Capítulo 21

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            Cuando Meira abrió los ojos se dio cuenta de que era de noche, más de la ventana cerrada no entraba ni un ápice de luz como cuando había estado con Harek. Se había quedado dormida y prefería seguir estándolo ya que era la única forma de no darle vueltas a la cabeza. Pero sabía que ahora le costaría volver a dormirse, así que se incorporó y vio que en la mesa de noche del otro lado había una bandeja con comida. El estómago le rugió casi al instante y se acercó para coger algo cuando oyó un escándalo fuera.

            -¡Déjanos entrar!- era la voz de Ligna. Aturdida, cogió una manzana y puso los pies en el suelo frío como el hielo. Entonces sintió un leve dolor en el abdomen, se llevó una mano a la zona y apretó los dientes. ¿Qué le estaba pasando? Seguidamente se incorporó y el dolor volvió con fuerza. Se acercó a la pared y se apoyó en ella, luego mordió la manzana, tenía que recuperar fuerzas, pensando que podría tratarse a que hacía un tiempo que no comía. Se levantó la blusa que llevaba y vio un enorme moratón en el abdomen. Dios mío, hacía días que los moratones habían desaparecido, ¿a qué se debían esos? Entonces, el dolor remitió. Cogiendo aire se acercó a la puerta y la abrió para ver qué es lo que pasaba. Fuera estaban Gunnar y Harek frente a sus amigas.

            -¡Meira!- exclamó Hanna según la vio y quiso correr hacia ella.

            -Hanna, detente- dijo Ligna- no irás sola.

            Hanna miró a Ligna resignada y luego a Meira.

            -¿Qué es lo que pasa?- preguntó Meira.

            -Queremos que nos dejen pasar solas pero no quieren.

            -¿Por qué?- Meira miró a Gunnar y luego se centró en Harek.

            -Ahora mismo no pueden, hay más vampiros aquí- dijo Harek.

            -¿Y qué más da?

            -Que no puedo ponerlas en peligro ante mis vampiros…

            -Sabemos defendernos…- repuso Hanna- somos cazadoras.

            Y enseñó las estacas que guardaba bajo la chaqueta para dar énfasis a sus palabras.

            -Sí pero no puedo permitir que mates a los que están de mi lado, somos muy pocos.

            -¡Pues que se comporten!- puso los brazos en jarras.

            -No puedes dejarnos aquí, porque si lo haces, nos la llevaremos con nosotras- dijo Ligna.

            -Muy bien, pasad- dijo Harek. Nitza y Hanna se echaron delante mientras que Ligna miró con recelo al vampiro y entró la última. Hanna abrazó a su amiga, provocando que hiciera una mueca de dolor.

            -Shhh…- siseó Meira. Ligna al verla pálida la hizo volver al cuarto y acostarse, donde entraron todas y se trancaron con llave, impidiendo el acceso a los vampiros.

            -¿Estás bien?- le preguntó Ligna a Meira.

            -Sí… creo.

            -¿Cómo es eso de que crees?- preguntó Hanna.

            -Me duele…- se tocó el abdomen. Ligna la examinó al momento y se sorprendió al ver los moratones, tras lo cual miró a Nitza, confirmando sus sospechas.

            -¿Qué… qué pasa?- preguntó Meira mirándolas a ambas.

            -Hay que matar a ese bebé- dijo Nitza.

Eterna OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora