CAPITULO 10

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El ruido de alguien golpeando la puerta me saco de mi estupor, no recuerdo nada de lo que soñé, pero al parecer me había prácticamente desmayado sobre la cama, la cual era bastante cómoda. Me levante lentamente y fui a abrir. Al hacerlo me encontré con Clare.

-Hola ¿Cómo estás?- preguntó con una sonrisa amable- Me preguntaba si querrías venir a dar un paseo conmigo.

-Claro- exclamé- Solo déjame ponerme algo en los pies. Puedes pasar si quieres- exclamé invitándola a entrar.

-Muchas gracias, eres muy amable.

Fui hacia el armario y rebusqué dentro hasta que encontré un par de cómodas zapatillas de deporte. Probablemente no quedaran bien con el vestido largo, pero no podía importarme menos. No volvería a ponerme esos zapatos ni aunque me fuera la vida en ello.

-Vaya, tu habitación es igual a la mía- dijo Clare admirándolo todo, y cuando se acercó al balcón añadió- Nada más que la mía tiene vista hacia el pueblo.

Desde que llegué esta mañana, no había tenido suficiente tiempo para explorar mi habitación, así que me sorprendí al darme cuenta de que el balcón tenía vistas hacia el enorme jardín del palacio.

-Estoy lista- le informé a Clare cuando terminé de atarme las zapatillas

-Muy bien vámonos- dijo y tomándome del brazo nos dirigimos hacia la salida.

Caminé al lado de Clare por los extensos pasillos y la escuché hablar de cosas sin sentido, no estaba prestando realmente atención hasta que preguntó:

-¿Qué sucede entre tú y Carter Cros?

-No sucede nada en absoluto- expliqué- No lo conocía antes de venir aquí.

-Pues parece que está intentando atraparte en sus redes- exclamó riendo.

-¿Por qué dices eso?- pregunté

-Por el hecho de que no te quita los ojos de encima.

-Probablemente sea porque quiere asegurarse de que no he muerto.

-Seguro- exclamó riendo.

Continuamos charlando mientras caminábamos y Clare me mostraba diferentes lugares del castillo. Como por ejemplo: la cocina, los barrancones del ejército, las habitaciones de las doncellas y la oficina de la reina. Cada cierto intervalo, nos encontrábamos con guardias los cuales optaban por mirarnos de forma condescendiente o simplemente ignorarnos. Era muy estresante.

Llegamos hasta el jardín casi sin darme cuenta, y allí nos encontramos a otros participantes tomando un poco de aire fresco. Por suerte Carter no estaba a la vista, pero si lo estaba un chico bajo con espesa cabellera marrón y grandes lentes de montura cuadrada, el cual se acercó a nosotras en cuanto nos vio.

-Buenas tardes damas- nos dijo- Mi nombre es Mick, gusto en conocerlas.

-Buenas tardes Mick- dijo Clare- Me llamo Clare y esta es mi nueva amiga Janet.

-Gusto en conocerlas damas- guau este chico era muy formal- ¿Quieren venir a dar un paseo conmigo por el jardín?

-Por supuesto- exclamó Clare, antes incluso que pudiera pensarlo demasiado.

Fui a la deriva a través del paseo, observando como Clare y Mick charlaban de cosas que no tenían ningún sentido para mí. Tan distraída estaba que de repente choqué contra algo duro, y al levantar la cabeza para ver que era, me encontré con la sonrisa arrogante de Carter Cros.

-Fíjate por donde vas- espetó, y la chica a su lado lanzó una risita tonta. ¿Acaso tenia novia? Y lo peor de todo ¿Por qué me importaba?

-Lo siento- murmuré avergonzada- No te vi.

-Es obvio- exclamó- Espero que no pienses que ganarás La Competencia, ¿Cómo harás para encontrar el Topacio si ni siquiera puedes ver por dónde caminas?

Eso mismo estaba preguntándome yo, pero no iba a darle la satisfacción de que lo supiera.

-Vamos Carter- exclamó la chica, enganchando su brazo con el de él- Alejémonos de estos perdedores.

Dicho eso se alejaron caminando, en la dirección por la que acabábamos de venir.

-¿Quién es esa?- pregunté cuando no pude verlos

-Se llama Ashley, es la hija de un político importante- exclamó Mick

-Es una auténtica perra- agregó Clare- Se cree la dueña del mundo solo porque su papi tiene mucho dinero. No sé cómo la dejaron entrar a La Competencia. No durara ni una semana.

Continuamos el paseo hasta que comenzó a oscurecer y no pudimos ver por donde caminábamos. Como se acercaba la hora de la cena, decidimos entrar, cambiarnos y Clare me pasaría a buscar para cenar.

En serio ¿Cuántos cambios de ropa tendría en el día? Si toda mi estadía aquí iba a ser así, iba a terminar exhausta solo de los muchos cambios de ropa.

En la cena, me senté junto a Clare de nuevo y, por desgracia, frente a Carter, pero al parecer estaba enfrascado en una conversación importante acerca de que táctica de lucha era la mejor en el combate, que no me prestó atención en toda la cena.

Bien por mí. No podría soportar otra vez su sonrisa engreída, sin tratar de pincharle el rostro con mi tenedor.

Luego de la cena, de la que por cierto disfruté mucho, Clare me acompañó hasta mi habitación, hablándome acerca de cómo estaban distribuidas nuestras habitaciones. Ahí fue donde me entere que estaba habitación de por medio de Clare y que los hombres se encontraban en el ala oeste, del otro lado del palacio.

Al llegar a mi dormitorio, mis doncellas me esperaban para meterme en la cama. Pensé que no tendría sueño, ya que de hecho prácticamente me había desmayado luego del almuerzo, pero me dormí al instante.

A la mañana siguiente, tomé el desayuno en mi habitación como me habían indicado y luego de hacerlo, me dirigí, escoltada por un guardia (gracias a Dios que no era el mismo de ayer), hacia el salón de entrenamiento, donde se encontraban el resto de los participantes, todos en ropas iguales a la mía: pantalones deportivos negros, musculosa negra y zapatillas negras.

Al parecer los gustos de la reina por nuestra vestimenta de entrenamiento eran muy aburridos.

Encontré a Clare parada cerca del borde de una arena rodeada de personas donde dos chicos estaban luchando, justo cuando parecía que uno de los dos iba a obtener la ventaja sobre el otro, una atronadora voz hablo a nuestras espaldas.

-Muy bien, todos en fila- dijo un hombre corpulento y de muy mal humor- Vamos a comenzar el entrenamiento. Mi nombre es Rufus y seré su entrenador. Ahora quiero 50 vueltas por todo el jardín, comenzando ahora- y haciendo sonar su silbato, todo el mundo comenzó a moverse.

El entrenamiento había comenzado.


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