1. Un primer roce.

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PABLO.
1. Un primer roce.

Caminaba aburrido sin mucho que hacer por las enormes y transitadas calles de Los Ángeles.

El cielo se empezaba a tornar oscuro a pesar de ser apenas las seis de la tarde.

Buscaba algo de inspiración para componer, aunque mi cuarto disco ya estaba completo y quedaba muy poco para sacarlo a la venta. Ya empezaba a notar por las redes las ganas de nuevo disco por parte de la gente y de que regresara a España tras casi dos años aquí. No los pasé descansando del todo precisamente, continué haciendo muchas cosas relacionadas con la música. Aún así, estaba a tope de energía para volver a pisar los escenarios.

Me gustaba pasear por la calle y que la gente no gritara al verme, que no me reconociese todo el mundo, y es por ello por lo que adoraba Los Ángeles.

Decidí que si quería buscar inspiración debía de hacer como los escritores y observar a la gente que pasaba, imaginando una historia, una infancia, un hecho que le hubiera marcado...

La verdad es que imaginaba a muchas de las chicas jóvenes preocupadas por el amor, pero nada me inspiraba demasiado, quizás porque no era capaz de sentir empatía sin saber el problema de cada una en profundidad como ya había hecho en anteriores ocasiones.

Sabía que las mejores canciones vienen de las experiencias vividas propias, son en las que mejor se expresan los sentimientos, pero mi vida amorosa no pasaba precisamente por su momento más interesante. No había nada que contar de eso, a pesar de tener casi veintinueve años.

Había aprendido a no agobiarme por ello, aunque sí que quería formar una familia.

Lo intenté con una chica que conocí un día en un bar-discoteca, Diana, pero no salió bien. Era demasiado celosa y controladora.

Intenté con todas mis fuerzas seguir con ella, pero no resultó y, por increíble que parezca, no me llevó más de dos meses volver a mi vida normal sin ella. Lo mejor era no forzar el amor.

Continué distraído mirando a mi alrededor buscando si algo me inspiraba; total, no perdía nada.

Y, de repente, sentí como mi cuerpo se topaba con el de una mujer, provocando un fuerte choque y que ella se cayera.

Fue un roce, sólo un roce el que me llevó a mi perdición.

En brazos de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora