- Eres el mismo Hitsugaya Tōshirō que vivía aquí hace cinco años, ¿no es cierto? – preguntó Yachiru mientras colocaba ambas manos en su cintura con una sonrisa en el rostro, deteniéndolo en su caminata a la entrada – Ken-chan me pidió que te preguntara si puedes estar en el torneo de kenjutsu de esta tarde a la salida de clases.
- ¿De qué hablas?
- Uno de nuestros compañeros no puede asistir y necesitamos sólo uno más para participar.
- ¿Y por qué me pedirían a mí hacerlo?
- Solías ir al Seireitei – admitió la joven encogiéndose de hombros -. ¿Acaso no me recuerdas?
Lo hacía.
- Īe – mintió -. Creo que te equivocas de persona.
- No-lo-cre-o... - canturreó sin dejar de sonreír -. Pero no voy a obligarte a venir. Hiyori-chan tampoco quería pedírtelo, aunque Karin-chan no opinó nada al respecto.
- ¿Karin?
- ¿Lo olvidaste? Está con nosotros en kenjutsu.
Ah, es cierto, recordó. ¿Acaso no estaba al tanto de que estaban preguntándole? ¿Por qué no había sido ella la que le pidiera el favor directamente?
- ¿Será sólo una vez? – inquirió Tōshirō mirando en otra dirección.
- Mh - asintió.
- ¿Y no volverán a pedírmelo de nuevo después de esto?
- Hai, hai.
Lo pensó por unos segundos más a medida que un mal presentimiento le recorría el cuerpo, asintió con la cabeza en señal de afirmación y siguió con su camino a clases. Estaba seguro de que no sería una buena idea después de lo que había pasado, pero no podría soportar ver a Karin decepcionada por no poder participar en la competencia de la que llevaba hablando desde hacía tiempo atrás. A pesar de que había pasado casi una semana desde que no hablaban, estaba al tanto de lo duro que practicaba al quedarse después de clases en el club de kenjutsu, espiándola a veces para verla practicando con Zaraki Kenpachi, Madarame Ikkaku y Ayasegawa Yumichika, tres hombres que recordaba del Seireitei. Sin embargo, detestaba la manera en que la trataban durante esas horas ya que, incluso si se trataban de sus maestros, eran demasiado insistentes con que Karin se hiciese más fuerte y no tenían lástima en pedirle que se esforzara al máximo cada segundo.
- ¡Sigues siendo débil, Kurosaki!
- No pareces haber mejorado mucho.
- ¿Acaso estás siquiera tomándotelo enserio?
Y Karin cedía a todos esos insultos sin reprochar, obligándose a sí misma a seguir insistiendo a pesar de que sus manos sangraran por la fuerza con la que apretaba su katana y las gotas de sudor cayeran por su rostro y cuello. ¿Existía una persona que se esforzara más de lo que ella lo hacía? Le hubiera gustado felicitarla por ello, decirle lo mucho que admiraba su energía y su dedicación, pero con la escuela y el trabajo no encontró ni una oportunidad para disculparse por la forma en que la había tratado en el cementerio. Tōshirō nunca podría cambiar sus celos, ni siquiera esconderlos, pero se prometió a sí mismo que trataría de entender la situación en la que Karin estaba al tenerlo a él de un lado y su familia y Shūhei del otro. No podía obligarla a elegir, sólo esperar a que ellos también lo aceptaran.
Como prometió, a la salida de clases se dirigió al gimnasio del edificio donde varios grupos de estudiantes de otras escuelas estaban esparcidos tanto por dentro como por fuera mientras esperaban el comienzo del torneo. Tōshirō se escabulló entre la multitud, llegó al vestidor y se topó con el entrenador Kenpachi, un hombre de estructura maciza y terrorífica con el cabello en punta, ojos negros y una cicatriz que atravesaba su rostro.
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El Dragón de Hielo [HitsuKarin]
Fanfiction"- Yo me vengaré por lo que le hicieron a Karin. Yo y sólo yo tengo que hacerlo. - ¿Estás demente, Tōshirō? ¿Acaso no recuerdas cómo terminaron la última vez? - Lo recuerdo bien, pero esto es algo que debo hacer. Tengo que hacerlo. Por Karin y por...