Capítulo 43.

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El chico de tatuajes me despertó cuando era de noche. No sabía que hora era y ni siquiera podía hacerme una idea, pues quizá eran las ocho y media de la tarde o las doce de la noche.

-Vamonos. -Coge mi mano y me impulsa hacia arriba. Mi cabeza se estampa en su pecho.

-¿A dónde? -pregunto somnolienta.

-A casa.

Asiento frenéticamente mientras me aparto de él.

-¿Sabes cómo volver?

Se encoge de hombros y sonríe.

-No tengo ni idea de cómo podremos volver -contesta con sinceridad -. Pero al menos lo intentaremos.

Me apoyo en una roca saliente y rompo el tacón, dejando solo el zapato plano y cómodo. Suspiro deslizando mis pies por los zapatos.

-Siempre podría llevarte yo -interrumpe Stephen.

-No quiero sentirme inútil -contesto mirándolo a los ojos.

-No lo eres.

Salimos del bosque siguiendo el camino que cruzamos hace unas horas, gracias al sentido de la orientación de Stephen. Todavía recuerdo mi primera práctica en el instituto y cómo acabé perdida con una de mis mejores amigas. Fue muy gracioso pero a la vez un verdadero fastidio.

-¿Sabes qué tus tíos estarán muy preocupados no? Deberías estar preparando la cena y celebrando Nochevieja y sin embargo estás aquí, perdida y en busca y captura.

Apreto los dientes al caer en ello. Con todo lo ocurrido ni siquiera había pensado en ellos.

Lo fulmino con la mirada.

-Gracias, eh. Pensaba que estabas aquí para subirme el ánimo pero veo que no.

-No estoy aquí para eso, niñata
-me mira sobre su hombro y sonríe -. Estoy aquí para salvarte.

-Oh sí, mi héroe. El mismo que me vendió a Arthur -contrataaco irónica.

Para en seco provocando que yo choque con su espalda.

-Veo que tu cabecita no entiende que lo hice para protegerte. ¿O a caso piensas qué tengo algo que ver en todo esto? Yo jamás estaba de acuerdo con ellos. Siempre fuimos tú y yo, sin ningun plan de por medio.

-¿Crees qué no quiero creerlo? ¡Qué estupidez! -cierro los ojos irritada conmigo misma -. Te creo, tatoos. Pero por eso estoy enfadada, porque no debería hacerlo.

-¿Lo qué has querido decir es que estás demasiado enamorada de mí como para no creerme?

Resoplo y camino por delante de él.

-Eso te lo has inventado tú.

-Oh claro. Espero que lo admitas antes de que muramos uno de los dos, porque viendo como están las cosas...

-¡Admiro tu optimismo!

-Y yo te admiro a ti.

Muerdo mi lengua.

-¿No estarás intentando ganarme con palabrerias?

-Nunca me ha hecho falta nada de eso.

Durante el resto del camino hablamos sobre nuestra estrategia para evitar ponernos en peligro. Avanzamos por caminos de tierra donde no pasa ni un alma.

Es inevitable no estar nervioso o asustado. Aunque ciertamente estoy más nerviosa que asustada. La adrenalina corre por mi cuerpo y es imposible no sentirse eufórica y con ganas de pelear. Pero siempre y claro, a mí manera. Nada de sangre, sólo patadas en la entrepierna.
Al menos solo espero que Stephen me ayude a escapar o a esquivarlos. Porque si mis padres están vivos, no van a poder apagar la llama de la hostilidad que se ha ido creando desde que sugirieron que seguían vivos. Son demasiadas cosas, muchos problemas que se han ido formando a raíz de la marcha de ellos. Agradezco tener a unos tíos maravillosos y a una prima, aunque un poco chula, alguien con quien hablar en los momentos más duros.

Miedo. [#Wattys2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora