Capítulo 7

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Llevaba casi una hora buscando a Karin después de haberla perdido al no perseguirla en el momento en que la vio alejarse de su lado. Soy un idiota, se insultó en su cabeza. Había recorrido por completo la escuela para ver si se encontraba en algún club o había decidido quedarse con el resto del equipo, quienes festejaban fuera de los vestuarios por la victoria. Aunque se trató de una pérdida de tiempo. Tōshirō se vistió de nuevo con su ropa después de darse una ducha, colgó su mochila al hombro y corrió bajo la lluvia ya calmada por la misma calle donde había encontrado a Karin y Kyōraku sensei. Después de minutos que se le hicieron eternos, la encontró ubicada bajo un paraguas verde musgo sostenido por un hombre que debía de tener su altura – quizás unos centímetros más alto -, el cabello corto de un color azabache y levantado, ojos oscuros, tres cicatrices rectas que bajaban desde su ojo derecho hasta el mentón, una cinta gris delgada ubicada de forma vertical bajo su ojo izquierdo hasta su nariz y un tatuaje del número "69" en una de sus mejillas. Hisagi Shūhei, recordó su nombre él como uno de sus antiguos compañeros en el Seireitei. Había sido uno de los mejores y los más jóvenes del dōjō, sacándole unos pocos años de edad. Shūhei parecía hablar animadamente con la muchacha al mismo tiempo que intentaba ponerla debajo del paraguas para que no tuviese que mojarse, a lo que Karin aceptaba con una sonrisa que él juzgó alegre pero forzada.

No obstante, a pesar de querer interponerse entre ambos en el instante en que los vio juntos, Tōshirō no pudo evitar pensar en lo que habría sido de ella en ese tiempo que habían tenido separados. ¿Habría salido con alguien? ¿Y si estaba con Shūhei? ¿O Jinta? ¿Qué lograría con su intervención si Karin en realidad se encontraba en una relación? Él no había tenido ningún tipo de pareja desde que tuvo que abandonar Karakura, pero eso no significaba que no hubiese estado con mujeres para divertirse por algunas noches. Era un hombre, después de todo. Existían algunas necesidades. Y Karin, al igual que toda mujer, también tenía las suyas. ¿Qué se suponía que quería lograr con perseguirla? Si era cierto que ella ya lo había superado, que lo había dejado de esperar, ¿por qué todavía seguía teniendo fe?

Al distinguir a Shūhei estirando una mano en dirección a la muchacha para poder acomodarle un mechón de cabello suelto detrás de la oreja, Tōshirō dejó a un lado todos sus pensamientos y enfiló hacia ellos, tomando rápidamente el brazo de Karin con una mano para acercarla a su cuerpo. Al reconocerlo, quiso soltarse mientras le asestaba algunos golpes.

- Hitsugaya... - susurró su antiguo compañero con sorpresa.

- Sumanai, Hisagi, pero ella viene conmigo.

Cerrando con fuerza la mano en una muñeca de la joven, Tōshirō la arrastró sin prestar atención a sus protestas ni a las miradas que las personas les lanzaban preocupados, concentrándose sólo en no soltarla esta vez o permitirle escapar, no importaba cuánta fuerza usara en su contra. Obligándola a subir los escalones de su edificio, la adentró a su departamento para después cerrar la cerradura y guardar la llave en el bolsillo trasero de su pantalón. A diferencia de cualquier otra muchacha normal en su lugar, ella no lució asustada, ni siquiera preocupada por su bienestar, sino que lo observaba con un fuego contenido en sus ojos.

- Déjame ir.

- Iyada – se negó.

- Tōshirō, será mejor que abras la puerta en este instante.

- No hasta que me escuches...

- ¡No quiero escucharte!

Al oír el grito, Hyōrinmaru apareció pocos segundos después ladrándole a Karin al ser una desconocida.

- Ike, Hyōrinmaru. Sal de aquí, vete.

- ¿"Hyōrinmaru"? – inquirió ella, dando vistazos al enorme perro - ¿Lo llamas así?

El Dragón de Hielo [HitsuKarin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora