Capítulo 11 : No significó nada.

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- No.

Era la cuarta vez que el Capitán Adams me decía eso cuando le había pedido unirme a sus agentes, ni siquiera había oído mis argumentos. Tampoco importaba mucho lo que le dijera, no iba a aceptar si lo decía por las buenas, tenía que hacer algo para que me dejara.

- Si no lo haces, me tiraré desde tu balcón - dije muy seria.

- ¿En serio piensas que soy tan tonto como para creerme eso, Parks?

- Pues mira por ti mismo - abrí las puertas del balcón del despacho de Adams y salí afuera.
Me subí a la barandilla y puse un pie fuera cuando los brazos del Capitán me detuvieron y me llevaron hasta su pecho haciendo que cayéramos al suelo. Lo miré a los ojos, estaba muy cerca de mí, casi podía sentir su nariz rozar la mía sin querer. Sus labios estuvieron en los míos dejándome con los ojos abiertos. Intenté apartarlo pero mis propias manos subieron hasta su cuello para atraerle más a mí y mis labios respondieron a su beso.

Nuestros labios se separaron varios minutos después

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Nuestros labios se separaron varios minutos después. Lo único que llenaba el silencio de la habitación eran nuestras respiraciones agitadas. Miré a Zak, no, espera, ¿desde cuándo había empezado a pensar en el Capitán Adams como Jack?

Me levanté y salí corriendo de la habitación. No había pasado nada, no había significado nada, y punto. Asentí y anduve hasta el comedor ya que era la hora de comer. Allí me encontré a Rubén y a Carlos que estaban charlando animádamente, parecía que de un tema muy divertido a juzgar por sus risas.

- Hola, chicos - saludé y ambos me sonrieron -. ¿Ha pasado algo interesante? Parece que vais a tener un infarto en cualquier momento.

- Eso te lo tendríamos que preguntar a ti - dijo Rubén.

Mi corazón se paró, ¿a caso habían visto que Jack y yo nos habíamos besado? No, era imposible, la puerta del desacho había estado cerrada todo el tiempo.

- ¿Qué? - pregunté tratando de ocultar mi nerviosismo -. No ha pasado nada importante.

- ¿Y por qué tus mejillas están rojas?

Me llevé las manos a las mejillas y sentí como quemaban mis dedos, debía de parecer un payaso. Negué con la cabeza y los miré con una sonrisa.

- Es que acabo de correr un poco, quería hacer un poco de ejercicio.

- ¿No estabas hablando con el Capitán? - preguntó Carlos.

- ¡Que no! - exclamé para darme cuenta poco después del tono que había utilizado -. Em, digo, ya había terminado de hablar con él cuando salí a correr.

- Ya - dijo Rubén mirándome fijamente. Intenté aparentar normalidad y parecía que con Carlos funcionaba pero con su hermano no tanto -, seguro que era eso. Bueno, ¿quieres comer ahora con nosotros?

Asentí dándole gracias a Rubén aunque sabía que él quería saber lo que había pasado, lo podía notar en la forma en la que me miraba.

Comimos riéndonos de las cosas estúpidas que Carlos decía, era gracioso escuchar como hablaba de lo beneficioso de que hubieran duchas masculinas y de que fueran todos chicos - menos yo que había llegado hace poco -.

- ¿Sabeís? He decidido entrar en la agencia de agentes - dije.

Carlos me levantó el pulgar en señal de aceptación y yo le sonreí, me alegraba que alguien se alegrara de mi decisión porque a todas las personas que se lo había dicho no habían reaccionado bien. Miré a Rubén esperando que hiciera lo mismo que su hermano pero él estaba serio, me miraba sin ningún rastro de aceptación. Se levantó de la mesa y me agarró de la mano para sacarme de la base, donde el sol me hacía daño en los ojos. Lo miré curiosa, quería saber la razón por la que me había sacado así del comedor, no entendía lo que estaba pasando.

- ¿Qué pasa? - pregunté.

- No te unas al ejército, Alex, por favor. Es peligroso y no quiero...a ver...no quiero que...joder...es díficil de decir.

- Simplemente dilo - le susurré acariciando su brazo, parecía muy nervioso.

- No quiero perderte, esa es la razón por la que no me gusta tu decisión.

Lo miré sintiendo un nudo en el estómago, Rubén y yo nos habíamos convertido en buenos amigos y yo tampoco quería perderle, no le iba a perder por entrar a la agencia.

- No me va a pasar nada, Rubén, estaré bien. Me esforzaré para saber defenderme muy bien, no te preocupes, sé cuidarme sola.

No dijo nada. Sabía que no estaba de acuerdo conmigo y respetaba su opinión pero realmente daría lo mejor de mí para poder ser una buena agente.




El Capitán Adams nos reunió a todos - incluso a mí - en la sala de conferencias. No sabía de qué quería hablar pero que requiriera mi presencia no me daba buena espina, quizás iba a echarme de la base con todos los demás presentes. Carlos, Rubén y yo nos pusimos juntos en la primera fila, aunque yo traté de que nos sentáramos en la última, y esperamos a que Adams entrara.

Justo cuando parecía que estaba subiendo al estrado, me empezó a picar el ojo, parecía que se me había metido algo dentro. Rubén se dio cuenta y me giró la cabeza para quedar enfrente de él y mirar si tenía algo.

- Quizás si soplas - dijo Carlos.

Rubén asintió y se acercó hasta que nuestras narices se rozaron. Miró mis labios un sólo segundo antes de acercar sus labios a mi ojo y soplar con delicadeza. Sentí como la cosa que tenía salía y me dejaba de molestar. Le di las gracias a Rubén y nos giramos hacia el estrado para ver al Capitán Adams mirándonos fijamente. Rubén lo enfrentó pero yo aparté la mirada, no me apetecía sentir esos ojos azules sobre mí.

El Capitán habló de las nuevas reformas que había, de planes de estrategia, del número de misiones que cada grupo de agentes tendría, básicamente de todo.

- Una cosa más - dijo atrayendo la atención de todos -. La señorita Alexis Summer Parks se ha unido a la agencia y será mi compañera de operaciones.

Lo miré sorprendida, ¿había aceptado que entrara en la agencia y que fuera su compañera?

¡¿Su compañera?!

Lo miré molesta por el cargo y casi pude ver como sus ojos brillaban un sólo segundo al mirarme, seguro que hacerme eso le hacía gracia.

Seguro que me haría la vida más imposible de lo que ya la estaba haciendo.

Agente Almmer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora