Capítulo 16 : Tú, conmigo.

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Las palabras del Capitán Adams no andaban muy desencaminadas. Fue el día más agotador de mi vida, nunca había hecho tanto ejercicio y terminado sin ganas para andar hasta mi habitación.

Estaba muerta, literalmente.

Tampoco me hacía gracia ver como Adams se reía cada vez que caía al suelo del cansancio, ni tampoco cuando no podía esquivar sus golpes y estos me impactaban en la cara. Al final del día, había sudado tanto que cualquiera podía decir que me había dado una ducha y mis músculos parecían no obedecerme ya.

- Vamos - dijo Jack pero yo no pude seguirle, estaba tirada en la colchoneta donde habíamos entrenado acrobacias y ahí me había quedado sin querer moverme.

- No puedo - me quejé haciendo que él sonriera. Se acercó a mí y, en un solo segundo, me cogió en brazos asustándome. Lo miré soprendida a los ojos sintiendo como mi corazón empezaba a latir más rápido y miré hacia el suelo sin querer encontrarme con sus ojos azules -. Me puedes bajar, creo que ahora puedo andar...

- Ahora soy yo el que no quiere que andes - dijo y empezó a andar conmigo en sus brazos hacia nuestras habitaciones.

Pasamos el comedor que estaba lleno ya que era la hora de la cena y pude sentir los ojos de mis compañeros sobre nosotros. Levanté la cabeza y vi como todos le estaban haciendo el saludo militar a Jack. Él me agarró con solo un brazo y lo hizo para después dejarles descansar. Seguimos hasta que llegamos a su habitación y él sacó una pomada para el dolor muscular. Lo extendió por mis piernas y brazos y rió al ver mi cara de dolor.

Capullo.

- Veo que te hace mucha gracia verme así - musité molesta sabiendo que él me estaba oyendo ya que se encontraba cerca.

Me intenté levantar pero acabé en los brazos de Adams haciendo que ambos cayéramos. Mi cara quedó sobre la de Jack y pude sentir como mis brazos dejaban de sujetarme haciendo que mi cabeza se cayera e impactara contra la del capitán. Y, para el colmo de los colmos, mis labios impactaron contra los suyos haciendo que mis ojos se abrieran de la sorpresa.

Me aparté como pude y me volví a sentar en la cama mirando todo el rato al suelo. Mis labios todavía estaban húmedos ya que los de Jack lo estaban y mi corazón no me dejaba en paz.

- ¿Puedes ir tú sola al comedor? - preguntó rompiendo el silencio.

Asentí y oí como la puerta se cerraba. Me llevé los dedos a los labios y gruñí molesta, ¿por qué había tenido que pasar eso como si se tratara de una película? Me tiré sobre la cama y me mentalicé hasta que pude levantarme y salir de la habitación. Anduve por el pasillo sintiendo todavía los labios de Jack sobre los míos. Llegué al comedor y alcancé a Rubén para servirme la comida. Él se rió de mi aspecto y yo le saqué la lengua aunque me alegraba poder bromear con él y olvidarme de lo que había pasado unos minutos antes. Nos sentamos en nuestra mesa y no pude evitar mirar hacia donde estaba Adams con los demás agentes "mayores", por llamarlos de alguna forma. Eran como "la fuerza especial"del ejército y el grupo personal de Adams, él mismo los había elegido.

- ¿Qué tal el entrenamiento? Te veo cansada - dijo Rubén llamando mi atención. Lo miré sin querer pensar en lo que había podido pasar entre nosotros y decidí olvidarlo -. ¿Agotador o no?

- Agotador pero me siento más preparada. Antes sabía poco dedefensa pero ahora me da la sensación de que, con un poco más de entrenamiento, podré superarte como agente.

Él rió y seguimos hablando junto con Carlos hasta que la comida y el toque de queda para andar por la base terminó. Me levanté y los hermanos Fernández me acompañaron a mi habitación y me despedí de ellos ya que teníamos que descansar para el día siguiente.

Me quedé dormida nada más tumbarme sobre la cama.




Al día siguiente, el despertador sonó a las seis de la mañana. 

Me levanté y me puse el uniforme militar para ir al comedor y encontrarme con que todos los demás ya habían empezado a desayunar. Me apresuré y cogí mi comida para sentarme con Rubén y Carlos. Carlos parecía tranquilo pero su hermano era otro caso, cada vez que me miraba veía un montón de sentimientos en sus ojos. Estaba a punto de preguntarle cuando la alarma de la base sonó y todos nos reunimos alrededor del Capitán Adams.

Él explicó en que consistía la misión y dividió grupos de acción y, justo cuando creía que se había olvidado de mí, oí su voz.

- Tú - dijo señalándome -, conmigo.

Asentí haciendo un saludo militar y vi como Jack me lo devolvía con un atisbo de sonrisa en sus labios. Nos dirigimos hacia los todoterrenos y sentí como Adams me agarraba del brazo y me montaba en el suyo. Miré hacia atrás y vi a Rubén mirándome mientras entraba en otro todoterreno, él estaba parado con su mirada sobre mí hasta que su hermano Carlos tiró de él hacia el interior del vehículo. Me senté en el asiento de atrás ya que otro agente iba de copiloto y contemplé el paisaje por la ventana hasta que llegamos.

El sitio donde estábamos parecía una base de operaciones así que supuse que los otros nos habían querido traer hasta su territorio.

Y ahí fue cuando empezó lo serio.

Nos movimos hasta los conductos que pasaban por encima de la base y entramos con el capitán yendo el primero. Sacó una linterna y alumbró el camino haciendo que los demás lo siguieramos. Bajamos hasta un pasillo completamente blanco y fue entonces cuando aparecieron los contrarios y se abalanzaron sobre nosotros. Recordé lo que había aprendido y, sin ni siquiera pensarlo, los movimientos salieron de mí y me controlaron.

Todo pasó muy rápido, los enemigos se levantaron como pudieron del suelo y se retiraron sabiendo que los superábamos, no en número sino en agilidad y precisión

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Todo pasó muy rápido, los enemigos se levantaron como pudieron del suelo y se retiraron sabiendo que los superábamos, no en número sino en agilidad y precisión. Me acerqué a Adams ya que estaba bastante lejos cuando alguien cayó sobre mí y me dio un golpe contra el suelo haciéndome daño en el hombro. Sus manos me inmovilizaron los brazos y sus piernas inmovilizaron las mías. Intenté huir pero ese hombre tenía tanta fuerza que ni siquiera podía moverme un solo milímetro. Sentí el frío de su pistola contra mi frente y cerré los ojos preparándome para lo que venía.







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