Capítulo 21

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Sentado sobre una de las sillas de la sala de espera de aquel enorme hospital, toda la familia Kurosaki y amigos se encontraban esperando alguna respuesta. No obstante, Tōshirō, la persona que más estaba sufriendo cada segundo que pasaba, no se veía capaz de tomar asiento junto a esas personas, que probablemente lo culparían. ¿Cómo si eso fuese necesario? Él ya se culpaba lo suficiente. Estaba sentado en la entrada del edificio, por su cuenta, con los codos sobre las rodillas y las manos tapando su rostro. No lloraba, pero podía notarse su ansiedad en cada cigarrillo que fumaba y en cómo su pierna derecha parecía temblar impaciente. ¿Cuánto tiempo llevaba allí sentado? ¿Una hora? ¿Un día? ¿Una semana? Le resultaba imposible saberlo. Lo único que importaba era que habían conseguido hacer que su corazón volviera a latir, pero todavía no había vuelto a despertar.

- Ten paciencia, Shiro-chan.

- Hai, Momo – respondió en voz alta a su propia imaginación.

¿En verdad quería saber la respuesta que le darían los doctores?

De repente, la imagen de Karin inundó su mente con distintos recuerdos. Como la primera vez que la había encontrado en la escuela después de cinco años.

- ¡Ossu!

O cómo la había hecho reír por las cosquillas esa tarde patinando sobre hielo.

- ¡Tōshirō! ¡Yamero!

O cuando le dijo las dos palabras que más esperaba escuchar.

- Te amo, Tōshirō.

Pero no duraron mucho ya que fueron reemplazados casi al instante por la imagen de ella todavía de pie, mirándolo fijamente mientras la sangre caía a sus pies. Se llevó una mano al estómago al sentir náuseas y cerró los ojos fuertemente para evitar las lágrimas. Debía ser fuerte... por Karin. Después de todo, se lo debía por todas aquellas ocasiones en que ella había sido su sostén.

- ¡¡No pierdas, Tōshirō!!

No lo haré, Karin. Al igual que en aquella pelea.

Estaba al tanto de que hablar con sus recuerdos no era bueno, mucho menos mantener conversaciones con su difunta tía Hinamori, pero no podía evitar hacerlo al pensar que podría perder a esa muchacha al igual que había perdido a su familia. ¿Qué pasaría entonces si eso ocurría?

- ¡Hitsugaya!

Tōshirō reconoció al muchacho de cabello rojo tirado hacia atrás, estaba corriendo en su dirección. Ururu lo seguía por detrás.

- Hana-

Antes de poder terminar de pronunciar su nombre, un puñetazo en la mejilla lo cayó.

- ¡Jinta, yamero!

- Urusai, Ururu. Esto es entre él y yo – dijo, tomándolo por las solapas para obligarlo a mirarlo a la cara, sin que el muchacho pusiera resistencia -. Al fin pude encontrarte, maldito infeliz. ¿Tienes alguna idea de lo que has hecho?

- Cometí un error.

- ¡Y tu error significó la vida de Karin! – gritó con furia, volviendo a golpearlo - ¡Ella morirá por tu culpa!

- No morirá...

Los ojos de Jinta brillaron por la humedad de las lágrimas.

- ¡¿Cómo puedes estar tan seguro de que estará bien?!

- No lo estoy. – Tōshirō apoyó sus manos sobre las del joven y sonrió con tristeza. – No estoy seguro de nada, en absoluto. Pero quiero confiar en ella. – Se soltó de su agarre y volvió la vista al suelo, llevándose una mano a la cara. – La única cosa que sé es que estoy preocupado hasta la muerte y que, si algo llega a sucederle, jamás me lo perdonaría.

El Dragón de Hielo [HitsuKarin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora