Nitza fue la primera en entrar en el salón de la guarida donde Yonath las esperaba tras recibir la llamada que tanto había estado esperando.
-¿Qué es lo que ha pasado? ¿Dónde has estado?- preguntó nada más verla, sin darle tiempo siquiera a respirar. Meira se cohibió junto a la puerta, podía palpar el enojo en su tono.
-Yonath…- dijo Nitza intentando calmarlo.
-No intervengas, Nitza- le puso una mano delante y se acercó a Meira- ¿se puede saber qué hacía en tu cama como si no tuviera importancia alguna?- sacó la daga del interior de su chaqueta y se le plantó delante. A ella se le llenaron los ojos de lágrimas y bajó la cabeza.
-No creí que me fuera a hacer falta…- admitió y ahora se lamentaba por no haberla tenido consigo. Qué estúpida y nunca mejor dicho.
-¿Que no fuera a hacer falta? Maldita sea, Meira, los vampiros te persiguen y ¿no te iba a hacer falta?- gritó colérico.
-Metí la pata… ¿qué puedo decir?- preguntó levantando la mirada tras disipar las lágrimas de sus ojos. Sin ser consciente le miraba desafiante, mas se sentía superior porque aunque quisiera, él no estaba destinado a matar a Harek y la necesitaba.
-¿Cómo que qué puedes decir? ¿Es que ni siquiera puedes decir un lo siento? ¡Te hemos buscado por todas partes!
-Disculpad las molestias- le quitó la daga- ten por seguro que de ahora en adelante no la perderé de vista.
-¿Dónde estuviste?
-Por ahí… me atraparon- evitó mirarle.
-¿Dónde?- exigió él.
-No lo sé… estaba tan pendiente de lo que hacían que ni me fijé, aunque Nitza podrá decirte donde me encontró.
Yonath la miró, enfadado.
-No te creo…
-¿Por qué te iba a mentir?
-Porque no es normal que te dejes la daga aquí y porque no me miras a la cara.
-Yo no quería este destino… no quiero hacer lo que hago, ni ser lo que soy… prefiero ser perseguida por la calle por la pasma que por lo que soy perseguida y la daga se me quedó atrás, todo humano tiene fallos- saltó a la defensiva.
-Tú menos que nadie puede cometer esta clase de fallos, Meira.
-Soy tan humana como tú y tengo los mismo derechos por ello.
-Yonath, déjala, está exhausta- se metió Nitza.
-Ello no la salva de lo que ha hecho- siguió Yonath- nos has tenido preocupados y más que a ninguno a Kron. ¿Cómo es que desapareciste del baño? Él no vio a ningún vampiro y no me dirás que apareció por arte de magia, dentro.
-Basta, Yonath- dijo Nitza.
-¡Cállate, Nitza!- espetó él.
Meira los miró a ambos exasperada.
-Lo siento… ¡lo siento! ¿Vale?- exclamó interviniendo entre ambos y notó como los ojos se le llenaban de lágrimas, ¿es que no podía dejar de llorar?- y mejor será que la cosa quede aquí, yo me voy.
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Eterna Oscuridad
VampireUna chica huérfana que vive en las calles sin saber de su pasado descubre que es hija de un cazador de vampiros por que es secuestrada por uno de ellos. Él, es el rey de los vampiros, de sí depende la existencia de su raza. ¿Podrá ella acabar con e...