Capítulo 17

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Tōshirō terminó de escalar por la enredadera de la pared en el momento en que alcanzó finalmente la ventana abierta del segundo piso de la casa de la familia Kurosaki. Todavía no había amanecido, apenas podían verse los primero rayos de sol, por lo que todos estarían dormidos. Miró con cuidado a través del vidrio, encontrándose con una habitación pequeña donde una muchacha de cabello negro dormía plácidamente en su cama. Es adorable incluso cuando está dormida, pensó después de abrir la ventana con cuidado para no hacer ruido. Caminó hacia ella, encontrando en su mesa de luz una fotografía de una hermosa mujer de cabello castaño claro, sonrisa materna y ojos brillantes de felicidad. ¿Todavía la extrañas, Karin? Se adentró bajo las sábanas para terminar a su lado, abrazándola contra su pecho.

- Mh... - le oyó murmurar mientras se aferraba a su camiseta.

- Ohayō.

Karin entreabrió los ojos con párpados pesados y le sonrió.

- Ohayōgozaimasu.

- ¿No pareces sorprendida?

- Supongo que no lo estoy – aseguró encogiéndose de hombros -. Siempre fuiste impredecible, no sería una buena novia si no me acostumbrara a cosas como estas.

- Eso es muy decepcionante, ¿sabes? Solía ser divertido.

- Hai, hai, estoy segura de que te decepciona no poder asustarme.

La vio levantar sus brazos para poder estirarse cuando reconoció las mangas de una camisa negra demasiado grande para ella que se le volvió extrañamente familiar. Antes de que bajara las manos, Tōshirō miró por debajo del cobertor para encontrarla vestida sólo con esa prenda oscura que llegaba a la altura de sus muslos. Al instante, un sentimiento de felicidad y orgullo se extendió por su pecho, pensando en lo hermosa que se veía y el contraste de su piel blanca con la tela negra.

- ¿Ahora robas mi ropa? – preguntó él, acariciando su cuello con sus dedos.

- Sumanai – se disculpó avergonzada -, no pude evitarlo.

- Īe, no me molesta. Es más... deberías usarla cada vez que estemos fuera, así sabrán que ya le perteneces a alguien.

- No necesito una camisa para demostrarlo.

Karin lo abrazó por el cuello.

- Algunas personas no lo entienden fácilmente.

- Al diablo con ellos.

Feliz de las palabras que había dicho, entrelazó sus dedos en su cabello espeso y eliminó la distancia de sus rostros para poder besarla. Habían pasado algunas semanas desde la última vez que estuvieron juntos ese sábado que pasaron en su departamento y, con los finales de fin de curso acercándose, apenas tenían tiempo para encontrarse después de clases. Todavía no tenía de cómo lograba concentrarse en sus estudios cuando tenía tantos deseos de estar con ella. Incluso aunque trataron de ayudarse mutuamente a estudiar, resultó desconcentrándolos aún más, por lo que decidieron mantenerse alejados hasta terminar los exámenes.

- Mi padre y mi hermano están a unos metros de aquí, Tōshirō – dijo tratando de alejarse de sus labios.

- ¿Y eso qué?

Cuando estuvo a punto de comenzar a desabotonar su camisa, ella se alejó con una sonrisa divertida y se sentó con la espalda en el respaldo de la cama.

- De todas formas, ¿qué haces aquí? – indagó con intenciones de cambiar de tema mientras ataba su cabello con una coleta en su muñeca.

- No quería que despertaras sola hoy.

El Dragón de Hielo [HitsuKarin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora