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Narra Peeta:

Hoy es mi cumpleaños. Mi padre me dijo que fuera a cenar a casa con ellos. Delly ha venido temprano a felicitarme y darme un regalo, ha estado poco rato ya que tenía que abrir la tienda. Y Prim me ha dejado un delicioso queso de su cabra hace un momento. A Katniss todas las noches la escucho gritar, pero no me atrevo a ir a verla. No sé si sigue mal por lo que pasó hace unos días cuando se quedó a dormir en mi casa. Aunque luego parecía que las cosas volvían a estar bien entre nosotros la he notado un poco rara estos días y he decidido darle su espacio.

A mitad de mañana alguien toca mi puerta, al abrir no encuentro a nadie, de casualidad antes de cerrar veo un paquete en el suelo. Dentro de casa rompo el envoltorio y encuentro un maletín de pinturas, por su aspecto es del Capitolio, aquí no consigo estas pinturas para mis cuadros. Una nota cae al suelo con una simple frase: "Te espero en el bosque". Entiendo que es de Katniss, aunque quizás Gale me cita allí para darme una paliza. Riéndome de mi estúpida ocurrencia me dirijo al bosque. Tomo las precauciones de Katniss, voy a un sitio alejado, miro que no haya nadie cerca y escucho por si está encendida la valla. Paso por ella y camino por el bosque el cual es grande, no sé cómo voy a encontrarla. Pero ella enseguida me escucha y acude a donde estoy. Para algo bueno ha servido hacer tanto ruido al andar. Carga con una mochila bastante llena y una cesta que trata de ocultar.

Toma mi mano y sin hablar me dejo guiar por ella. Llegados a un punto, tras caminar bastante, se para.

- Quédate quieto y cierra los ojos – me pide.

- ¿Qué?

- Hazme caso, por favor.

Obedezco y escucho que se aleja. 5 minutos más tarde, cuando estoy empezando a ponerme nervioso vuelve a coger mi mano.

- No mires – me dice colocando su otra mano sobre mis ojos.

- Vale.

Me paro al notar que se ella lo hace.

- Ya puedes mirar.

Retira su mano y abro los ojos y la boca asombrado por lo que veo. Un cristalino lago se extiende frente a mi. Katniss me lleva a un lado y entonces me doy cuenta de que hay una manta en el suelo con unos bocadillos y en medio una pequeña tarta decorada de color naranja.

- ¡Felicidades! - exclama.

- Gracias – contesto asombrado -. ¿Tú has hecho todo esto?

- Prim me ha ayudado con la tarta. ¿Comemos?

- Si – consigo decir, aún sorprendido por todo lo que ha preparado.

Cuando acabamos con los bocadillos corta la tarta

- Sabe bien – le digo al probarla.

- Algo seca. Pero se puede comer.

- Ya mejorarás.

- Dejaré la repostería para ti y me dedicaré a lo mio, cazar.

- No se te da tan mal la repostería, de verdad. Palabra de panadero.

- ¿Te quieres bañar? - pregunta de repente.

- ¿Qué? No sé nadar - le digo asustado.

- Yo te enseño. Confía en mi.

- ¿Este es el lugar especial que decías?

- Si. Mi padre me traía de pequeña, él me enseñó a nadar. Cuando estemos en el agua te mostraré las plantas que me dieron nombre.

- ¿Y vamos a nadar con ropa? - pregunto, no creo que sea sin ropa pero con ella puesta tiene que ser incómodo.

- Yo normalmente nado sin ropa, porque estoy sola – contesta apurada -. Pero le pedí a Effie que me mandara unos trajes de baño, de los que usan en el Capitolio, así que con eso nos bañaremos.

- Gracias por las pinturas – le digo, ya que al mencionar el Capitolio me he acordado.

Saca de la mochila un pantalón corto para mi y algo para ella que no veo.

- Me voy a cambiar – dice, y se mete en una pequeña cabaña que no había notado.

Yo me escondo un poco entre los árboles a ponerme el bañador. Lo hago rápido, no me gusta estar allí sin Katniss, si sale algún animal no sabría que hacer.

Espero a Katniss en la orilla, viene tapada con una de las mantas.

- ¿Ocurre algo? - le pregunto.

- Pensaba que esto tapaba más – dice sonrojada – no mires.

Cierro los ojos y la oigo entrar al agua.

- Ya.

Entro lentamente, nunca he estado en un sitio con tanta agua y me da mucho respeto.

Katniss se acerca y me tiende su mano.

- Ven, no pasa nada.

Veo que su bañador es de dos piezas y la verdad es que cubre bastante poco, normal que le diera vergüenza que la viera.

Me lleva un poco más adentro hasta que el agua me llega por el pecho. Ella me suelta y nada a mi alrededor, me asusto cuando se sumerge y tarda en salir a la superficie.

Aquí Katniss parece tranquila y feliz.

- ¿No le has enseñado a nadie este sitio?

- A Gale – dice sin mirarme – veníamos a veces a pescar.

- ¿No nadas con él?

- No. Mira esta es la planta que me dio nombre – dice cambiando de tema y mostrándomela – cogeremos alguna antes de irnos para que la pintes en el libro. Y ahora a nadar.

Después de mucho rato consigo hacer algo parecido a nadar.

- Ya mejoraras.

- ¿Como tú con los pasteles?

- Oye, me has dicho que lo hago bien, ¿acaso mentías?

- Siempre se puede mejorar.

Ella intenta darme un golpe y yo al esquivarla me resbalo, si no me sujeta a tiempo termino con la cabeza dentro del agua. Nos quedamos muy cerca, Katniss agarrándome de los hombros y yo a ella de la cintura.

Las ganas de darle un beso me pueden, me acerco despacio hacia Katniss que me mira pero no se aparta. Cuando estoy muy cerca de su boca me arrepiento y apoyo mi cabeza en su hombro, ella me abraza y se pega a mi. Es maravilloso sentir su piel contra la mia, no seré yo el que me separe primero y parece que ella tampoco lleva intención.

Un ruido nos vuelve a la realidad. Nos giramos y vemos un conejo cerca de la manta.

Suspiro aliviado.

- Deberíamos salir a secarnos, para que no se haga tarde – dice separándose lentamente de mi.

- Si, tienes razón.

Tras coger algunas plantas salimos y nos tumbamos al sol a bastante distancia. Procuro mirar en dirección opuesta a donde está ella, está cohibida y no quiero que se sienta peor.

En cuanto se seca corre a cambiarse y vuelve a estar normal. Yo me cambio después en la cabaña.

Recogemos y emprendemos el camino de vuelta. La acompaño hasta la puerta de su casa.

- Muchas gracias por todo – digo abrazándola.

- No ha sido nada. ¿Quieres pasar un rato?

- Mi familia me espera para cenar. ¿Quieres venir?

- Creo que no.

- Te recuerdo que eres mi prometida.

Pretendía hacerla reír pero fracaso estrepitosamente. Una triste mueca aparece en su cara.

- Nos vemos – le digo marchándome a paso rápido. Creo que he estropeado el día.

Me ducho y voy a la panadería. La cena con mi familia trascurre normal, nunca han sido muy animados. Mi madre parece molesta por mi visita así que enseguida me despido y me marcho.

Entro en casa desanimado por como ha terminado el día, al encender la luz de la entrada me asusto al ver una sombra en el salón.


Aliados, amigos, mentores, prometidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora