CAPÍTULO 16 ||Arthur y Christian||

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"Una dulce y triunfante libertad se apodera de aquellos que saben que van a morir pronto".

-Vicky Baum.

**CHRISTIAN.

Cogido de la mano, mi madre, mi preciosa madre, me guiaba por los blancos y celestes pasillos de un hospital. En los pasillos habían familias felices, padres saltando de júbilo, amigos que daban enhorabuenas frente a las puertas de las habitaciones donde se encontraban las madres que acababan de aumentar el círculo familiar. Algo de lo que yo he carecido.

¿Qué edad debería tener? ¿Seis? ¿Siete?... Ni siquiera lo tengo claro.

Nos detuvimos ante la habitación 203. Mi madre, sonriente, tocó la puerta y un hombre fuerte y de elevada estatura la abrió con un bebé en brazos. Me puse de puntillas para poder ver la carita del bebé, que dormía plácidamente envuelto en una mantita violeta con dibujos de monos. Acto seguido miré al hombre, el cual me sonreía y me revolvió el pelo juguetonamente.

Mi madre y yo entramos en la habitación y ella, contenta, se abalanzó sobre la mujer tendida sobre la cama a abrazarla. Las dos ríen con los ojos brillantes por la emoción.

La mujer de la cama me miró con una amplia sonrisa y me instó a acercarme a ella. Lo hice.

-Que mayor estás. -Me dijo, estaba claro que me conocía-. ¿Te acuerdas de mí? Soy tu madrina.

Volví la vista hacia el bebé, en los brazos de aquel hombre.

La mujer se dio cuenta y le indicó a su marido que se lo tendiera.

-¿Quieres conocer a Leah? -Me preguntó.

Contemplé más de cerca al bonito bebé que resultó ser una niña. Los pocos bebés que había visto solían ser arrugaditos y sin expresión pero Leah era diferente. Sus ojitos se habían abierto y se dirigieron hacia mí, posándolos en los míos.

Lo tengo frente a mí y no sé si matarlo directamente o ensañarme mientras lo torturo. Pero debo ser cauto, debo seguir siendo el Christian que él espera que sea si quiero que siga confiando en mí.

-Son solo un grupo de hippies... -Dice mientras se pasea, nervioso, por todo su despacho.

-No parecían hippies pacifistas que fumen marihuana precisamente. Son radicales, y van a por ti. -Espeto.

-¿¡Por qué!? ¡He cambiado el mundo -me señala con el dedo índice-, dentro de poco les verás haciendo cola para ser como tú!

Se detiene en seco, consciente de que había hablado de más. Yo solo me limito a hacerme el loco, el que no se entera de nada y él, parece creerlo puesto que reanuda su paseo por el despacho enérgicamente.

-Ya... Pues parece ser que Leah Davis no era la única que pensaba de una forma tan revolucionaria.

-¿Leah Davis? ¿Crees que está detrás de todo esto?

-La persona que estaba sobre tu coche no tenía tetas, Arthur.

-Puede que sea ese amigo suyo... ¿Lucas Lombardo?

Recuerdo a Lucas. Recuerdo la forma en la que me torturó para sacarme información. Un chico que parecía tan normal... Recuerdo cada insulto, cada golpe que me dio... Todo.

-No creo. -Me levanto del sofá y estiro mis articulaciones -. Deja de pensar que todo el mundo tiene la misma opinión que tú.

Salgo de su despacho dando un portazo, la ira, cuando se trata de Arthur, me consume tal como se consumió Hendrickson en mis manos.

Exilium © [SPECTRUM 2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora