Capítulo 12

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Capítulo 12

El beso se incrementó conforme la sangre de ambos chicos fluía por sus rostros. Michael colocó sus delicadas manos sobre el pecho de Jude y empujó un poco para separarlo, pero él no se separó ni un poco. Su cuerpo permanecía firme antes el ósculo. El aire comenzó a faltarle a los dos pocos segundos después y entonces tuvo que tomar su espacio para poder recuperarse de aquel repentino acto.

Michael se alejó de inmediato y volvió a acomodarse en su asiento. Estaba hirviendo de la cara, era su segundo beso, pero esta vez alguien más había tomado la iniciativa y no había sido a causa de un estúpido juego de nada. Miles de pensamientos se cruzaron por su cabeza y su corazón no dejó de latir muy rápido. Volteó la cara hacia la ventana. Sus ojos se llenaron de lágrimas por alguna razón que él no llegaba a comprender. No estaba triste, tampoco feliz...se sentía extraño. Como confundido, como hundido en un mar de ilusiones. Temía que sólo fuera un juego y que todo aquello que apenas comenzaba se fuera en un abrir y cerrar de ojos.

Jude suspiró.

—¿Estás bien?— preguntó. Afuera, las gotas de agua sólo se intensificaron y los autos apenas se habían movido un ápice de su lugar. La fila era enorme después de Jude, pero ellos eran los cuartos en ella y no faltaba mucho para que los atendieran. Además Jude no quería ir a ninguna parte sin su hamburguesa, por lo que prefería esperar allí quince minutos más. Algún conductor se desesperó y decidió salirse, por lo que el tiempo de espera se aminoró. Jude tuvo que acelerar unos cuantos metros para cubrir el hueco que el vehículo había dejado.

—Estoy bien...es sólo que...—Michael no sabía qué contestar. Ahora estaba asustado y la voz le tembló al decir la última palabra. Quizá estaba tomando las cosas demasiado a pecho. El caso es que a él nunca le pasaban cosas como esa y nunca creyó que lo hicieran. Él imaginó siempre una vida en solitario a pesar de que la mayoría a su rededor sabía sobre su preferencia sexual. Así era más fácil. Sin complicaciones por eso del amor o el noviazgo. No tendría que sufrir por nadie ni mucho menos llorar cuando sucediera lo inevitable. Terminar la relación.

—Yo creí que querías que te besara y lo hice— se encogió de hombros. Michael no pudo contestar. ¿Cómo le iba a decir que estaba en lo cierto pero que estaba asustado? Porque era ridículo sentirse de esa manera por algo que toda la gente hace. Por algo que incluso él había hecho hacía una semana atrás con el hermano de Jude. Pero para él, eso había tenido un sentido diferente, porque a pesar de su insignificante atracción física, no había venido desde dentro. Tal vez se estaba enamorando de aquel hombre, ese perfecto hombre y eso era lo que temía.

—Lo siento— dijo Jude luego de esperar una respuesta que no llegó. Quizá había interpretado mal las palabras de Michael. Quizá había actuado demasiado aprisa porque sus deseos le gritaban que lo hiciera. Tal vez Mike sólo buscaba una amistad y no una relación. La confusión también se apoderó de la mente de Jude y comenzó a perturbarlo. Le dio tantas vueltas a esa pregunta invisible que le dolió la cabeza.

Miró el reloj una primera vez. Eran las nueve en punto. Ojalá no se hubiera encontrado con Michael, ojalá no se hubiera detenido en ese pequeño puesto atiborrado u ojalá no hubiera volteado entre la muchedumbre para descubrir su pequeña capucha roja. Miró el reloj una segunda vez, parecían años los que habían transcurrido, pero el reloj ahora marcaba las nueve con una. Un click sonoro en algún lugar interrumpió sus pensamientos. Buscó la fuente del ruido hasta que la encontró. Era la puerta del copiloto. Michael volvía afuera, donde no cesaba la lluvia.

—Lo siento, tengo que irme ahora—dijo éste y salió corriendo dejando la puerta abierta. Entre lagos de agua encharcada y gotas que le lastimaban la cara cuando se estrellaban con ella, huyó del único refugio que lo protegía de las fuertes ventiscas. Las lágrimas afloraron en todo su estupor sin titubear una vez que corría por las calles atiborradas de gente que tenía que empujar para hacerse paso. Pero nadie las notó porque se camuflaron con el agua que lo empapaba.

Jude se quedó allí sin saber qué hacer. Los dos autos que quedaban delante de él se había ido y los vehículos de atrás le pitaron desesperados para que avanzara, pero él no se movió. Sintió nostalgia por haber hecho algo mal. ¿Qué pasaría ahora?




Michael y JudeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora