Dos ojos se abrieron en la oscuridad absoluta, el destello de la juventud brilla a pesar de todo. Hacía frío, mucho frío; pero al mismo tiempo el aire y la humedad eran sofocantes. Sonidos extraños se hacían presentes en todas direcciones, haciendo eco a su alrededor. Pequeñas gotas de agua caían aleatoriamente en su cabeza y en su ropa. El suelo pegajoso como la brea le dificultó el trabajo de levantarse en gran manera.
—¿Hola?
El eco de sus palabras se convirtió en un fuerte golpe a los oídos y junto con él, un olor putrefacto llenó sus pulmones. La respiración comenzó a fallarle al igual que el sentido del equilibrio; tenía la sensación de que en sus venas corría plomo fundido en lugar de sangre, quemándole por dentro y empujándole hacia el suelo. Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando a las tinieblas, lo suficiente para ver que paredes circulares le rodeaban, alzándose casi infinitamente sobre su cabeza.
—Es un pozo —pensó.
Un denso barro se había pegado en su cabello y en su ropa, amarrándole al suelo. Levantó bruscamente el brazo en un intento por liberarse pero la manga de su camisa se desgarró, dejando un trozo de tela pegado a aquella asquerosa substancia. Sus piernas estaban semidesnudas pues la falda a duras penas le llegaba a la rodilla. Se dio cuenta del inmenso dolor que sufriría si intentaba liberarlas, un dolor que empeoraría cuando levantara la cabeza.
—¡Ayuda! ¿Hay alguien? Ayúdenme por favor.
El sonido retumbó y rebotó en las paredes tantas veces que al llegar arriba estaba totalmente deformado.
—¿Hola? No puedo salir ¡Por favor, ayuda!
—Oh claro que puedes salir, solo que no quieres hacerlo. Es comprensible, no a todos les gusta el dolor —una risa fina y lejana pudo escucharse.
—¿Qu-quién está ahí? —Aunque estaba desesperada por ayuda esa extraña voz le trajo más temor que alivio.
Era una voz muy curiosa, extraña en realidad, unas veces se oía aguda y chillona como arañazos en una pizarra, en otras era grave y ronca, hacía temblar a cualquiera que la escuchara y por momentos, muy cortos momentos, parecía hipnotizante, casi dulce y atrayente, pero aquello era casi imperceptible. Lo más curioso de esta voz, y Anabelle lo descubriría más adelante, era que si se le antojaba podía ser totalmente lo opuesto dejando su cruel naturaleza pasar casi inadvertida.
—Hola querida —dijo al fin—, me alegra que finalmente hayas despertado. No, en realidad no, era un verdadero deleite verte dormir —dicho esto lanzó una carcajada que parecía venir de todas partes.
—No entiendo, ¿en dónde estoy?
—El sitio no importa, es igual aquí que allá; el hecho es el mismo.
—Por favor sáqueme de aquí, estoy pegada al suelo —dijo suplicante haciendo caso omiso de aquella frase.
—Como quieras, pero luego no te quejes
Y su sombra desapareció. Las gotas de agua seguían cayendo cada tanto pero ahora las sentía con más frecuencia. Poco a poco se convirtieron en un chorro y luego en un torrente. El agua caía con violencia en el pozo, salpicándole la cara. Intentó gritar pero el agua se introdujo en su boca haciéndole toser. Puso su brazo libre bajo su cabeza cuando empezó a sentir que sus oídos se llenaban de líquido.
Sacudía sus piernas con fuerza, ya no sentía dolor pero seguían sin poder liberarlas. El agua le cubrió los hombros y el pecho pero aún no se detenía, ni pareciese que lo haría en algún momento; casi no podía ver con el agua salpicándole en los ojos. En su desesperación logró liberar su otro brazo, nuevamente rompiendo su ropa. Podía sentir el agua rozando sus mejillas pero el barro era como pequeñas garras que la mantenían pegada al piso. El nivel seguía subiendo; como pudo llenó sus pulmones de aire antes de quedar completamente sumergida.
Se sacudió con fuerza una vez más, en un último intento por sobrevivir y esta vez el barro cedió, ya diluido por el agua. Se impulsó hacia arriba con dificultad extendiendo sus manos para aferrarse a la primera cosa que encontrara. Hasta que finalmente llegó a la superficie y arrastrándose fuera del pozo se dejó caer, mojada y sin aliento, sobre la piedra fría.
—¡Bienvenida, Anabelle querida!
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ANABELLE
FantasíaLa pequeña Anabelle vive en un mundo acogedor y sin contratiempos, pero pronto algo maravilloso le hará cuestionarse toda su vida y buscará la forma de salir de ella. ¿Le gustará lo que verá allí? ¿A qué peligros podrá enfrentarse? ¿Habrá valido la...