Odiaba a Zack Hunter con toda mi alma.
Era un estúpido que pensaba que podía pasar por encima de mí, pues estaba equivocado, iba a caer si intentaba hacerle algo a Marcus.
Clary, Anna y Clara estaban en la salida del instituto y, cuando me vieron, me saludaron. Me acerqué a ellas y no supe exactamente de qué estaban hablando.
- ¿Vendrás a la fiesta, Alex? - preguntó Clara de repente y, cuando la miré, las tres tenían sus ojos puestos en mí, pendientes.
- ¿A qué fiesta?
- Madre, Alexis, es la fiesta del cumpleaños de Clara, te hemos estado avisando todo este mes - dijo Anna.
- Sí, lo siento, estaba un poco despistada - sonreí intentando tranquilizarlas -. Claro que iré, Clara, no me lo perdería por nada del mundo.
Mi amiga sonrió y Anna me sonrió disculpándose, la verdad era que me merecía esas palabras y muchas más, no sabía que me pasaba pero debía de despertar y dejar de estar en ese estado de limbo. Las cuatro estuvimos hablando hasta que Charles, el señor que me "protegía" cuando mis padres no estaban, apareció.
- ¿Qué tal el día, señorita Parks?
- Por favor, Charlie, mis padres no están, déjate de formalismos, sabes que lo odio.
- Está bien, Alex. ¿Qué tal el día? ¿Algún problema? ¿Algún chico al que deba partirle las piernas, eh? Puedes decirme.
- Emm - dudé en hablar de Zack pero no lo hice, quería encargarme de Hunter yo sola -, no. Pero, tranquilo, me puedo cuidar yo sola.
- Lo sé, pequeña, pero me siento más cómodo cuidándote yo, eres como la hija que nunca tuve, ¿sabes?
- Sí, Charlie, gracias - sonreí.
Llegó el día de la fiesta.
Clara estaba muy entusiasmada por sus dieciocho, había planeado su cumpleaños desde que tenía seis años y se había esforzado mucho para que sus sueños se convirtieran en realidad, parecía feliz con todo eso. Muchas veces pensaba que era muy distinta a mis amigas, pero no era algo malo, era algo más que nos unía. Ellas adoraban ser ricas, no porque eso implicara ser mala y fría, sino porque sentían que sus sueños si que se cumplirían más facilmente si estaba el dinero de por medio. Yo era de las que preferían pocas personas a una multitud y lo sencillo, me conformaba con eso. No podía hacer nada con las circunstancias que me habían tocado, simplemente intentaba ser yo misma entre gente que era arrogante por el dinero que poseía.
Charles me llevó hasta la discoteca donde empezaría la fiesta y, en cuanto entré, vi a mis amigas bailando. Me acerqué con una sonrisa y abracé a Clara para después llenar su cara de besos hasta que las cuatro estallamos en carcajadas. Miré al rededor y vi a un montón de chicos de nuestro curso aunque también vi a unos amigos universitarios del hermano de Clara, Alexander.
- Hola, chicas - dijo Alexander acercándose a nosotras -. Ey, Alex, ¿cuándo te has vuelto tan bonita? Creía recordar que eras una niña pelirroja con pacas y llorona.
- Pues yo tengo un recuerdo también de ti, Alexander. Un niño de pelo rubio con arena en la cara y al que comer pegamento y las muñecas le gustaban mucho.
Él rió y me abrazó fuerte, hacia bastante que no lo veía. Alexander vivía en otra ciudad debido a la ubicación de la universidad y solo venía algunos fines de semana. Me alborotó el pelo como siempre hacía y se despedió para ir a hablar con sus amigos.
- Creía que te gustaba mi hermano, Alexis - sonrió Clara mirándome con uan ceja levantada.
- ¡Qué va! Eso fue hace tiempo, Clara, lo he superado.
- Fue hace solo cinco años, lista - rió Anna.
Las saqué la lengua divertida hasta que me quedé de piedra al ver a Marcus junto a una chica. Ambos estaban muy cerca el uno de otro y parecía que iban a besarse. Miré a otro lado molesta por alguna razón e intenté despistarme pero, cuando vi como Marcus se besaba con aquella rubia, pedí perdón y salí de la discoteca para dirigirme a un callejón cercano. Me atusé el pelo confusa, ¿qué me estaba pasando? ¿Por qué de repente sentía este agujero en mi interior? Una lágrima se resbaló por mi mejilla y, antes de que me la secara, una mano lo hizo por mí. Mi mirada se encontró con la de Zack pero no sentí ganas de pegarle, solo de seguir sintiendo sus dedos acariciar mi mejilla. Me acerqué a él y lo abracé pillándolo desprevenido completamente. Al poco tiempo, sus brazos me rodearon y en verdad me sentí mejor. Inexplicablemente, Zack tenía la cualidad de tranquilizarme y alterarme al mismo tiempo, era como una cualidad contradictoria.
- ¿Qué ha pasado?
Lo miré a los ojos y negué con la cabeza.
- Por favor, olvida lo que ha pasado, ha sido un impulso.
Me alejé de él y volví a la discoteca para acercarme a mis amigas. No busqué a Marcus, no quería saber lo que estaba haciendo con esa chica, había venido por mi amiga Clara y nada iba a fastidiarme esa noche. Clara salió a bailar con un chico y así las tres de mis amigas se fueron dejándome sola.
- ¿Por qué tan sola?
Me giré y vi a Christian, el chico que me había llevado a casa después de la carrera de motos. Su pelo negro estaba peinado hacia atrás y su sonrisa seguía en sus labios, tal y como recordaba.
- Creo que la soledad a veces es buena, ¿no crees?
- Sí, a veces es mejor estar solo que tener mala compañía pero ahora, en tu caso, creo que deberías aprovechar, me tienes como entretenimiento.
Me reí y él sonrió más ampliamente, tenía una sonrisa realmente cálida y agradable.
- ¿Quieres bailar?
- No, pero gracias, Christian, eres muy amable por tu ofrecimiento.
- Está bien, pero me voy a quedar contigo así que...
- ¡Chris! - gritó un chico detrás de él -. Ven, tienes que ver esto, corre.
- No, estoy con...
- Ve, estaré bien - dije sonriendo para que él se fuera tranquilo.
- ¿Segura? Puedo quedarme.
- Sí, tranquilo, ve y diviértete.
Él me sonrió y se fue con su amigo. Pedí una copa aunque nunca bebía y, cansada de ver como Marcus y la rubia se besaban una y otra vez, me dirigí hacia la multitud hasta que encontré a Zack. Lo agarré del brazo y lo pegué a mí para bailar al ritmo de la canción. Sus manos me agarraron de la cadera pero no me importó, simplemente me dejé llevar hasta que sentí como mi corazón rebotaba contra mi pecho.
Me coloqué de puntillas y sentí como mis labios estaban cerca de los de Zack. Su aliento rozaba mi cara y sus manos me apretaron más contra su cuerpo.
Tenía unas ganas terribles de besarle.
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Agente Almmer.
RomancePuede que esta historia parezca la típica historia de una chica adolescente pero no lo es. Alexis Summer Parks va al instituto y tiene problemas con chicos, amores rechazados y no correspondidos y nuevas amigas hasta que todo cambia cuando, por raz...