Capítulo 22

590 49 4
                                    

- ¡Momo!

Yo la maté... El muchacho se despertó sobresaltado por la pesadilla que acababa de tener, sintiendo su rostro sudado y sus manos temblorosas. ¿Qué había sido eso? Se había visto a sí mismo atravesando a su tía Hinamori por el pecho con su katana mientras vestía su uniforme del Seireitei. Creí que estas pesadillas habían terminado, pensó con desgana, tapándose la cara.

- Mh...

Volvió la vista a la camilla frente a él, donde todavía reposaba Karin, murmurando algo entre sueños.

- Ohayō - la saludó en un susurro, plantándole un beso en la frente.

Como Yuzu le había prometido, tuvo toda la noche a su lado para poder, de alguna forma, compensar el pedido que le había hecho el día anterior. Ni Isshin ni Ichigō lo descubrieron. Pero su tiempo había acabado, el sol estaba comenzando a asomarse, por lo que Tōshirō se puso de pie para colocarse su chaqueta nuevamente y salió al pasillo a hurtadillas. Yuzu estaba durmiendo en una banca a un lado. No la despertó, no soportaría escucharla recordarle de la promesa que le había hecho, así que simplemente regresó a su departamento donde tomó una ducha y desayunó. El sueño de esa mañana seguía atormentándolo.

- No pude estar durante la muerte de mi tía Hinamori porque asistí a un torneo de kenjutsu en mi anterior escuela. Cuando regresé al hospital, ya era demasiado tarde. Y me prometí no volver a levantar una katana de nuevo.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que le había dicho la verdad a Karin sobre la razón por la cual no quería volver a practicar kenjutsu? Desde aquel día, él se había sentido mucho más tranquilo con respecto al pasado. No había vuelto a tener pensamientos al respecto y aceptó ir al dōjō del Seireitei a visitar a sus anteriores maestros. ¿Qué había cambiado para que todo volviese a ser igual? Ahora Karin ya no está conmigo, se respondió a sí mismo al instante. ¿Qué tanto había cambiado esa joven su vida al volver a encontrarse? Desde el momento en que la reconoció, supo que ya nada sería igual.

- ¿Qué pasará conmigo ahora? - se preguntó en voz alta.

Antes de poder pensar en una respuesta, sintió cómo una lengua húmeda le lamía la mano que colgaba en el respaldo del sofá donde estaba sentado. Hyōrinmaru, usando una venda que le cubría gran parte del torso, había sido curado de su herida de bala en la espalda y se vio capaz de volver a casa cuando el veterinario lo juzgó conveniente. En los días que pasó antes y después de la cirugía, Tōshirō apenas pudo pegar un ojo. No sólo por Karin, sino también porque su compañero más fiel podría morir en cualquier segundo. Sin embargo, allí estaba, igual que siempre pero algo lastimado.

- Ven aquí, amigo. - Él le palmó varias veces el cojín a su lado en el sofá y el animal se subió con obediencia. - ¿Cómo te encuentras hoy, eh? ¿Te gustaría otra pastilla para el dolor? - le preguntó, aunque Hyōrinmaru se limitó a observarlo fijamente - Ah, ya sé lo que quieres saber... Ella está bien, ayer despertó por unos segundos. Karin estará bien.

El perro blanco ladró y comenzó a mover su cola de un lado para el otro.

- Hiciste un gran trabajo. - Tōshirō le acarició la cabeza con ambas manos. - La protegiste mucho mejor que yo. Y por ello, te estaré eternamente agradecido, ¿sabes? Pero... tal vez no puedas volver a verla, amigo - admitió con la voz algo entrecortada -. ¿Qué te parecería ir a casa de mi abuela? Allí tendrás más espacios abiertos donde podrás correr y jugar. ¿Qué piensas? Será una... aventura... - No necesito una aventura. - Conoceremos más personas... - No necesito más personas. - Hasta podríamos comenzar desde cero una nueva vida, igual que aquí...

¡No necesito nada de eso! se reclamó en su mente. ¡Necesito a Karin!

Sus ojos comenzaron a humedecerse al mismo tiempo que cerraba sus manos en puños y Hyōrinmaru lamía su rostro. Cuando pudo sentir una lágrima apunto de escaparse, la barrió con rapidez al escuchar su teléfono repiquetear. Se trataba de un mensaje de texto.

El Dragón de Hielo [HitsuKarin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora