Capítulo 20

566 44 3
                                    

¿En qué momento se fue de mi vista? Se preguntó Tōshirō mientras seguía corriendo en busca de Karin, quien había logrado alejarse lo suficiente para que terminara por perderla. Llevaba siguiéndola por algunos minutos sin que ella le prestara atención pero, en algún momento de la tarde, la muchacha logró escaparse y dejarlo atrás. Está oscureciendo, dijo, mirando cómo el sol terminaba por esconderse. No podía simplemente volver a casa con Karin todavía enfadada, por lo que comenzó a correr de nuevo por las calles de Karakura mientras Hyōrinmaru lo perseguía y olfateaba en el aire en busca de algún indicio. ¿Qué se supone que debía hacer cuando la encontrara? Ella no aceptaría sus disculpas sólo así y, por lo que había logrado en el Seireitei, estaba lo suficientemente enfadada con él como para querer terminar con todo. ¿Cómo se supone que debería reaccionar si Karin decidía abandonarlo? ¿Si no quisiera volver a verlo? ¿Qué pasaría luego? Cinco años atrás había resultado dolorosamente insoportable, ¿y en la actualidad? ¿Sería capaz de permitirle dejarlo? ¿Tendría que volver a la casa de su abuela y comenzar desde cero de nuevo? Īe, no podré soportarlo. Debía encontrarla y arreglar esa situación.

- ¡Oi, miren quién es! – oyó una voz gritar a sus espaldas, deteniéndose de súbito – Es el imbécil que se metió con nosotros aquel día en el parque.

Chikushō, pensó.

En definitiva, se trataba de dos de los cuatro tipos que lo habían molestado por salvar a un niño meses atrás. Por esa misma pelea, había vuelto a encontrarse con Karin después de tanto tiempo.

- ¿Por qué no terminamos lo que empezaste? – preguntó otro de ellos, apareciendo entre la sombras de un callejón, sosteniendo lo que parecía ser una cadena.

- Gomen, pero no tengo tiempo para esto ahora.

- ¿Estás seguro? – El mismo hombre soltó una carcajada. – ¡No me digas! Estás asustado porque ahora tu novia no está para ayudarte, ¿ne?

Estuvo a punto de ignorarlos y seguir caminando pero un comentario lo detuvo:

- Fue algo difícil de atrapar, ¿sabes? - ¿Nani? – Pero después de un buen golpe, pudimos dejarla inconsciente por un poco de tiempo. En verdad es una fiera. – Tōshirō no se giró mientras su mente trataba de comprender lo que estaba escuchando. - ¿Todavía no nos crees? ¿Por qué no le dejas escuchar el video que grabamos, Kei?

Unos segundos después, un grito de Karin lo obligó a girarse, encontrándose con uno de los sujetos sosteniendo un teléfono en alto con la pantalla completamente en negro.

- ¡Hanashite! ¡Suéltame, baka yarō!

- Tranquila, bonita, sólo queremos devolverte lo que nos hiciste.

- ¡¡Hanashite!!

Con una velocidad que nadie pudo explicar, Tōshirō tomó el teléfono para partirlo a la mitad y luego aferró las solapas del dueño del mismo, empujándolo para que chocara contra la pared, sosteniéndolo algunos centímetros por encima del suelo. Sin embargo, antes de poder obligarlo a decirle dónde estaba, la cadena fría de su compañero lo rodeó por el cuello y comenzó a apretarlo cada vez más fuerte.

- No esta vez – dijo el sujeto a sus espaldas.

Pero él no perdió el tiempo y tomó la cadena con sus dedos, aplicando una fuerza de la que no se creía capaz para lograr tener un poco de aire y darle también la oportunidad de arrojar al hombre sobre su cuerpo una vez que se inclinó hacia abajo. El aludido pasó por sobre su cabeza y terminó estampado contra el mismo que había acorralado en contra de la pared, cayendo ambos al suelo. De nuevo, al igual que unas horas atrás en el dōjō, su vista se tiñó de rojo.

El Dragón de Hielo [HitsuKarin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora