Dónde dejaste tus esperanzas de vida, querida?-preguntó la condesa.- Poco tiempo de vida. Cuan confundidos estaban.
Lena rió y el conde volvió a abrazarla. Dimitri no entendía nada y ella le tomó la mano.
-Pasemos, Jaime.-le dijo Mery a su marido.-Creo que hay una historia que contarle a nuestros confundidos invitados.
-No entiendo nada.-murmuró Dimitri al oído de Lena y ella le acarició la mejilla.
-Yo quiero contar la historia. -le advirtió el conde a ella.-Sabes que me gusta contar historias.
Todos tomaron asiento. Shawn buscó a su hija y se sentó a su lado, dejando que Dimitri tome el otro lado.
-Hace trece años, -dijo Jaime, con juventud en la mirada.- estábamos en los pasillos del hospital en el que nuestro hijo, padre de Dimitri, se encontraba internado. Habíamos presenciado un desagradable alboroto en el que sacaban a una joven, borracha, del lugar. Lena permanecía de pie, con su bata de hospital mientras lloraba, en el más alto de los escalones, llamando mamá a quien acababan de sacar. Mery fue quien la tomó en brazos.-dijo y buscó la mano de su esposa.- Los médicos nos guiaron a su habitación y la dejamos ahí, luego de que se durmiera. Cosa que era muy difícil. -la mejillas de Lena tomaron color y su padre sonrió. Era la visión de su pequeña cuando era más chiquita aún, y le encantaba.-En nuestros ratos libres del cuidado de nuestro hijito, íbamos a verla. Pronto nos enteramos de la poca esperanza de vida que tenía y nos prometimos no dejarla. Muchas cosas pasaron en ese cuarto de hospital.
-Ponías tu corbata en tu cabeza y decías que eras un elefante.-rió Lena.-Decías que era más divertido pasear en elefante que en caballo.
-Y lo era.-sentenció él.- Te contamos tantos cuentos para que te quedaras dormida. Parecía que querías vivir todo eso que la medicina decía que no podías. De ahí salió lo de las manzanas. Nuestra pequeña no quería tomar su medicina, así que cada día, las metíamos en su manzana y ella la comía en silencio.-Shawn le acarició la mano.-Pero un día llegamos y ya no estabas. Creímos que la hora había llegado.
-Mamá me sacó del hospital y me dejó en un concierto que me llevó a brazos de mi padre.-dijo ella.
-¿Quién es el desgraciado?-preguntó furioso, levantándose de golpe.-Nunca se lo perdone a tu madre y eso se lo dejé bien expreso. Ahora quiero ver quién fue el que te abandonó.
-Papá no sabía de mi.-se apuró a decir ella.- Pero se hizo cargo de mi desde el primer momento. No puedo reprochárselo a mi madre. Me abandonó en un recital, si, pero eso me llevó a reunirme con él. -sonrió.- Grand pére, il est bonno.
El conde se aproximó a Shawn y Dimitri se puso de pie junto a Lena, tomando su mano.
-¿Comment s'appelle ton pére?-preguntó.
-Mon pére s'appelle Shawn.
Entonces el conde estrechó su mano y sonrió.
-Merci.
El aire contenido por todos, se liberó. Ella rozó la mano de su padre, se veía más tranquilo ahora.
-Gracias a usted.-dijo y el conde volteó a mirarlo.-Por darme una visión de mi hija que nunca pude tener y por cuidar de ella cuando no pude hacerlo.
Todos avanzaron al comedor y Magda se acercó a Lena.
-Sos una caja de sorpresas.-rió.
-Creeme que no tenía idea.
ESTÁS LEYENDO
Je t'aime.
Ficțiune adolescențiMe acuerdo de Francia. Me acuerdo de las luces. Me acuerdo de ella.