Capítulo 40

25 3 1
                                    

Narra Emily
Me encontraba acostada encima de Seamus. La puerta estaba ligeramente abierta y alguien estaba ahí viéndonos. Reímos con Seamus pero, a la vez estábamos tan cerca que como novios quería volver a probar sus dulces y carnosos labios, mientras que nuestras expresiones cambiaban hasta volverse serias. Era lo que más anhelaba en este momento, juntar nuestros labios, pero al notar el quejido y bufido de alguien, de quien sabía que provenían, me separé levantándome y dando la vuelta para encontrar a Thomas mirándome con asco y completamente enojado.

-Así era como no quería verlos- dijo sacando fuego por la boca, como todo un chico furioso.

-¿Qué carajos te pasa?- grité dolida por su mirada y sus palabras.

-No me pasa nada... quisiera saber que estaban haciendo para terminar así- dijo señalando el suelo, ya que Seamus estaba un paso detrás de mí, viendo la grandiosa escena que mi hermano no podía dejar de hacer desde que nos encontró durmiendo juntos.

Esto ya había ocurrido y me creyó una cualquiera y a Seamus un pervertido.

-Mira- dije apuntándolo con mi dedo índice- somos novios y estamos haciendo lo que dos novios hacen, ni siquiera llegamos a hacerlo porque cierta persona, no deja que su hermana sea feliz y la trata como a una cualquiera sin códigos o madurez y como si fuera poco, él no es maduro como debería serlo- escupí cansada de sus "celos de hermano".

Claramente no es así como los celos deberían dejar que me trate, si se supone que soy su hermana y me quiere, debería tratarme mejor. Al diablo con todo, me cansé de sus palabras hirientes y de sus pensamientos hacia mí y para colmo hacia Seamus.

Las lágrimas comenzaron a caer, sin previo aviso y dejé que inundaran mis mejillas. Odiaba llorar delante de chicos o de alguien, pero ya era costumbre que se escaparan.

Se asombró al verlas caer y lentamente, como león con su presa, caminó hacia mí.

-Perdón... perdón... perdón- repetía muchas veces seguidas- no era mi intención lastimarte... solo que tengo miedo de perderte o de que te lastimen, no quiero verte sufrir, como ahora o peor... perdón- dijo tomándome entre sus fuertes brazos y hundiendome en su pecho.

Me acomodé entre sus brazos y sentía que mi corazón se aceleraba. ¿Por qué? Por el cariño que le tenía a este chico que me hace sufrir y después se disculpa diciendo que no quiere que sufra.

¿Es raro? Obviamente, pero es mi vida. Extraña como siempre.

Al separarme lo vi fija y directamente a los ojos seria, lo que más podía.

-Te diré unas cosas y quiero que me escuches y que pienses antes de que pasen éstas cosas- dije y tomé aire para comenzar a enumerar- Primero: Vos sos el que me lastima diciéndome esas cosas tan hirientes. Segundo: Nadie te quiere tanto como yo. Tercero: No vuelvas a pensar que Seamus es un pervertido, o que me quiere lastimar o cualquier cosa mala que se te ocurra. Cuarto: No te voy a pedir que no pienses, como pensas de mi, eso no importa estas en tu derecho de pensar como quieras de mí, pero de Seamus no, y además le debés unas disculpas. Quinto: No te prohibo que me cuides, pero pensar no hace mal- dije enumerando con mis dedos- y por último, sabes que te quiero mucho y que no te voy a dejar de querer jamás, ni aunque me lastimes peor de lo que me lastimaste recién... ¿Y sabés por qué? Porque cuando decís esas cosas me haces tener odio a tu palabras y me haces creerte y a la vez querer ser mejor persona y me haces amarte por eso y además de que te quiero por la persona que eres, obviamente cuando no estás celoso. Ahora, me gustaría saber que pasó entre ustedes dos que no son los mismos que cuando Seamus llegó- les dije ahora a ambos.

-Nada, solo que tenía miedo de saber que él podía lastimarte- dijo y agache mi cabeza sabiendo que fue en vano todo lo que le dije.

-Pero sé que él no va a hacer eso- completó haciéndome suspirar- confío, y espero que eso no se arruine, en él y perdón a los dos- dijo sonriendo paternal y Seamus sonrió y asintió.

-Gracias- dije abrazándolo.

-Pero...- dijo y bufé sonriendo.

-Regla número uno: no besos, delante de mí hasta después del casamiento. Regla número dos: No quiero enterarme de nada de lo que se puedan arrepentir- dijo elevando sus cejas.

Asentimos con Seamus.

-Te quiero mucho, hermanita- me dijo.

-Yo también te quiero mucho hermano- le contesté.

-Bueno, duerman separados y nada de besos- dijo severo y reí por lo bajo.

Salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él.

Me acerqué a Seamus empujandolo contra el mueble y suspirando con rendimiento hasta quedar a centímetros de su boca. Él me miraba con asombro y con dulzura, a la vez de que se notaba una gota de perversidad es sus hermosos ojos.

-En que estabamos...- susurré y sonreí tiernamente.

Life strangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora