Capítulo 31.

282K 14.8K 4.1K
                                    

Ya aseada y demás, me dispongo a salir de casa. Hoy comenzaba a trabajar de nuevo, justo dos días antes de Navidad. Con un humor de perros y dispersa en todo lo que pasa a mi alrededor, camino por las calles de Nueva York, con la cabeza en otro lado.

Aún después de dos semanas de que me enterara de esa noticia, sigue en mi cabeza como si no fuera a desaparecer. Tengo como una espinita en mi corazón que me recuerda lo terrible que es mi vida ahora.

Llego al café Grumpy, saludando a mis compañeras a mi paso y contestando preguntas con monosílabos.

Durante la mañana me dedico a limpiar mesas y atender a varias personas.

—¿Cómo está mi chica favorita? —La voz de James me saca de mis pensamientos.

Lo observo sobre mi hombro y después me apoyo con la cadera en una mesa.

—Hola James —Sonrío débilmente.

Él frunce el ceño al percatarse de mi cara. Sé que soy muy mala mentirosa.

—¿Te encuentras bien? —Pregunta.

No.

Sí. —Contesto volteandome y siguiendo con mi trabajo.

Lo escucho suspirar y luego se aleja. Meneo la cabeza y camino hacia otra mesa sucia.

Va a ser un día muy largo.

—Bueno cariño, nos vemos. —Pronuncia James dándome un beso en la mejilla. Lo abrazo y me relajo por un momento.

Me alegro por él. Lleva mucho mejor lo de su homosexualidad. Aunque todavía no se lo ha contado a sus padres, —admite que todavía no está preparado— promete que pronto dará el paso y yo estaré con él en todo momento. A pesar de que hace poco tiempo el que nos conocemos le he cogido un cariño casi fraternal.

Al terminar mi turno, aproximadamente a las ocho de la tarde, camino por las calles de vuelta a casa.

¡Estoy harta!

Harta de tener esta incertidumbre que me está matando. Si no averiguo pronto lo que está pasando, me voy a volver loca, por pensar tanto las cosas. Por eso, con movimientos decididos busco el número de Thomas. Muevo el pulgar sobre la pantalla y con los ojos cerrados marco. Al tercer tono se escuchan unos jadeos antes de que él pregunte quién es.

—Estoy preparada —Digo parando mis pies. — Quiero que me cuentes todo lo que sepas acerca de mis padres.

—¿Tienes qué ser ahora? —Gime y hace que me aleje el teléfono de mi oído confundida — Estoy ocupa... —Otro gemido — do.

Cuando escucho la voz de una mujer al otro lado de la línea me sonrojo a más no poder y me despido rápidamente.

Suspiro.

Me guardo el móvil y sigo mi camino.

Observo la ciudad anonadada. Hay un montón de luces por doquier y los niños caminan junto a sus padres o simplemente juegan con la nieve.
Adoraba pasear con Jeremy y Rose —mis padres— cuando era pequeña. Recuerdo que siempre íbamos al centro comercial y me sentaba en el regazo de Santa Claus, para recitarle lo que quería por Navidad.

Justo cuando menos quiero recordarlos todos los recuerdos me asaltan y por más que quiero retirarlos me es imposible.

Un nudo se instala en mi garganta y siento como flaquean mis piernas.

Es demasiado.

Todo esto es demasiado para mí y no puedo ni sé, llevarlo sola. No se lo he contado a nadie porque pensaba que con esto tenía que lidiar una única persona: yo. Pero todos los sentimientos que se extinguieron con sus muertes han florecido en apenas días muy rápido y no lo soporto.

Miedo. [#Wattys2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora