Capítulo 11
El sábado y el domingo se desvanecieron y quedaron solamente como un bonito recuerdo. Jude y Michael volvieron a su rutina habitual.
Jude caminaba por los pasillos del estadio. Recorría el mismo lugar todos los días de lunes a viernes a la misma hora. Eran las ocho de la noche y él ya había salido de trabajar. Estaba cansado y agotado. Su equipo aún tenía dudas de poder ganar con un coach gay, como ellos lo llamaban a sus espaldas, aun cuando Jude lo supiera de antemano. Suspiró profundo y dejó salir el aire por la boca mientras se colocaba la mochila en el hombro derecho. Siguió caminando hasta que llegó al estacionamiento —junto a su auto— y dedicó dos minutos a buscar sus llaves en las tantas bolsas de sus pantalones. Debía dejar de comprar prendas de esa clase, con bolsas hasta en los tobillos o etiquetar los lugares en donde guardaba las cosas, así sus jeans estarían llenos de tiritas blancas que recitarían "Llaves" "Cartera" "Suelto" "Cochinaditas", etc. Puso los ojos en blanco cuando logró encontrarlas en la primera bolsa que buscó, pero que no había revisado a fondo.
—Típico— se quejó para sí mismo y quitó la alarma del auto. Se subió a éste y después de haberse puesto el cinturón, lo encendió para ir directo a casa. Anhelaba un buen baño, uno de verdad; que le ofreciera privacidad, todo el jabón que quisiera y exfoliador para el rostro. También quería cenar y dormir durante el resto de la noche completamente desnudo, usando únicamente calcetines con bolitas rojas.
El quaterback del equipo de L.A conducía entre el tráfico a las ocho y quince de la noche. Había autos aquí y allá. Gente caminando por la aceras, puestos prendiendo sus luces y varios bares abriendo. Los autobuses seguían pasando sin cesar y el subterráneo comenzaba a llenarse mucho más. Eran las ocho y dieciséis cuando el semáforo cambió de la luz roja a la luz verde. Jude Rickman bostezó por enésima vez en cinco minutos. De verdad que estaba agotado. Quizá ni siquiera se bañaría, ya lo había decidido en el camino. Su cuerpo le estaba pesando tanto, que incluso conducir le daba flojera, pero no podía dejar de hacerlo si quería estar en su cuarto lo más rápido posible, aunque no aceleró la marcha más de lo debido. Siempre era precavido. Dio vuelta a la izquierda en la siguiente cuadra, siguió derecho durante ocho más y volvió a dar vuelta a la izquierda. De pronto, en el siguiente alto, pudo ver cómo su parabrisas que llenó poco a poco de pequeñas gotas de agua hasta que se convirtió en una tormenta muy fuerte. Era lo único que le faltaba. Al menos la lluvia no tenía rayos ni truenos, porque eso le aterraba. Parecía estúpido y tonto que algo así le diera miedo a un hombre de 24 años.
El semáforo volvió a darle el pase y aceleró de nuevo. Puso algo de música, rock clásico en español. Entre los tantos idiomas que sabía hablar, su favorito era ese, el español. Le parecía un idioma verdaderamente complicado, pero además, tenía canciones muy bonitas como "Benita tu luz" de su artista favorito, maná. Eran álbumes viejos.
Vio un puesto ambulante de hamburguesas y decidió aparcar unos minutos allí, pero había mucha gente formada y él no llevaba sombrilla. No le apetecía mojarse para nada, así que suspiró y pensó que sería mejor si iba a un autoservicio. Encendió el auto de nuevo pero una capucha roja llamó su atención entre la multitud. Se quedó viendo fijamente a esa figura masculina tan reconocida hasta que alguien chocó con él y le quitó su única protección. Era Michael, estaba hecho una sopa y protegía con su cuerpo una bolsa de plástico que abrazaba con fuerza contra el pecho. Las gotas de lluvia le escurrían por el copete y el rostro, sus mejillas estaban rojas y sus labios le flaqueaban por el frío que se colaba entre su ropa. Permanecía allí, parado estático mientras esperaba que algún taxi o camión tuviera piedad de él y se detuviera a llevarlo a casa. Cualquiera diría que al muchacho no le importaba si se mojaba o no, porque no hacía el mínimo intento de correr o moverse, pero la verdad es que sus extremidades estaban tan congeladas, que no podía hacerlo. Jude suspiró y en su mochila buscó apresurado la chamarra impermeable que lleva todos los días a los entrenamientos. Salió del auto corriendo y se la puso en los hombros al muchacho.
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Michael y Jude
Teen FictionMichael es un chico tímido. Jude es un jugador de futbol americano que se muda a Los Ángeles con su familia. Sus caminos se cruzan y es allí donde comienza todo.