Hanna recorría los pasillos en busca de Yonath, en todos los pasillos había revueltas y sangre, destrozos por todos lados. Habían caído muchos cazadores pero también vampiros, por ahora iban igualados y esperaba que la cosa siguiera así, al fondo de uno de los pasillos, extrañamente el más despejado había una puerta y entre todas las que había visto, era la única que se encontraba cerrada. Se acercó y tocó en la puerta. Nadie respondió, con cautela la abrió y observó el interior, a un lado había un televisor y justo al fondo…
-¡Yonath!- entró rápidamente y sólo entonces se dio cuenta del error que acababa de cometer, justo cuando la puerta se cerró de un portazo a sus espaldas.
-¡Hanna! ¡Vete!- espetó él.
La joven se volvió y vio tras de sí a tres vampiros que le sacaban por lo menos tres cabezas.
-Oh no…- susurró y apretó con fuerza las estacas que portaba en sus manos.
-Vaya, vaya, carne fresca, ¿qué creéis que podríamos hacer con ella?- preguntó uno de ellos a sus amigos.
-Umm… se me ocurren varias cosas- sonrió otro y se pasó la lengua por sus afilados colmillos. Hanna retrocedió.
-¡Hanna, atácalos!- gritó Yonath.
La joven dudó pero luego corrió hacia ellos con las estacas en alto, uno de los vampiros se movió con rapidez y la esquivó, colocándosele justo a la espalda, otro recibió una estaca en el hombro y el último ni se movió, viendo cómo el primero la sostenía.
-Ya podías haberte dado prisa- habló el vampiro que tenía la estaca en el hombro, sacándosela con suma facilidad.
-Sujétala fuerte- dijo el que no se había movido.
-No… ¡no!- forcejeó Hanna cuando el vampiro le retorcía los brazos en la espaldas, inmovilizada.
-Hanna, recuerda las clases de defensa- le recordó Yonath.
Hanna apenas podía pensar con claridad, el miedo la confundía y esas miradas en los vampiros que se le acercaban, la violaría, le desgarrarían el cuerpo… ¡la dejarían seca por dentro!
-¡No! ¡No!- gritaba frenética.
Yonath miró la televisión y con el pie la empujó para que cayera justo encima del vampiro que sostenía a Hanna. Este soltó a la joven de la impresión y ella cayó al suelo de rodillas.
-¡Hanna! ¡Levanta!
El grito resonó en la cabeza de la joven, quien agarró la empuñadura de la espada que llevaba a la cintura y se incorporó. “Está bien, Hanna, bastante de tonterías… tú puedes con ellos, tú puedes…” se repitió en su interior “Todo depende de ti…” Sin pensárselo dos veces, atacó a los vampiros. Colocó la espada horizontalmente y le cortó la cabeza a uno para luego girar sobre sus talones y enfrentar a los otros dos. “Nunca les des la espalda, evita sus garras y marca sus puntos vulnerables…” Pensó, eso era lo que le enseñaban en las lecciones, así que fijó su vista en el cuello y el corazón de los vampiros. Uno de ellos corrió hasta ella, saltó dispuesto a apresarla. “Espera el momento oportuno…” Lentamente se agachó y cuando lo tenía a escasos centímetros alzó la esta y esta se incrustó en el pecho del vampiro. El vampiro que quedaba, corrió como el viento para colocarse detrás de ella. Hanna saltó hacia delante y dio una voltereta en el suelo, por lo que tuvo que soltar la espada para que no pudiera cogerla. Inmediatamente de sus botas sacó dos puñales y se mantuvo en cuclillas observando a su oponente.
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Eterna Oscuridad
VampireUna chica huérfana que vive en las calles sin saber de su pasado descubre que es hija de un cazador de vampiros por que es secuestrada por uno de ellos. Él, es el rey de los vampiros, de sí depende la existencia de su raza. ¿Podrá ella acabar con e...