Dos días después, por la mañana, Meira charlaba amenamente con Hanna, la cual se recuperaba, aunque todavía no podía levantarse de la cama.
-Que ganas tengo de levantarme de aquí, en serio- dijo Hanna.
-No te apresures, lo mejor es que te repongas del todo y luego verás la lata que les daremos a los vampiros, juntas.
-Sí- dijo Hanna sonriendo. Meira bajó entonces la mirada hasta sus manos.
-Siento lo de tu blusa… me la prestaste con tanta ilusión pero la verdad, fue lo único que se me ocurrió para cortarte la hemorragia.
-No te preocupes, ahora me podrás comprar una nueva.
-Por supuesto y más cosas, tenía tantas ganas de pasar la prueba para que fuéramos de compras pero tú así no puedes salir…
-Pero tú sí, ve tú a comprar…
-¿Sola? Yonath me dijo que ahora tenía mis libertades pero que fuera donde fuera tenía que estar acompañada de un cazador, con protección.
-Él buscará alguien que te acompañe.
-Supongo… ¿qué te gustaría que te trajera? Si al final salgo, claro.
-Han salido unas botas nuevas de tacón que se salen.
-Que raro- sonrió Meira- descríbemelas y si las veo, no dudaré en traértelas- Hanna entusiasmada la obedeció y Meira fue haciéndose una idea mentalmente en lo que le contaba- bien, ¿nada más?
-La blusa nueva.
-Oh, sí, cómo olvidarme. Después hablaré con Yonath y así de paso voy a visitar a Max, que ya debe echarme de menos.
-Seguro que sí, tengo unas ganas de conocerlo, me hablas tanto de él que es como si lo conociera de toda la vida.
-Nada más te pongas bien te llevaré a verle. Seguro que tú también le caes genial, es un chico encantador.
Hanna sonrió y así siguieron hablando. Ya al mediodía, Meira habló con Yonath y este le dijo que Nitza podría acompañarla pero que tenía que hablar con ella. Lo que hizo que tras cambiarse y ponerse unas botas vaqueras que le había aconsejado Hanna de su armario a juego con unos pantalones de pitillo oscuros y un top morado, fuese en su busca. Esta estaba ya en la puerta esperándola, se la veía cansada, sobretodo por las ojeras que tenía bajo los ojos.
-¿Estás segura de que no te importa acompañarme? No tienes muy buen aspecto…- le dijo Meira nada más verla.
-Estoy bien, de verdad.
Meira asintió, entonces, y entró en el pasadizo, seguida de Nitza. Con el coche, al poco tiempo se pusieron en las calles de la ciudad. Meira no podía ocultar su entusiasmo, sobretodo al tener dinero para comprar todo cuanto quisiera y lo primero que se le ocurrió fue pasar por la tienda de discos e instrumentos favorita de Max. Le compraría la guitarra eléctrica para la que llevaba años ahorrando y que ella tanto había deseado conseguirle. Luego fue a una tienda de ropa juvenil para conseguir ropa tanto para ella como para Hanna y también así encontrarle la blusa que le había echado a perder. Así se pasó gran parte del tiempo y tras comprar todo cuanto se le antojó, fue a casa de Max. Este estaba en el garaje de su casa, arreglando unas cosillas, cuando oyó un silbido de admiración a sus espaldas.
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Eterna Oscuridad
VampireUna chica huérfana que vive en las calles sin saber de su pasado descubre que es hija de un cazador de vampiros por que es secuestrada por uno de ellos. Él, es el rey de los vampiros, de sí depende la existencia de su raza. ¿Podrá ella acabar con e...