CAPITULO 17

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Fui a abrirle y rápidamente, entró en mi habitación, fue hasta el armario y sacó una larga capa negra, la cual puso sobre mis hombros y ató en mi cuello.

-Sera mejor si pasamos desapercibidas. Andando- exclamó y se encaminó hacia el pasillo conmigo pisándole los talones.

Transitamos los pasillos sin encontrarnos con nadie, supongo que esto es obra de Sean. Hago una nota mental de agradecerle más tarde por esto.

Cuando llegamos a la enfermería, Jocelyn me conduce hasta el final de un pasillo, y luego se detiene frente a la puerta de una habitación.

-Adelante entra- me indica, con un movimiento de su brazo- Tienes 15 minutos, aprovéchalos bien.

Me interno en la habitación, temerosa de que pueda encontrar a Carter hecho una masa sanguinolienta como el joven soldado, pero lo que me encuentro es diferente.

Carter se encuentra acostado en su cama de hospital, y sus increíbles ojos grises se encuentran abiertos, mirándome fijamente. Me sobresalto al ver que se encuentra despierto, y él se ríe en respuesta.

-¿Co... como estas?- pregunto cohibida de repente. No estaba preparada para que estuviese despierto.

-Bien- exclama con una sonrisa, y una mueca como para quitarle hierro al asunto, pero veo expresiones de dolor cuando se mueve- No estaba esperando una visita el día de hoy- exclama mirándome

-Tenía que verte, para saber que estabas bien- exclamo- Lo que te hicieron fue horrible, 40 latigazos. Son unas bestias- espeto furioso

-Me sorprende que sepas la verdad. Todo el mundo habla de que me caí de un caballo- exclama, y con una sonrisa ladeada que me hace querer besarlo continua- Como si yo pudiese caerme de un caballo alguna vez- me mira fijamente y pregunta- ¿Tu como estas?

-Yo... yo estoy bien- exclamo, un poco halagada de que se preocupe por mí, a pesar de su condición- No tengo nada grave.

-Me alegro- exclama con una media sonrisa, que hace que se me pare el corazón- Ese hijo de puta merecía mucho más de lo que me dejaron hacerle. Merecía morir- exclama en un arranque de furia.

-Si lo hubieses matado, te habrían hecho algo aun peor- exclamo preocupada. Ese chico al parecer tenía serios problemas.

-No me importa, nadie debe golpear así a una mujer- exclama furioso. Su repentino arranque de protección me toma desprevenida y sonrío sin pensarlo.

-Oye tranquilízate tigre- exclamo riendo- No hay necesidad de que te pongas todo rudo.

-Si la hay- exclama- ¿Qué sucedió? ¿A nuestra gran reina le costó trabajo encubrir mi entrada a tu prueba, y por eso canceló todo?

-Algo así- exclamo, y lo miro fijamente- Debe de dolerte mucho ¿Cómo estás?- y después de preguntar me doy una cachetada a mí misma. Por supuesto que el chico se encontraba adolorido.

-Aunque no lo parezca no siento mucho dolor- exclamó en un intento de quitarle hierro al asunto, e intentó sonreír- Pero eso quizá se deba a la gran cantidad de sedantes que me han puesto. Tú ¿Cómo estás?

-Yo, bien- exclamo algo sorprendida de que se preocupase por mí- Solo tengo algunos rasguños. Nada grave.

-Me alegro- exclama, y por primera vez veo una sonrisa genuina dividir todo su rostro. De alguna manera eso hace que se vea incluso más apuesto.

-¿Por qué te comportaste de manera tan hostil cuando nos conocimos?- mis palabras salieron antes de que pudiera detenerlas, y me tape la boca con las manos en un intento de enmendar mi error. Pero no era como si pudiera volver a comerme las palabras, así que observé a Carter con una mirada de vergüenza.

-Porque tenía la sensación de que te convertirías en una persona importante para mí, y todas las personas importantes en mi vida han sido objetivo de villanos. No podía permitir que eso te pasase.

Me quedo mirándolo boquiabierta. No tenía ni idea de que él me considerara una persona importante.

-Pero nada de eso importa- continuó sobresaltándome- Porque mis primeras impresiones de ti fueron equivocadas. Solo eres otra niña más que cree que La Competencia es solo un juego.

Sus palabras encendieron una ira en mí que no podía controlar. ¿Cómo se atrevía a decirme algo así? Ni siquiera me conocía. Era un idiota.

-¿Cómo te atreves a decir algo así?- exclamo furiosa- No sabes nada de mí. No tienes derecho de hacer esa clase de conjetura.

-Es muy obvio que eres como las demás. Además de eso, eres tan flacucha y débil que no sobrevivirías ni un minuto allá afuera por tu cuenta. Así que será mejor que te vayas ahora que puedes.

-Eres un imbécil- exclamo con un nudo formándose en mi garganta por sus palabras- Jamás debí haberme preocupado por ti.

-De seguro que no- exclama con sorna, burlándose de mí- Te dije que no me agradecieras, al parecer eres más estúpida de lo que pensaba

-Janet debemos irnos- exclama la voz de Jocelyn en la puerta- Las enfermeras se están dando cuenta de que sucede algo raro- De prisa.

-Debo irme- exclamo, intentando contener las lágrimas- Espero que te cures para la próxima prueba. Fue un error haber venido aquí.

-Por supuesto que lo fue. Menos mal que te diste cuenta- exclama riéndose maniáticamente.

-Adiós- exclamo pasando la puerta y cerrando tras de mí.

Las palabras que me dijo Carter me persiguen todo el camino a mi habitación, donde me encuentro a Sean en la puerta, quien rápidamente me hace pasar a mi habitación y me deja sola con mis pensamientos.

Un paquete sobre la cama me llama la atención y me acerco a él con cautela. Se trata de un libro con una portada de cuero negro, y con las letras Criaturas de la Oscuridad impresas en dorado en ella. Agarro la nota que venía adosada al libro y la leo:

Como me dijiste que no sabías lo que eran los sabuesos del infierno, me tomé la libertad de conseguirte este libro. En él encontraras toda clase de información sobre las criaturas que habitan nuestro mundo.

Sean

La nota estaba escrita en una pulcra caligrafía, y prometí agradecerle a Sean al verlo por la mañana.

Sentada sola en mi habitación, comencé a leer el libro, ávida de saber qué clase de criaturas se ocultaban aquí en Minos, había un montón de criaturas descriptas en el libro, y comencé por orden alfabético, por lo que los sabuesos del infierno se encontraban casi al último. Luego de leer sobre chuetas que lanzaban acido por sus bocas, dragones miniatura, un extraño animal que podía guiarte en tu camino si le ofrecías una flor amarilla caí dormida.

Y soñé. 


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