Las clases ya habían terminado por esa semana y se encontraban en día sábado, Tōshirō salía de su último día de trabajo hasta el próximo lunes mientras conducía una vieja motocicleta negra Harley Sprint de 1970 que había encontrado tirada en el taller y que su jefe le había dicho que, si lograba repararla, podría quedársela. Aceptando el desafío, llevó el vehículo a su departamento donde pasó tarde y noche después de la escuela arreglándola, usando sus conocimientos adquiridos en sus años trabajando en la mecánica de un amigo de su abuela en su antigua ciudad. Como se trataba de un modelo viejo, la pintura negra tenía rasguños y manchas de suciedad que le fueron imposibles de quitar, sin contar que se había visto obligado a cambiar ambas ruedas, los amortiguadores y las luces, darle una profunda limpieza al motor después de conseguir que funcionara y compras varias partes que le faltaban. Suponía que el tiempo y dinero que había gastado en esa motocicleta, terminaría valiendo la pena si al menos le otorgaba el poder de transportarse a cualquier lugar que quisiera. Y lo hacía, al menos por el momento.
- ¿Dónde diablos te escondiste?
Desde el día en que había escapado de su edificio, no había vuelto a verla ni en la escuela ni en la calle, ni siquiera cuando se acercó a espiar en las prácticas de soccer. Se había resignado a preguntarles a sus amigos ya que debían de detestar su sola presencia a esas alturas, por lo que se decidió a esperar hasta que consiguiera encontrarla en algún lugar y, cuando lo hiciera, le preguntaría sobre lo que había ocurrido en ese momento cuando simplemente desapareció.
- No vuelvas a acertarte a mí, Tōshirō.
Esas palabras lo habían herido de forma inimaginable.
- ¿Por qué me haces esto, Tōshirō?
¿Había cometido una equivocación al besarla? Si así era, ¿por qué le había correspondido segundos después? ¿Cuál fue su error? ¿Ser insistente? ¿Alguna de las cosas que le había dicho? Todas eran ciertas. ¿Por qué seguía sin estar conforme? Pero decidió no preocuparse por encontrar las respuestas a esas preguntas. Tal vez era cierto que Karin no sentía nada por él, después de todo. Si ella le pedía que la olvidara y la dejara en paz, haría lo posible para intentarlo. Hasta entonces, esperaría. Sin embargo, supo que esa decisión no influía en su comportamiento después de distinguir a dos muchachas caminando bajo la lluvia con los brazos abiertos, dando giros y riendo, disfrutando de las gotas que caían sobre ellas. Al reconocer a una de ellas como Karin, guio su motocicleta hasta donde se encontraban y la detuvo junto en frente, tapándoles el paso cuando quisieron cruzar la calle. Tomó su casco con ambas manos y se lo quitó, moviendo su cabello para poder acomodarlo a pesar de que estuviese a punto de mojarse.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó Karin, viendo sus mejillas enrojecerse.
Ella tenía el cabello en una coleta como lo llevaba usualmente y ningún tipo de maquillaje en el rostro, vistiendo una franela blanca con una camisa cuadriculada encima desprendida y una chaqueta negra abierta que le llegaba a los muslos; debajo, unos pantalones vaqueros sueltos y zapatillas Converse. Por el otro lado, Tōshirō había salido de trabajar por lo que usaba unos pantalones vaqueros viejos con manchas de pintura y una musculosa en el mismo estado que se ajustaba a su pecho. Esperaba llegar a casa rápido ya que no había cargado con él un abrigo y le habían prestado una capa destruida color marrón en el trabajo.
- Súbete, tenemos que hablar.
- No puedo, estoy ocupada, ¿no ves?
- No me interesa.
Karin tomó a su amiga de la mano y quiso irse, pero Tōshirō, enfadado, la retuvo por el antebrazo antes de que pudiera alejarse.
- Súbete. Ahora.
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El Dragón de Hielo [HitsuKarin]
Fanfiction"- Yo me vengaré por lo que le hicieron a Karin. Yo y sólo yo tengo que hacerlo. - ¿Estás demente, Tōshirō? ¿Acaso no recuerdas cómo terminaron la última vez? - Lo recuerdo bien, pero esto es algo que debo hacer. Tengo que hacerlo. Por Karin y por...