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Paso horas en el sofá de mi casa sin hacer nada. No creo que pueda dormir porque a parte de no tener a Peeta he dormido mucho en su casa. He escuchado parte de su conversación con Haymitch y como siempre tiene razón, visto desde fuera parecemos dos aprovechados, pero ambos sabemos que no es así. Nos necesitamos ¿tan malo es eso? Nadie mejor que Peeta me comprende, hemos pasado por lo mismo es normal que nos entendamos. Él me conoce demasiado, sonrío al recordar como muchas veces se anticipa a mis movimientos, como cuando me coge de la mano porque sabe que estoy mal, o me abraza antes de ponerme triste. Es increíble cuanto me ha llegado a conocer en este año.

Mi hermana y mi madre ya se han acostado. Yo deambulo por la casa sin saber que hacer. Al mirar por la ventana veo luz en casa de Peeta. Sin pensarlo dos veces me dirijo allí y llamo.

Me abre un sorprendido Peeta sin camisa.

- ¿Todo bien Katniss? - pregunta preocupado.

- Si. He visto luz aquí y ...

- Estaba pintando. ¿Quieres pasar?

Asiento y entro.

- ¿Puedo ver lo que pintabas? - le digo.

- Claro ...

- ¿Qué pasa? ¿Es de los juegos?

- No, es ... bueno, miralo.

En su estudio encuentro un cuadro de Laurie, por eso no sabía si enseñármelo. Se ve feliz, me acuerdo de esa escena. Fue al subir al tren, cuando vio todo esa comida. Una enorme sonrisa surcaba su cara.

- ¿Te gusta? - me pregunta Peeta con cautela.

- Es muy bonito.

- No sabía que pintar pero ha venido esta imagen a mi cabeza, es el único momento en que la vi feliz y ... bueno, había pensado en dárselo a su familia.

- Les gustará tenerlo. ¿Harás alguno de Paul? - él asiente.

Me fijo en el fondo de la habitación, hay muchos cuadros tapados pero uno en concreto no y llama mi atención, porque sé quien es la persona del cuadro. Me acerco lentamente apreciando sus detalles. Es Rue, con los ojos cerrados, cubierta de flores, tal y como yo la deje. La última imagen que tuve de ella.

Peeta viene corriendo a taparlo.

- Perdona, no me he dado cuenta.

- No Peeta, es precioso - tras un largo silencio añado -. ¿Vas a seguir pintando?

- No, he terminado por hoy.

- ¿Vas a dormir?

- No llevaba idea de hacerlo.

- ¿Horneamos?

- ¿Ahora?

- ¿Y por qué no? Yo no tengo nada mejor que hacer, ¿y tú?

- De acuerdo – dice.

Se pone una camiseta y me da un delantal. Lo empujo hasta una silla.

- Tú ahí quieto y no digas nada.

Él me mira sorprendido.

Saco todos los ingredientes recordando la receta que nos enseñó. Peeta desaparece un momento y vuelve con un libro que se pone a leer mientras yo mezclo los ingredientes, aunque puedo ver que me mira de vez en cuando mientras sonríe.

- Peeta ... creo que ... algo ha salido mal.

Él se levanta a mirar la masa y se ríe.

- No has hecho nada mal, el problema es que has puesto las cantidades de la otra vez, cuando hicimos masa para los cuatro.

Aliados, amigos, mentores, prometidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora