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Una vez en nuestro piso los chicos se retiran a descansar y nos reunimos con Haymitch para ver la repetición del desfile.

- Creo que han causado una buena impresión – dice Peeta.

- Si. Pero necesitamos algo más que una buena impresión para que los patrocinadores decidan enviarles regalos – comenta Haymitch -. Ya he visto que habéis hecho amigos, os he visto hablando antes con varios mentores.

Le cuento a Haymitch la rara conversación que hemos tenido con Johanna y Finnick y veo como baja la cabeza con una expresión llena de tristeza.

- ¿Qué es lo que sucede? - le pregunta Peeta. Tras mucho insistir conseguimos que hable. Nos cuenta lo que les pasa a los ganadores que resultan atractivos para el público. La gente paga por su compañía. Y eso implica mucho más de lo que quiero imaginar.

- Os librasteis gracias a vuestra historia de amor. Si sólo hubiera ganado uno de vosotros ...

- ¿Y si nos negábamos? - pregunta Peeta conmocionado.

- No te puedes negar a nada ni a nadie en el Capitolio. Si lo haces sufres las consecuencias.

- ¿Consecuencias?

- Como que maten a tu familia. Eso es lo que pasa si desobedeces. ¿Entendido?

Peeta y yo asentimos demasiado asustados para contestar. Sujeto su mano con fuerza. Gracias a nuestro romance conseguimos salir vivos de los juegos, y ahora tengo otro motivo más para estar siempre agradecida con Peeta, ser pareja también nos ha librado de la degeneración de los habitantes del Capitolio.

Me marcho sin decir nada. Es increíble que sucedan estas cosas y nadie haga nada. Finnick seguro es de los más cotizados. El niño bonito del Capitolio. Es asqueroso. No sé como puede ir sonriendo con todo eso a su espalda. ¿Se habrá acostumbrado? ¿Le gustará la vida que lleva? Me tapo con las sábanas hasta la cabeza, intentando huir de todo esta degradación. Unos leves toques en la puerta me hacen regresar a la realidad.

- Soy yo – escucho decir a Peeta.

Salgo de la cama y le abro la puerta.

- Te he traído algo de comida, por si tienes hambre – dice mostrándome una bandeja con varios platos. Uno de ellos por supuesto está lleno de estofado de cordero.

- Gracias. ¿Tú has comido?

- No. Ahora iba a ir.

- Bueno aquí hay comida de sobra para los dos, pasa.

Nos sentamos en la cama a comer. Ninguno saca el tema que acabamos de tratar con Haymitch, es demasiado horrible para mencionarlo.

Hace mención de irse y lo retengo.

- Ahora vuelvo. Voy a llevar la bandeja fuera y me iré a mi cuarto un momento a ducharme y ponerme el pijama, ¿vale? - me dice.

- Vale.

Antes de marcharse deja un pequeño paquete junto a mi.

- Ábrelo – me pide con una sonrisa desde la puerta.

Retiro el papel y encuentro una caja y dentro de ella una cadena con un disco dorado, lleva grabado un sinsajo. Peeta aparece y ríe ante mi cara de desconcierto, lo toma de mis manos y lo abre, mostrando dentro dos fotografías, una de Prim y otra de mi madre.

- Para que siempre estén contigo – me dice -. Quería poner una foto de Gale, pero a Effie no le pareció correcto. Ella me lo consiguió.

- Gracias, de verdad, es perfecto – digo mientras le abrazo. Dejo el colgante en la mesilla y me tumbo a su lado.

Aliados, amigos, mentores, prometidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora