20. Tenemos que lidiar con ellos.

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Estacione en Jet en las oficinas de New York de S.H.I.E.L.D., los agentes se encontraban cansados y preocupados por el tema de Loki, que dudo mucho se dieran cuanta de nuestra presencia. De igual manera, María me dijo que estacionara en aquel lugar reservado para mí, y así lo hice. Seguí las ordenes de mi superior.

- Aquí bajamos – le mencione a Steve a un lado de mí. Ambos nos pusimos de pie y salimos del Jet – Por acá – le señale el lugar por donde teníamos que ir, el lado contrario a las oficinas.

- ¿Y a donde te apetecería ir? – cuestiono Steve a mi lado, gire mi rostro para verlo y sonreí de lado.

- No lo sé – comente – A donde sea es un buen lugar.

- ¿Qué comida te gusta? – curioseo.

- Como casi de todo – asegure – No hay problema por ello – él asintió y no volvió a mencionar palabra alguna - ¿Qué te parece ahí? – señale – Parece un buen y tranquilo lugar. Aparte no se ve que haya mucha gente.

- Claro, está bien – ambos nos dirigimos hacia allá. Steve camino primero abriendo la puerta del establecimiento y permitiéndome pasar a mi primero.

- Gracias – agradecí con una sonrisa. Busque una mesa y si, efectivamente había muchas desocupadas - ¿Dónde te gustaría sentarte? – pregunte mirándolo nuevamente. Este se encogió de hombros, mientras negaba un poco con la cabeza - ¿Allá? – señale la mesa a un lado del ventanal.

- Esta bien – puse marcha hacia la mesa y tomé asiento frente a él recorriéndome sobre el asiento.

- Buenas noches, soy Eddy. ¿Les dejo el menú? – pregunto con los menús en mano.

- Por favor – asentí. El dejo los dos menús en la mesa – Los dejare un momento, para que puedas escoger.

- Gracias – menciono Steve.

- Ed – mencione antes de que se marchara - ¿Podrías traerme un vaso de agua por favor?

- Claro – asintió - ¿Para usted también? – observo a Steve que negó – De acuerdo, ahora te lo traigo – agradecí con una sonrisa y él desaparición de nuestra vista.

- ¿Le conoces? – pregunto un Steve notablemente confundido. Asentí sin apartar la vista de mi menú, Rogers soltó un pequeño suspiro, lo observe sobre el menú en mis manos y suspire igual que él.

- Es un compañero de la universidad – respondí – Vamos a varias clases juntos. De ahí lo conozco.

- Tu vaso de agua – Ed llego con mi vaso de agua - ¿Listos para ordenar? – asentí – Muy bien, ¿qué les puedo traer?

***

Steve y yo esperábamos nuestra comida sentados en la mesa, ninguno había soltado palabra alguna, esto se estaba poniendo un poco incómodo.

-Lo siento – solté aquellas dos palabras de una vez por todas, quería liberarme de un peso que llevaba conmigo – Por ocultarte quien era, pero no es algo de lo que me sienta orgullosa. No es algo que lo pueda decir con mucho orgullo, ni siquiera es algo que se deba decir. Quiero olvidar ese momento de mi vida, quisiera poder desaparecerlo, en verdad, quisiera que jamás hubiera sucedido, que no me hubiera sucedido – limpie una pequeña lagrima que me traiciono y salió – De todas las personas en el mundo me tuvo que suceder a mí. Justo a mí. No es como que desee que alguien le pase lo que yo pase, pero en ocasiones me pregunto ¿Por qué yo? ¿Por qué no alguien más? Me hubiera gustado vivir una simple, una vida normal como cualquier persona. Haber crecido con unos padres, una mascota, inclusive hermanos – sonreí con nostalgia – No recuerdo absolutamente nada de mí. Solo sé que fui utilizada por décadas por una organización que me daño, me daño como no tienes una idea. Todos saben y ven únicamente lo que yo hice, lo que yo era. Cuando me ven, veo ese miedo en sus ojos, ese miedo a mí. Asesine a tantas personas que un día perdí la cuenta – suspire controlando las ganas enormes que tenia de llorar – Un día ya no recordaba si eran 10, 20, 50, 100 o más. Todos miran el lado obscuro, el lado de la asesina, a la mujer sin escrúpulos, ni sentimientos, a esa que asesinaba a quien fuera que hubiera sido necesario sin titubear ni pestañar, pero nadie en verdad me ve a mí, Steve. Nadie mira a la mujer que fue torturada por años y años, a la persona que creo, que en verdad soy. He luchado durante los últimos cinco años contra mí misma, día con día lo hago, cada mañana que abro los ojos es un día nuevo para mí, una lucha constante con lo que soy. Y sí, cada día que despierto, lo hago con el miedo de volver a ser la misma de antes y de que algo en mi cabeza no funcione y lastime a los que amo. Cada día es una lucha, una que temo perder. No espero que lo comprendas – asegure con una pequeña sonrisa – Sólo espero que no me juzgues.

Steve me observo por unos cuantos segundos sin decir nada, aquello había causado un hueco en mi pecho, uno profundo que comenzaba a ser molesto, mis ojos comenzaron a jugar en mi contra. Cuanto odiaba llorar.

-Disculpa – me puse de pie rápidamente para dirigirme al baño.

Narra Steve

Ana termino de hablar y aunque quería decirle demasiadas palabras, ninguna de ellas salía de mi boca, era como si todas las palabras de aliento que tenía preparadas conforme mencionaba todas aquellas atrocidades, se hubieran olvidado de mi mente, como si mi boca se hubiera olvidado de cómo se hablaba, como si mi lengua se hubiera quedado dormida. Tenía tanto que decirle, pero simplemente me quede ahí sin hacer nada.

- ¿Esta ella bien? – cuestiono el mesero al ver como Ana pasaba a su lado cuando traía nuestra comida.

- Yo... - solté un suspiro – No lo sé.

***

El sonido de los cubiertos golpear los platos, el segundero del reloj, los pequeños murmullos de las pláticas de las personas, los pasos de los meseros al llevar o tomar una orden, los autos de afuera, el ruido en general de la ciudad, pero ninguno de ellos me ponía tan tenso como el silencio que se había generado entre Ana y yo.

Ella había vuelto hace unos minutos con el rostro lavado, tomo su antiguo asiento y comenzó a comer su comida despacio, hace un poco más de veinte minutos y nuestra comida seguía intacta. Ella solo picaba el pan de su hamburguesa y jugaba con el popote de su bebida, yo por mi parte solo movía el tenedor de un lado al otro. Parecíamos pequeños que no querían comer su cena.

- No quería lastimarte – aclare – No de esa manera – levante mi rostro hacia ella.

- No importa – comento aun jugando con su bebida – No serias la primer persona.

- Pero si quiero ser la última – aclare, por fin ganándome su mirada – Tienes razón, la gente juzga sin saber lo que pasa detrás de una situación. Es muy fácil opinar, decir, criticar, señalar, pero lo que nos es difícil es escuchar. Sentarse y escuchar a una persona, darle tu apoyo y poner tu hombro para que llore hasta que el dolor pase, eso es lo complicado. Y si, también tienes razón, cuando me enteré de la noticia ya no te vi a ti, solo vi a alguien que me había arrebatado todo y seguía caminando libremente por ahí. Pensaba en ¿cómo era posible que todo ese tiempo contigo tu solo estuviste ahí y yo no me percate de ello? Me sentí un estúpido – hice una pequeña pausa – Pero cuando te miré en aquel estado al ver las armas de H.Y.D.R.A., me di cuenta que tú en realidad no eras parte de ellos, que ellos te habían utilizado, de una u otra manera lo habían hecho. Vi el miedo en tus ojos. Hay cosas que la mirada no puede ocultar – Ana nuevamente levanto su vista hacia mí – Y esa es una de ellas. No tengo una justificación a mi comportamiento, no la tengo al ser un grosero, ni al haberte hecho llorar. Ni siquiera tengo el derecho de pedirte perdón, o a pedirte un favor. Pero quiero que sepas que estoy muy arrepentido en la forma en como me he portado contigo, ese no era el verdadero yo. Ese Steve que viste es el que está enojado, el que está molesto, con H.Y.D.R.A., pero sobre todo con el mismo. Perdí todo lo que tenía y más amaba por mi decisión. Pienso en el ¿qué hubiera pasado si no aterrizaba ese avión? ¿En si hubiera saltado? ¿Dado la vuelta? O Simplemente si me hubiera rendido cuando mi mejor amigo murió. Es egoísta, lo sé, pero...

- Es humano – menciono ella – Todos lo hacemos. Todos nos preguntamos el "Y si". Es lindo imaginar lo que nos gustaría que hubiera pasado, es bonito fantasear de vez en cuando. Pero no vivimos de sueños, esos los construimos cada día, luchamos y nos aferramos a ellos, siempre y cuando sean posibles. No te hace ser un villano el haber querido vivir tu vida diferente, te hace solo un humano más, con dudas y miedos. Solo eso.

- Es lo mismo que te hace a ti – asegure – Date la oportunidad de verte como alguien que es una persona normal. No te escondas. Deja que la verdadera Ana salga, que todo el mundo vea quien es la verdadera tú. Deja que cada uno nos enamoremos, de una, otra o las dos. Deja que tomemos nuestra decisión, pero, sobre todo, tú debes de aprender amarte a ti misma, con tu pasado, tu presente y con el futuro que desees crear. Deberás de hacerlo, porque siempre vivirás contigo misma por el resto de tu vida. Y deberás aprender a lidiar contigo misma y tus propios miedos.

Libre - Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora