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Aunque me cuesta decido levantarme, podría quedarme el resto del día aquí pero sé que no debo. Así que bajo a la cocina y preparo un ligero desayuno.

Poco después aparece Peeta, aún sin camiseta.

- Pensé que te habías ido – me dice.

- No me iría sin decirte nada. Siéntate, se va a enfriar.

- Me pondré algo.

Cuando baja toma asiento frente a mi.

- ¿Tienes planes hoy? - le pregunto.

- No, ninguno. Pensaba hacer el vago, más todavía.

- Buen plan – le digo riendo.

- Debería ir a ver a Haymitch, hace días que no sé nada de él.

- Te acompaño, igual necesitas ayuda para levantarlo del suelo.

Sonríe y terminamos de desayunar. La verdad es que no me apetece alejarme de él.

- Voy a casa a darme una ducha y cambiarme de ropa – le digo.

- Vale. Yo hornearé algo para llevarle a Haymitch. Te espero aquí.

Al llegar a casa me encuentro con mi madre en el pasillo, ella me mira extrañada.

- ¿Qué pasa? - le digo algo exaltada, no me gusta como me está mirando.

- Nada, pensaba que estarías cazando con Gale.

- ¿Con Gale?

- Como es domingo ...

- No. No he ido al bosque.

- ¿Has dormido aquí?

- No – le contesto avergonzada - ¿algún problema? - añado ahora enfadada.

- No. Simplemente pensaba que ayer habías venido tarde y que esta mañana no te había escuchado marcharte.

- ¿Te molesta que duerma en casa de Peeta? - no le digo que en su cama, no sé si lo supone o piensa que duermo en otra habitación. Pero es algo que ahora mismo no me importa.

- Eres mayor, y sé que con él consigues descansar. Por eso ...

- Por eso no dices nada aunque te parezca mal ¿verdad?

- Katniss yo no he dicho eso.

- Pero lo piensas. De sobras sé que no es lo correcto pero que más da. En unos meses un papel dirá que estamos casados y tendremos que vivir juntos te guste o no.

- ¿Y tú que opinas de todo esto? - pregunta de forma amable, ignorando mis palabras y el tono en que le estoy hablando.

- Da igual lo que opine. Va a pasar de todas formas.

- Aún me cuesta creer que os obliguen a esto – murmura más para si misma que para mi.

- Hay cosas mucho peores. No me puedo quejar – no soy capaz de contarle las barbaridades del Capitolio.

- Peeta es un gran chico.

- Lo sé.

- Y te quiere mucho. Tú a tu manera también lo quieres, de la forma que sea. Pero se nota que te importa.

- ¿A dónde quieres ir a parar mamá?

- Sólo quiero que tengáis cuidado.

- ¿En qué sentido? - pregunto alarmada, porque sus palabras pueden referirse a varias cosas. Y espero que no sea la que estoy pensando. No quiero ni imaginármelo. Yo no quiero hijos y menos por obligación, así que ojalá la charla no vaya por ahí. Sería muy incomodo e inapropiado. Además es absurdo hablar de ese asunto, no es algo que pase por mi mente. Nunca va a suceder, punto.

- Tratar de llevaros bien, la convivencia puede ser a veces difícil, sobre todo si es impuesta. E intentar no haceros daño.

Asiento pero no contesto, porque el tema de hacernos daño ya lo he hablado con Haymitch y le he dado miles de vueltas en mi cabeza. La convivencia por ahora parece ir bien. Es cierto que no estoy en su casa todos los días a todas las horas, pero hemos pasado bastante tiempo juntos y creo que puede funcionar sin problemas.

- Voy a ducharme y me iré.

Ella asiente, le ha quedado claro que no estoy dispuesta a hablar más del tema. Sé que no debo ponerme así con ella, a la defensiva, pero no puedo evitarlo.


Entro en casa de Peeta sin llamar. Un delicioso aroma sale de la cocina. Escucho que habla con alguien, y ese alguien viene corriendo a saludarme en cuanto me ve.

- Katniss, que alegría verte – dice una emocionada Delly.

- Hola – le digo mientras me abraza. Además de alegre es muy cariñosa. La clase de chica que podría hacer feliz a Peeta me digo. Retiro rápidamente esos pensamientos, no sé por qué hacen que me ponga de nuevo de mal humor.

- Ayer no pude nada más que felicitarle y he aprovechado hoy que puedo para poder estar un rato con Peeta. No interrumpo nada, ¿verdad?

- No – le contesta Peeta – simplemente estaba preparando algo de comida para llevarle a Haymitch.

Y de nuevo sin motivo alguno, esas palabras me duelen.

- Yo ... sólo he venido a por una cosa que me deje ayer – digo y subo a su cuarto antes de que digan nada más. Me he ido a mi casa con la ropa que me dejó anoche Peeta. La verdad es que no me he dado ni cuenta, con razón mi madre me miraba así.

Al momento aparece Peeta.

- ¿Va todo bien? - me dice preocupado.

- Si, me he dejado mi ropa – y aunque me han dado ganas de decirlo delante de Delly he pensado que no era correcto. Ella podría llevarse una impresión equivocada.

- ¿No te quedas?

- No. Tengo que ... hacer unas cosas en casa, ayudar a mi madre, ya sabes – le miento -. Si me necesitas con Haymitch, sólo avisame ¿si?

- Claro. Ya nos veremos – responde no muy convencido.

Me despido de Delly desde la puerta y vuelvo a casa. Allí no se me ocurre nada para matar el tiempo así que me pongo mis botas y me voy al bosque a pesar de lo tarde que es.

Veo a Gale en nuestro habitual punto de encuentro.

- Hola – le digo.

- Hola, ya me iba, pensaba que no ibas a venir.

- Ni yo, pero en el último momento he cambiado de opinión.

- ¿Qué tal todo?

Le hago un gesto indicándole que no tengo ganas de hablar. ¿Qué le iba a contar? ¿lo mal que lo he pasado en el Capitolio? ¿Qué sólo en los brazos de Peeta consigo dormir? ¿Qué dentro de un mes estaré eligiendo las invitaciones de mi boda? Creo que el silencio es mi mejor opción.

Él entiende que nada de lo que me pueda decir me va a hacer sentir mejor, por lo que se queda callado.

Se levanta y antes de desaparecer entre los árboles me pregunta sin ser capaz de mirarme a la cara:

- ¿Cuándo ... cuándo será la ... boda?

- Después de mi cumpleaños.

Asiente y se va.

Miro las apetecibles moras que hay a mi lado y las cojo pensando en que a Peeta le encantarán. Pero pronto cambio de opinión y me las como por el camino.


Aliados, amigos, mentores, prometidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora