Ya habían pasado dos meses desde que recibí mi primera bala.
También me había enterado de que Jack Adams había hecho todo lo que había podido para hacer que me sacaran de la unidad de agente. Pero eso no era todo, había hecho mi entrada imposible en cualquier agencia y campo de entrenamiento.
Pero no me iba a dar por vencida, ya había pensado en lo que podía hacer para seguir con mi entrenamiento y Jack no había cortado ese camino. Quizás había pensado que no se me iba a pasar por la cabeza la idea de meterme al ejército de tierra de los Estados Unidos que estaban preparándose para ir a tierra enemiga pero parecía que después de todo Jack no me conocía nada.
Nada más recibir el alta, también recibí la aprobación del ejército a mi solicitud. Tenía experiencia con ataques así que me habían considerado más que apta aunque, para ser sincera, también había ayudado el hecho de que mi padre había sido muy conocido en ese unidad. Aquello me había hecho pensar en mis padres, ¿estarían orgullosos de que hubiera avanzado en lo que ellos habían dedicado su vida o pensarían que no merecía para estar en el ejército?
De todas formas, quería intentarlo. No solo por ellos sino para descubrir que era lo que de verdad podía hacer por mí misma sin que la sombra del Capitán Adams me persiguiera a todas partes. Porque ya lo había olvidado, ya no snetía nada por él, absolutamente nada. Hbaía ayudado que me hubiera traicionado para darme cuenta de que no me quería a su lado ni siquiera profesionalmente.
El coronel Bailey fue el que me recogió ya que era uno de los últimos soldados que faltaban y no podía retrasar a todo el pelotón. Además, él había sido quien se había ofrecido ya que, según él, había conocido a mi padre y su hijo y yo habíamos jugado cuando éramos pequeños. No me acordaba de nada de eso pero tampoco iba a dudar de la palabra de un Coronel así que opté por quedarme callada y asentir cuando él contactaba anécdotas de mi infancia que ni recordaba.
Llegamos a la base y al entrenamiento matutino que consistía en una hora de carrera continua y flexiones, sentadillas...y mucho más ejercicio. Me había recuperado de la hospitalización pero no lo suficiente por eso, cuando me mareé de camino a las habitaciones, no me sorprendí ya que me había excedido un poco.
Creí que iba a tocar el suelo pero unos brazos me agarraron antes de que eso pasara y, al girarme, me encontré con un chico de ojos rasgados y pelo negro muy cerca de mí debido a la postura en la que nos encontrábamos.

Me quedé paralizada por unos segundos sintiendo como sus ojos me observaban con intensidad y curiosidad poniéndome nerviosa.
En esos momentos, había perdido mis palabras, solo podía quedarme quieta y contemplar sus profundos ojos negros. Pero fue él el que me ayudóa estabilizarme y sonrió a la vez que se llevaba la mano a su nuca como si estuviera nervioso por algo.
- Perdón si te he asustado - dijo haciendo que mis ojos volvieran a mirar los suyos -, no fue mi intención.
- No tienes por qué disculparte, después de todo me has salvado.
Él me sonrió haciendo que sus dientes blancos se expusieran más. Y otra vez me vi sonriendo sin darme cuenta mientras los nervios no desaparecían. Quizás era los nervios por encajar en el ejército. Quizás la razón por la que me sentía aaí no tenía nada que ver con aquel chico.
Una voz a nuestra espalda hizo que nos giráramos. Y, cuando creí que estaba viendo visiones, Jack Adams apareció con una sonrisa para después saludar al chico a mi lado.
Por un momento, creí que no me había visto - e incluso pensé que no me había reconocido - pero la tensión en su mandíbula hizo que me diera cuenta de que estaba equivocada. Aún así siguió hablando con el desconocido como si nada hasta que me cansé y me dispuse a irme. Sin embargo, antes de que pudiera alejarme demasiado, sentí como alguien tiraba de mi brazo.
- Perdona - fue lo primero que dijo que el desconocido cuando nuestros ojos se encontraron -. Me he dado cuenta de que no me has dicho tu nombre ni yo te he dicho el mío. Me llamo JiSang, Park JiSang.
- Yo soy... Almmer Parks - dije antes de darme cuenta. Me había acostumbrado a aquel nombre y en verdad me gustaba, independientemente de a quien se le hubiera ocurrido.
JiSang sonrió y me estrechó la mano cuando yo se la ofrecí. JiSang, por alguna razón, me daba la sensación de que iba a convertirse en mi mejor aliado en la base.
- Parece que te mareaste miéntras andabas, ¿estás bien?
- Sí, yo... - pero JiSang ya había puesto su mano en mi frente sorprendiéndome.
Sus ojos me observaron con atención, casi parecía que su rostro había cambiado de una sonrisa a un gesto serio.
- ¿Has estado enferma o ingresada hace poco?
- Creo que no te intere...
- Me interesa, Almmer. Soy el médico encargado de esta base, el único, de hecho, y como médico quiero saber como estás.
- Me dispararon hace unas semanas y estuve ingresada en el hospital pero ya estoy bien.
Él asintió pero agarró mi mano y tiró de mí hasta un recinto. Entramos en una habitación e hizo que me sentara en una camilla. Después fue a buscar algunas cosas y se acercó para levantarme la camiseta y revisar el parche que tenía en el lado izquierdo de mi estómago. Me aparté un poco asustada por su cercanía pero, lejos de alejarme, me quedé observándolo mientras se concentraba en la herida. JiSang tenía algo que me llamaba la atención aunque todavía no sabía que era.
Pero, cuando él levantó la mirada y me regaló una mirada supe que había sentido moverse algo dentro de mí. Quería saber que era pero...
- ¿Puedo hablar con el soldado Parks a solas, JiSang? - preguntó una voz a nuestras espaldas y, cuando me giré, me encontré con los ojos controladores de Jack.
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Agente Almmer.
RomancePuede que esta historia parezca la típica historia de una chica adolescente pero no lo es. Alexis Summer Parks va al instituto y tiene problemas con chicos, amores rechazados y no correspondidos y nuevas amigas hasta que todo cambia cuando, por raz...