Capítulo 3

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Al terminar con las clases que tenía antes de la hora del almuerzo, Tōshirō ignoró los ofrecimientos de sus compañeras mujeres de ir con ellas a comer respondiéndoles de la manera más amable de la que fue capaz sólo para no comenzar con una mala impresión su primer día. Eludiendo la mayor cantidad de personas posible, logró salir al patio de la escuela donde se encontraban algunas mesas con estudiantes comiendo o paseando por los alrededores. Ahora, ¿hacia dónde? Caminó por unos segundos en busca de algún espacio vacío para pasar el tiempo, había comprado una bolsa de amanattō – judías azuki (de soja roja) cubiertas en azúcar y cocidas en almíbar -, que era su comida favorita al igual que la sandía. Una vez que avistó un lugar, el sonido de gritos en la distancia lo hicieron mirar a sus costados ya que uno de ellos le había resultado familiar. Como esperaba, encontró a Karin a pocos metros de distancia usando un conjunto deportivo de algodón, de pantalones azules y camiseta blanca con el logo escolar, llevando el cabello atado como siempre en una coleta que dejaba caer dos mechones en su frente. ¿Qué estaba haciendo en el campo? Prestó mejor atención a la muchacha y distinguió cómo arrastraba con sus pies un balón de soccer mientras el mismo grupo de amigos que había conocido esa mañana la seguía por detrás.

- ¡Ni lo pienses, Kurosaki!

Apareciendo de la nada, un muchacho que Tōshirō reconoció como uno de sus compañeros de clase se arrojó hacia el lugar donde Karin se encontraba.

- ¿Quién te crees que soy? – preguntó ella con una sonrisa burlona.

Tomando el balón entre sus pies, logró arrojarlo de forma que pasara por su espalda hasta su cabeza, eludiendo el pie que su contrincante había estirado para quitárselo, y siguió corriendo hasta poder detener la pelota con su pecho y continuar su camino al arco. Sin embargo, cuando estuvo a punto de dar una última patada, el mismo muchacho volvió a mostrarse en escena y chocó estruendosamente contra Karin, provocando que su cuerpo pequeño saliera despedido por la potencia de la contextura de él, quien pudo mantenerse de pie sin tener intenciones de ayudarla a levantarse. Dejándose llevar por el enfado que sintió al ver a la muchacha siendo lastimada por aquel imbécil, Tōshirō se acercó a paso veloz para darle su merecido cuando Karin se levantó con el uniforme sucio de tierra y unos pequeños rasguños en el rostro.

- Si fueras buena jugando, lo habrías evadido – dijo el joven con sorna.

- ¿Nan da to? ¡¿Qué dijiste?! ¡Tú te metiste en mi camino!

- Deberías haberlo esperado de tu capitán, ¿no?

Tōshirō los alcanzó al mismo tiempo que Jinta y los demás.

- Soy la segunda capitana del equipo, Harada. No te creas la gran cosa.

- ¿Crees que eres la segunda porque eres buena? – Tōshirō notó que la pregunta había logrado que Karin apretara sus manos fuertemente. - ¿Nunca pensaste que, siendo la única mujer del equipo, no podría ser que quieren hacerte sentir bien contigo misma dándote un puesto alto?

- Karin, no tienes que escucharlo... - trató de calmarla Jinta.

La tomó por el codo, pero ella se soltó de un tirón.

- Estoy calmada – mintió -. Estoy bien.

- Después de todo – escucharon que continuaba el tal "Harada" -, con tus cualidades físicas podrías haber ganado fácilmente la atención del entrenador, ¿no?

Antes incluso de que Tōshirō pudiese reaccionar, atisbó un puño pasando frente a sus ojos que terminó impactando en el rostro de Harada con una potencia parecida a la que había visto el día anterior, aunque esta vez había sido obra de Jinta, quien, en el momento en que lo empujó lo suficiente para alejarlo, quiso aprovechar la oportunidad para alejarse de allí. Sin embargo, cuando Harada volvió a erguirse en su lugar y corrió para atacar al pelirrojo cuando le dio la espalda, Karin en unos segundos pudo pasar por debajo del brazo estirado que él había lanzado para golpearlo, consiguió posicionarse a su costado y usar su codo izquierdo para empujarlo en el pecho hacia atrás, logrando que tropezara por la pierna que había colocado detrás de sus rodillas. Una vez que se encontró en el suelo, ella estuvo a punto de golpearlo con un puño, pero se detuvo. Había actuado de una manera refleja y tan rápida que nadie tuvo tiempo de reaccionar, ni siquiera Jinta que estaba más cerca que los demás.

El Dragón de Hielo [HitsuKarin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora