Un trato diferente

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Esa noche esperé con temor la visita del horrible Comandante pero esta no llegó. Con el pasar de las horas me relaje y hasta pude dormir un poco. Agradecí en silencio a aquello que lo tenía tan ocupado. No quiero que me haga sufrir más, no tengo fuerzas.

Esta mañana temprano me despertó el sonido de la puerta abriéndose. Me incorporé en posición de alerta, pero al ver quien era suspiré de alivio. Había algo en él que era claramente distinto.

—Buenos días, Señorita—me saludo amablemente.

—Buenos días—apenas musité.

El  Capitán era un hombre alto y apuesto. Su presencia imponía respeto pero sin intimidar. Él recorrió con la mirada el lugar donde me encontraba y luego me miró a mí . Me sentí completamente avergonzada por mi aspecto sucio y oloroso, tan distinto a su limpieza y pulcritud. Desee hacerme pequeña y esconderme en algún rincón oscuro para dejar de sentir su cálida mirada sobre mi.

—Le traje el desayuno porque quería hablar con usted personalmente—me explicó con una sonrisa, recién en ese momento noté la pequeña bandeja en su mano derecha.

—Gracias—dije tomando  de sus manos aquella fuentecita de madera( me habían liberado de las ataduras temprano en la mañana) Aquella comida era distinta a la que solía recibir todos los mañanas, (pan y agua) tenía avena, huevo duro y una fruta. Comencé a comer con verdadero apetito.

—¿Cómo es su nombre, señorita?, ¿Cómo debo decirle?

Ante su pregunta levanté la mirada.

—Me llamo Annika, pero me dicen Annia—contesté. Algo en sus ojos me impulsó a preguntar—¿Puedo saber cuál es el suyo?

El capitán pareció sorprendido por mi pregunta, lo que me llevo a pensar que me había excedido. Solo quería saber a quien darle las gracias.

—Soy el Capitán William Nicholls—me respondió luego de unos segundos. Después agregó—Pero todos me llaman Will.

Asentí con una sonrisa.

—Gracias por esto, Capitán Nicholls, y...¿qué es lo deseaba hablar conmigo?

Suponía cual sería el tema ( ninguno de los que entraba en mi habitación hablaba de otra cosa) y no me equivoqué.

—Supongo que, lo mismo que han venido a preguntarle antes...pero con mas gentileza—dijo él—¿Es usted?

Dejé de comer para erguirme un poco antes de responder.

—Si se refiere a si soy la espía...ya dije muchas veces que no. Solo soy una joven alemana huyendo de una ciudad devastada; la suya. Una que corrió de ella para sobrevivir por razones que ya no recuerda.

Él capitán se mordió ligeramente el labio inferior mientras me miraba con una intensidad que lo escrutaba todo.

—Y... ¿esa es la verdad?—inquirió mirándome de manera tal que sentí por un momento que podía leer mis pensamientos. Bienvenido sería que fuera así, yo no mentía.

—Lo es...aunque ustedes no quieran creerla.

Él asintió un par de veces y avanzo un par de pasos hasta donde estaba sentada con las dos piernas de lado.

—Muy bien, voy a creer en sus palabras—sentenció—Y apoyaré lo que usted diga...espero que lo que me dijo sea cierto.

—Lo es—repetí.

Después de oírme decir eso el capitán se relajó y le dio otra rápida mirada a la habitación. Parecía estar pensando en algo.

—Annia,...¿puedo llamarla así?—me preguntó y asentí—¿Esos moretones te los hizo el comandante?

CAPITÁN NICHOLLS: ENAMORADA DE MI ENEMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora