Capitulo 41.

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Nicholas corría, corría con todas sus fuerzas. Intentaba alcanzar a alguien, pero ¿a quién? Su pecho ascendía y descendía salvajemente mientras movía sus brazos a ambos lados de él impulsándose parar aumentar su velocidad. Pero sus intentos parecían resultar en vano. Sentía el latir de su corazón aporreándole las sienes con brutalidad. ¿Por qué demonios corría? ¿Huía de algo? Ni siquiera lo sabía. Y entonces, de repente, apareció la figura de un jóven ancho de espaldas. Nicholas frenó en seco, una fuerza mayor lo obligó. Se quedó mirando fijamente al chico, mas no pudo reconocer de quién se trataba porque una nube negra cubría su rostro. Contempló expectante cómo el brazo de éste se alzaba portando una nueve milímetros. «¡Mierda, voy desarmado!», pensó cuando comenzó a palpar sus costados buscando su arma para poder defenderse. La escena se congeló un momento dando lugar a que apareciera la figura de Jesica al lado del jóven armado. Los latidos del corazón de Nick aumentaron aún más si era posible. ¿Qué hacía ella ahí? «¡Jesica, corre!», quiso gritarle pero sus cuerdas vocales no emitieron ningún sonido. La angustia creció cuando el sujeto la apuntó con la pistola justo en su sien izquierda. Jes contemplaba a Nicholas sin expresión en su rostro, le mantenía la mirada sin siquiera pestañear. Parecía una muñeca de trapo olvidada en el fondo del baúl. «¡Jesica!», quiso volver a vociferar. «¿Quieres dedicarle algunas últimas palabras, princesa?», musitó la voz estridente del chico, Nicholas sentía como si estuvieran desgarrando las paredes de sus oídos. «¡Maldito hijo de puta!», deseó gritar y avalanzarse sobre él. Pero resultó nuevamente en vano, no podía moverse. Jesica seguía mirándolo como si se encontrase sin vida, y él se la devolvía con el corazón en el puño pensando que la vería morir y no podría hacer nada. Entonces, el jóven cambió la trayectoria de la nueve milímetros pasando a apuntar directamente al corazón de Nick en un movimiento tan rápido que a éste le costó captarlo. Le echó un vistazo y alzó su mirada hacia el sujeto que la portaba. «Adiós, Nicholas» y apretó el gatillo. El ruido sordo del arma estampó contra sus oídos a la vez que sentía algo desgarrarse dentro del pecho y los miles de trocitos de metralla instalarse en su órgano más vital.

Nicholas despertó al instante totalmente sobresaltado. Estaba chorreando sudor, la almohada estaba empapada y su camiseta grisacea de la Universidad de Chicago se pegaba a su cuerpo a causa de ese pegajoso líquido. Podía notar cómo sus pulmones chocaban con brutalidad contra su pecho al llenarse de aire. La misma sensación taladrante del latir de su corazón sobre sus sienes que había sentido durante la pesadilla se instaló en la realidad. Medio incorporado sobre la cama y con la cara totalmente descompuesta, alargó una mano hacia la mesilla buscando encender la lámpara. Pudo tranquilizar un poco su angustia cuando la luz fue protagonista en su cuarto.

— ¡Joder! —vociferó en la soledad de su habitación cuando su respiración le permitió emitir palabra.

Secuencias de imágenes de la pesadilla se repetían en su cerebro una y otra vez. Nick cerró los ojos fuertemente intentando que así desaparecieran. Cuando sus fuertes latidos dejaron de aporrear las cavidades de su cerebro, pudo pensar a qué demonios se debía todo. Tras Nick abandonar la casa de su madre esa misma noche y regresar a su apartamento, en la luna del coche había un papelito entre el parabrisas. «No creas que me he olvidado de aquello que tenemos pendiente. Echo de menos verte, pero pronto podré hacerlo, princesa». Era una nota de Joseph recordándole que seguía atentando contra su vida. El hecho de pensar que lo podía tener cerca, acechándole justo cuando él tenía la guardia baja, le creó demasiada inquietud.

El teléfono de Nicholas comenzó a vibrar sobre el mueble de la mesilla. Dio un leve salto sobre su cama debido al susto. Lo cogió con cierto miedo pensando que tal vez podría tratarse de Joseph, pero la frase «la que sabe meterse contigo» disipó esas ideas. Era Jesica.

— Hola —musitó Nick casi con un hilo de voz.

— Nick, ¿estás bien? —la preocupación que expulsaba su tono era palpable. No era común que Nicholas la saludase con un simple «hola» y mucho menos con la voz descompuesta.

El principal detonante [Fanfiction].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora