- Tengo un regalo para ti – informó Tōshirō después de que terminaran de limpiar la sala y se sentaran en un sofá pequeño.
- ¿Para mí?
Buscó en su bolsillo para sacar una caja alargada de terciopelo negro y se lo entregó, sin perder de vista ninguna de sus expresiones. Sorprendida, Karin lo tomó en sus manos con una sonrisa en los labios y lo abrió para encontrarse con una cadena de plata que, como dije, llevaba colgando un copo de nieve que tenía incrustada en medio una pequeña piedra brillante color transparente.
- Tōshirō...
- Es una piedra lunar, no un diamante – se apresuró en aclarar, sabiendo que no lo aceptaría de tratarse de algo tan costoso -. Cambia de color depende de por dónde la mires.
- Demo, ¿un copo de nieve?
- Me pareció la mejor opción.
- Creí que no te gustaba la nieve – admitió ella mirándolo a los ojos.
- Pero a ti sí.
Se mantuvieron la mirada por varios segundos hasta que la joven se puso de pie con el collar en las manos y le hizo una seña para que le ayudara a colocárselo, por lo que Tōshirō volvió a tomarlo y esperó a que ella se girara y levantara su cabello para dejar su cuello desnudo. Admirando su imagen desde esa posición, colocó el accesorio en su garganta y lo cerró. Pero no le dio oportunidad de alejarse porque se acercó rápidamente, colocó sus manos en los hombros delgados de Karin y plantó un beso en la parte de atrás de su oreja. Miró la hora en su reloj de muñeca y sonrió.
- Feliz cumpleaños.
Sus palabras la dejaron paralizada.
- No es mi cumpleaños.
- Pero es el mío, ¿recuerdas? Y cuando eramos niños un día prometimos que, para no olvidarnos del cumpleaños del otro, decidimos festejarlos al revés. Tú lo harías en el mío y yo en el tuyo.
- ¿Cómo puedes recordarlo aún?
- Sé que puedo ser un idiota, pero soy bueno con las promesas importantes.
- ¿Lo recordaste durante todos estos años?
- Hai.
Karin dejó volver a caer su cabello antes de dar media vuelta para quedar cara a cara. Su rostro parecía tan concentrado que él no supo qué hacer. Sus ojos estaban escaneándolo como queriendo descubrir algo en su expresión, una acción que se había acostumbrado a ver en ella cada vez que lo miraba. No creía que pensara que estaba mintiéndole, más bien parecía una manera de asegurarse de que no fuese su imaginación. Podía suponerlo porque Tōshirō también la observaba de la misma forma. ¿Parezco un sueño para ti como tú lo pareces para mí?
Sin darle tiempo de decir algo, Karin se cogió de las solapas de su camisa para atraerlo y poder besarlo. Lo hizo tan bruscamente que no supo cómo responder al principio hasta que, sintiendo la premura y la ansiedad de la joven, él la encerró con sus brazos alrededor de su espalda, acercándola a su cuerpo tanto que la elevó del suelo unos centímetros. Al verse levantada a su altura, ella lo tomó por la parte de atrás de la cabeza, enredando sus dedos en su cabello, y siguió intentando acercarlo más, aunque eso ya no fuese posible. ¿Cuál era su prisa? ¿Por qué seguía sintiendo que eso estaba mal? Tōshirō pensó en la posibilidad de alejarla pero, al notar que ella por primera vez abría la boca para darle permiso de invadirla con su lengua, no desaprovechó la oportunidad y lo hizo.
- Oi – se obligó a separarse unos centímetros para poder respirar -, ¿a qué hora se supone que tengo que llevarte a casa?
Karin le regaló una sonrisa insinuante, se bajó otra vez al suelo y sostuvo una de sus manos para tirar de él, indicando que la siguiera. Estaban dirigiéndose al pasillo que los llevaría a su habitación.
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El Dragón de Hielo [HitsuKarin]
Fanfiction"- Yo me vengaré por lo que le hicieron a Karin. Yo y sólo yo tengo que hacerlo. - ¿Estás demente, Tōshirō? ¿Acaso no recuerdas cómo terminaron la última vez? - Lo recuerdo bien, pero esto es algo que debo hacer. Tengo que hacerlo. Por Karin y por...