Capítulo 15. "LUCKY"

191 14 13
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


"...Suerte que despierto junto a ti, suerte que sentí lo que sentí, suerte que regresas para mí. Suerte que hay más para conocer, suerte que contigo creceré, suerte que te tengo al volver..."


—¡¿Es en serio, Vannia?! ¿De verdad vas a seguir aporreando la puerta para ver si alguien aparece, o mejor vas a calmarte un poco para que hable contigo?

Pregunta Hyun Joong y no sé qué contestarle. Por más de quince minutos he estado golpeando la jodida puerta para que alguno de los liantes que me han organizado esta encerrona se dignen a dejarme salir, pero mis súplicas son en vano ¡Todos, absolutamente todos pasan de mi desgracia!

Son las dos treinta de la madrugada y, aunque no me hace ni una pizca de puñetera gracia, estoy encerrada en la habitación de una casa ajena con el hombre que hasta hace nueve días era mi prometido. Todo me tiembla, incluso más que la primera vez que le tuve cerca, y cuando hablo de todo es la pura realidad... ¡Todo, todo, todito, todooooo me tiembla! Estoy tiritando como una niña pequeña.

Mis manos aporrean la puerta sin siquiera ser conscientes de lo que hacen y ahora, Hyun Joong, sentado en uno de los quicios de la cama, me mira mientras se agarra la nuca con las manos y bufa exasperado. Lo miro yo también y decido dejar de ser tan cría. Debo de parecer patética por querer salir por pies de ahí, pero no sé cómo reaccionar luego del daño que nos hemos hecho.

Sin ganas verdaderas de discutir o de algo más, me tumbo en una silla que va a dúo con un tocador de estilo vintage, y cierro los ojos unos segundos, para pensar muy bien las palabras que va a decir mi gran bocaza y, luego de cavilarlo un poco, le miro de nuevo y exclamo con voz firme:

—El que quiere hablar conmigo eres tú, no yo. ¡Dios no sé porque ni siquiera me sorprende la poca humildad que tienes!

»Yo no he pedido que me encerraran aquí, contigo. Ni tampoco he suplicado a los santos para que tú quieras hablar conmigo ¡Joder, si es que ni siquiera quiero verte, coño!

—¿Y de dónde sacas que yo soy el que quiere hablar contigo, Vannia? Yo he sido engañado para venir a casa del entrometido de mi amigo. Créeme que yo tampoco quería encontrarte aquí.

—¡¿Ah, sí?! Pues no te creo...

—Pues entonces yo también tengo el derecho de pensar lo que yo quiera; incluso puedo creer que te mueres de ganas por que hable contigo.

—¡Serás creído!

—Lo soy... ¡claro que lo soy! Pero tú también eres la engreída más grande que he conocido, Vannia Fernández, así que creo que estamos empatados.

—¿Empatados...? ¿Empatados? ¡No me lo puedo creer, eres taaan descarado!

—Y tú tan bonita...

ES LA HISTORIA DE UN AMOR...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora