"No importa si has estado antes en este lugar, hace mil años o hace cien mil años, o si vienes de nuevo dentro de un millón de años, podrías ver algunas cosas diferentes cada vez, pero la escena general sería la misma".
-Neil Armstrong.
Ante la confesión de mi padre, me es imposible recuperar el hablar. Seguro me había quedado con la cara de un dibujo animado japonés.
-Y... ¿Mamá lo sabe?
Asiente pesadamente.
-Ella lo sabe todo, Leah. Elle iba al instituto cuando nos conocimos. Me habían mandado a mí y a unos cuantos más a una misión de reconocimiento, conocí a Elle y me enamoré de ella. Me quedé en La Tierra para estar con ella.
Me paseo por la estancia.
-Creí que los Ouránios no pueden tocar a especies de otros planetas.
-Y es cierto. Sabrás que cada Ouránio tiene un don que se transmite en línea descendiente. Mi don es muy particular y único, mi padre murió al nacer yo y su padre igual. Solo para proteger ese don. Soy el único Ouránio que es capaz de tocar a otras especies. A parte de un magnífico control sobre las luces.
-Comprendo...
Caigo en la parte de los tatuajes. Todos los Ouránios que conozco tienen tatuajes: Aer en el cuello, Lin en la cara al igual que Thieraux y Niko...
-Tú no tienes tatuajes.
-Algunos tatuajes son simples marcas de nacimiento que nos identifican, como un carné de identidad. Otros tatuajes son por estética... Yo no tengo y, según tengo entendido, mi padre tampoco.
-Si hubiera nacido chico, ¿Habría heredado...
-No lo sé. -Me corta-. Tal vez sí y tal vez no. Elle es humana y no sé con seguridad si eso influye.
Tiene la voz mucho más grave y potente, físicamente también había cambiado.
-¿Qué tienes que ver con Arthur? -Pregunto. Su mandíbula se tensa automáticamente.
-Mucho. De hecho, me fui para manteneros a salvo a ti y a tu madre. Arthur me disparó, creyó que me había matado pero... No. Casi muerto conseguí transportarme aquí. Niko me encontró.
-Arthur sabía lo tuyo.
-Sí. Desde siempre. Eloise Carter también, ella era la mejor amiga de Elle y Elle se lo contaba todo. Arthur... Se encargó de arruinarle la vida a la pobre. Le sacó toda la verdad e incluso abusó de ella, luego la abandonó.
-¿¡Cómo has dicho!?
Mi padre, Alistair, se sorprende al escucharme alzar la voz. No lo hice a propósito, claro.
-Arthur violó a Eloise cuando estaban en el instituto. La dejó embarazada y su padre, que era muy poderoso, se encargó de todo.
Me acerco, apartando una silla que se interpone en mi camino con violencia.
-¿Estás diciendo que el hijo de Eloise, Christian, es el hijo de Arthur?
-Creí que lo sabías... Creí que tu madre te lo dijo.
-Ella se encargó de esconderlo todo muy bien. Se merece un Oscar por su actuación. Arthur me hizo creer que Christian era su hermano. ¡Y resulta que es su hijo!
-Leah...
-Mató a su propio hijo. -Mi voz se quiebra de pronto. Oculto mi rostro dándome media vuelta. Las lágrimas salen de mis ojos sin que yo pudiese hacer nada para evitarlo.
Siento como mi padre me envuelve en un afectuoso abrazo, llenándome de consuelo y de cariño. Me doy cuenta de lo mucho que lo he echado de menos, le devuelvo el abrazo, rodeándolo con fuerza. Siempre he adorado a mi padre y ahora, sabiendo que se fue para protegernos, lo adoro muchísimo más.
-Te lo explicaré todo, mi niña. -Dice, en voz baja al lado de mi oreja. Siento su aliento en mi nuca-. Te diré porqué me enviaron a La Tierra y te diré porqué mi planeta se instaló al lado de La Tierra.
-Porque otras especies querían colonizaros. Ya lo sé.
Noto su sonrisa. Su incipiente barba me cosquillea el hombro izquierdo, produciéndome un familiar cosquilleo que echaba mortalmente de menos.
-No es justo que tú y tus amigos halláis tenido que exiliaros para sobrevivir. Te juro, mi niña, que Arthur pagará por todo. -Me aparta ligeramente para poder mirarme a los ojos-. Tendrás que ayudarme a convencer a los Ouránios de que luchen. Tenemos que hacerles sentir el odio, la rabia y todo lo que sienten los humanos.
Estrecho aún más fuerte a mi padre. Él es mucho más alto que yo y casi tengo que estar de puntillas para que mis brazos puedan rodear su cuello. Tanto yo como él, tenemos la misma ira contenida hacia Arthur. Me da mucha más fuerzas saber que alguien aquí siente lo mismo que siento yo.
-¿Querías al hijo de Arthur? -Pregunta.
-Creo que sí. -Admito con los ojos llenos de lágrimas-. Creo que fui la única persona, en los últimos años, que lo quiso. Por eso estoy tan enfadada y llena de rencor, odio sentir todo esto porque siento que me estoy convirtiendo en Arthur.
-Jamás serás como él, mi niña. No te llega ni a las suelas de los zapatos.
Justo en la entrada veo a mi madre, sonriendo. La ira y la decepción me invaden de nuevo, hasta el tuétano. Siento el impulso de decirle todas las cosas horribles existentes en La Tierra y en Spectrum. Miro a mi padre por última vez con una sonrisa en mis labios y me dirijo hacia la salida de su estancia. Mi madre hace además de acariciarme el pelo pero me aparto bruscamente para que no me tocara. Pierde la sonrisa ipso-facto.
-Leah, cariño. -Paso por su lado, dedicándole mi peor mirada.
Casi me cuesta mirarla a la cara.
•
Esta vez, no tengo una pistola en mis manos, sino un cuchillo. Christian está frente a mí. Ambos estamos en su loft, cerca del piano y de un cuadro con mi retrato. Él está sonriente y con el torso al descubierto.
-Mátame. -Dice, con la sonrisa en sus labios.
-No quiero hacerlo. -Cierro los ojos.
Escucho un ruido viscoso acompañado de un gruñido/gemido. Abro los ojos y ya Christian no sonreía, de su boca emanaba sangre a borbotones, sin parar. Bajo los ojos y veo el cuchillo clavado hasta el mango en su abdomen, mi mano está llena de sangre. Yo soy la que sujeta el cuchillo, pero Arthur es quien sujeta mi brazo.
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Exilium © [SPECTRUM 2].
Science FictionNo leer si no has leído Spectrum. Tras el Exilio, ya nada es lo mismo. Ahora el objetivo de Arthur M. Green es la creación de una nueva especie, una especie que acabaría con la otra. Cada vez hay más humanos que apoyan a los desafortunados y que es...