Capítulo 20 - Ayúdame.

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Al regresar hacia mi habitación, lo vi hablando con una mujer que estaba vestida de forma informal. Los miré y vi como ella intentaba tocarlo pero JiSang se apartaba, ¿qué había entre ellos y qué había pasado para que él fuera así de frío?

De un momento a otro, me vio y empezó a acercarse hasta donde yo estaba. Retrocedí a la vez que él se acercaba pero no sirvió de nada, JiSang estuvo a escasos centímetros de mí en apenas diez segundos y sus manos se posaron en la parte trasera de mi cuello para después hacer que nuestros labios se unieran.

Espera, ¿estaba besando a JiSang? ¿Cómo habían llegado las cosas a ese extremo? ¿Estaba bien sentir esa corriente por todo el cuepo cuando lo acababa de conocer? Mis rodillas estaban inestables y allí donde mi piel rozaba con la de JiSang, sentía un extraño calambre. 

JiSang terminó el beso y apoyó su frente contra la mía para recuperar la respiración. Yo estaba en estado de shock, solo podía mirarlo hasta que nuestros ojos se encontraron y él suspiró dejándome desconcertada.

-  Siento esto, en verdad. Sé que soy un egoísta y me merezco que me pegues pero, por favor, ayúdame, Summer. 

Asentí con la cabeza, no tenía de idea de hacia dónde iban los tiros pero parecía que ese beso no había sido más que una mentira. No tenía que significar nada. 

-  Esa mujer es mi ex-prometida, Song EunRa. Quiero contarte todo pero creo que este no es el momento, solo te pido que hagas como que eres mi novia. ¿Lo harías por mí, por favor? Te devolveré el favor, te lo prometo.

-  Lo haré - dije sin pensarlo. No importaba el beso, JiSang era mi amigo y tenía que ayudarlo, nadie más en la base accedería así que no le quedaba otra -. Te ayudaré, no te preocupes.

Él sonrió y me abrazó en el momento en el que yo veía como Song EunRa se iba con el ceño fruncido y los puños apretados al mirarnos. Me quedé unos segundos más de los que debería hasta que aparté a JiSang de mi lado.

-  Ya se ha ido - susurré antes de irme. Sentí sus pasos detrás de mí hasta que pasó su brazo por encima de mis hombros y ambos anduvimos entre bromas hasta los cuartos donde nos despedimos. 





*Dos meses después*

Estaba harta de él. Había llegado al punto de tener ganas de matarlo, quería que desapareciera de mi vista y me dejara en paz para siempre. ¿Acaso no se daba cuenta de que em jodía el día cada vez que aparecía? Por supuesto que se daba cuenta, lo hacía para fastidiar, estaba segura de que me quería hacer la vida imposible. No servía que JiSang le pidiera que me dejara, ni siquiera servía la amistad de aquellos dos para que Jack Adams desapareciera de mi radar.  

La vida en la base me gustaba, pasaba todo el tiempo ocupada físicamente por lo que no me daba tiempo a deprimirme o a pensar en lo que estaba haciendo. Mis padres estaban todos los días en mi cabeza, por ellos quería llegar a ser algo en el ejécito, algo por lo que se pudieran sentir orgullosos de su única hija. Quería que me estuvieran viendo y que no se defraudaran. 

-  ¡Hey! -  oí a mi espalda y, al girarme, vi a JiSang corriendo hacia mí. Sus brazos me rodearon y me alzaron por encima de su cabeza. Reí al ver su mueca y en ese momento fue cuando mi traicionero corazón empezó a latir más rápido, como cuando estaba con JiSang, siempre -. ¿Qué hace nuestra HyoJin?

JiSang me había dado un nombre coreano. Ya que yo había nacido el ocho de Agosto me tocaba llamarme HyoJin, era una especie de costumbre en Corea. Dependía del año, mes y día en el que habías nacido para llamarte de una forma o de otra. JiSang me había contado que, aunque algunas familias aún utilizaban esa tradición, se estaba perdiendo con el paso del tiempo ya que sus costumbres se estaban occidentalizando. 

-  Morirme del cansancio -  murmuré sintiendo que mis piernas no podían aguantar mi propio peso. JiSang me miró preocupado y, un segundo después, me llevaba en su espalda. Menos mal que a esas horas no había nadie despierto en la base excepto unas cuantas personas de guardia, en cambio, yo había tenido que seguir con el entrenamiento gracias al sublime Coronel Adams -. Siento que ahora mismo lo más sencillo sería morirme, así no me dolería todo el cuerpo. 

-  ¡Calla! No te vas a morir si yo estoy a tu lado, ya lo sabes. Ahora mismo te aplicaré una pomada para que el dolor de los músculos no te impida dormir tranquilamente, ¿de acuerdo?

Asentí y él nos dirigió hasta su consulta para después dejarme encima de la camilla y aplicarme dicha pomada por mis piernas dejando una corriente extraña por donde pasaban sus manos. Intenté no darme cuenta de lo que la cercanía de JiSang me hacía sentir y me concentré en pensar. El Coronel Bailey me había ofrecido ir a Corea como voluntaria y quería consultarlo con JiSang para saber su opinión.

-  ¿Te gustaría que fuera contigo a Corea, JiSang? El Coronel Bailey me ha elegido para ir a Corea y me ha dicho que me dejaba el día de hoy para pensarlo, ¿a ti qué te parece? ¿Te gustaría tenerme en tu equipo y en tu país?

-  ¡¿Qué dices?! -  preguntó animado -. ¡Me encantaría que vinieras conmigo! Te podría presentar a mis amigos y familia, sería perfecto. Además, te vigilaría para que no hicieras nada malo -  bromeó.

Le saqué la lengua riéndome de sus cejas levantadas y asentí decidida.

-  Pues entonces prepárate Corea porque mi amigo JiSang y yo vamos para allá.

JiSang asintió tambien riendo y siguió con la pomada hasta que debido al cansancio que tenía me quedé dormida en sus brazos sintiendo como él me cargaba y depositaba un dulce beso en mi frente.

Agente Almmer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora